viernes, 25 de marzo de 2022

EL DESTINO DE EUROPA

 

EL DESTINO DE EUROPA 


            Políticamente hoy es Europa una potencia débil. Pero está hecha de esa debilidad que da la fuerza, porque, por respeto a la libertad de todos los Estados que la integran, tiene que pagar el precio de no hablar con una sola voz. Otras potencias hablan con una voz única pero tienen por dentro maniatadas sus voces; la fuerza que ejercen en la escena internacional es aparente, porque en el fondo son inmensamente débiles.

            Europa adolece también de una debilidad militar: sólo Francia es una potencia atómica; Europa tiene ejércitos menos poderosos que Rusia y China, y éstos los tienen aún menos que los Estados Unidos.

            Europa es una enorme potencia cultural. La fuerza de su cultura es descomunal. Los Estados Unidos son un país joven y ni de lejos pueden compararse con la enorme riqueza europea. Rusia tiene una cultura exquisita y la de China es de una riqueza milenaria. Ante mi ignorancia a la hora de compararlas me atrevería a decir que Europa, China y Rusia es posible que tengan sendas culturas de una fuerza equivalente.

            Pero Europa tiene una riqueza moral: eso no lo pueden decir ni Rusia ni China. China tiene filosofías que han marcado hitos en el pensamiento moral del mundo, pero Europa disfruta de un respeto a los derechos humanos como no lo tiene ningún país del planeta; y esto no tiene que ver con el hecho de que, coyunturalmente, promueva la violación de esos derechos un buen número de europeos. Es como el mar, cuyo oleaje puede desbaratarlo todo pero en sus fondos abisales, que son la identidad inconsciente de Europa, hay un sentimiento arraigado de respeto que es su tarjeta de presentación verdadera; que perdura mucho más que las efímeras tarjetas de atropellos que identifican por momentos a muchos europeos. En oposición a ellos, Estados Unidos parecen tener una doble identidad paradójica: en su medalla brillan, por un lado, los nobles ideales de Europa, y por el otro, la sombra de los fanatismos medievales, restos de un pasado que se niega a desaparecer.

            El primer tercio del siglo XXI es el del declive de Europa: militarmente va a ser arrinconada por Estados Unidos, Rusia y China y políticamente tiene escasa trascendencia (aunque la tiene). Pero hay un auge de Europa que viene de su esencia, de aquello que permanece, una riquísima cultura donde convive lo despótico con lo humano y una dimensión ética envidiable para cualquier país de la tierra. Por eso podemos decir que el declive de Europa puede ser una realidad coyuntural a lo largo de décadas, esperemos que no durante siglos; pero Europa es, en la cultura, uno de los grandes faros de la humanidad y en la moral, el único. Puede que las mareas bajas eclipsen los valores de Europa y sus realidades; pero su presencia será permanente en el enorme empuje que siempre tienen sus mareas vivas.

 


 

jueves, 17 de marzo de 2022

DE FAKE NEWS, DE EMBUSTES Y DE BULOS

 

 

DE FAKE NEWS, DE EMBUSTES Y DE BULOS

 


            Andrés Laguna se sumó a los médicos humanistas que querían conocer las cosas de visu (de vista) y no ex auditu (de oídas); no se trataba de saber lo que nos habían dicho sino lo que podíamos ver con nuestros propios ojos; y si se trataba de personas, había que saber (y oír) lo que esas personas habían dicho,  no lo que nos habían dicho sobre ellas.

            Se trata, en realidad, de conocer las cosas en directo. En diferido podemos alterar las voces y cambiar las imágenes, y poner en boca de la gente cosas que la gente nunca ha dicho. Porque todo lo que se ve y oye en diferido necesita un intermediario, que es la cámara tomavistas; y todo lo que se graba se selecciona después mediante las técnicas del montaje; y el montaje depende siempre de la gente que lo monta, de sus intenciones, inteligencia y sensibilidades. Parece entonces que para poder creernos las cosas tenemos que contemplarlas en directo.

            Ahora bien, el directo también puede ser manipulado. Trucado, falseado, deformado. Yo veo a un ilusionista en directo y estoy viendo palomas que salen de los sombreros, cintas sin fin que salen de la manga, personas cortadas con un cuchillo que luego vuelven a salir enteras; y hasta, si apuramos, podemos ver fantasmas y monstruos que no surgen de la verdad sino de holografías astutamente presentadas. Cuando vemos esas monstruosidades en el cine sabemos que son producto del montaje; cuando las vemos en directo nos las creemos, a menos que estemos acostumbrados a ver espectáculos de ilusionismo (nosotros decimos: “de magia”) y sepamos que hay truco aunque no sepamos qué trucos son y cómo hace el prestidigitador para que las cosas, sin serlo, parezcan reales.

            De modo que aunque estemos viendo las cosas en vivo y en directo no tenemos por qué fiarnos de ellas. Estamos acostumbrados a distinguir los números de prestidigitación de los otros espectáculos. Sabemos que en un número de magia hay truco; pero en un mitin político o un debate estamos dispuestos a creer que lo que oímos y vemos es verdad. Supongamos que sospechamos que los actos políticos también sean ilusionismo: no nos fiaríamos de lo que vemos, oímos ni respiramos; creemos que estamos viendo a un líder cuando vemos en realidad a otra persona maquillada, disfrazada como él; Saddam Huseín tenía varios dobles que se paseaban por Bagdad como si fuera él, para que los atentados se los hicieran a ellos y no al Huseín verdadero.

            De modo que no sabemos distinguir la copia del original. Ni siquiera nos podemos fiar de lo que vemos, todo lo que nos rodea con apariencias de realidad puede ser engañoso. No sabemos si es un mundo virtual creado por ordenador (como en Abre los ojos, Matrix o El show de Truman, por citar algunas películas famosas). No nos podemos fiar de lo que oímos decir a otros, porque puede ser mentira; ni de lo que vemos y oímos en vivo, porque puede ser ilusionismo y realidad trucada. La experiencia directa de las cosas hoy es imposible. Pudo no serlo en el paleolítico, donde las técnicas audiovisuales de reproducción casi eran inexistentes. Pero hoy sí. Hoy día ya no podemos fiarnos ni de lo que vemos ni tocamos. Se adulteran los sabores con saborizantes y potenciadores del sabor, y lo mismo podemos decir del olfato; en cuanto al tacto, sólo los ciegos conocen las cosas tocándolas; y no todos; los demás, aunque toquemos la mano de un político, no sabemos decir quién es. 



            Se ha dicho que es verdad lo que vemos, oímos y tocamos. Pero no es así. También se ha dicho que la verdad está en la coherencia de las palabras, no ya en la correspondencia de las palabras con los hechos. Si sé que tal político está en Nueva York y yo lo estoy viendo en mi pueblo, una de las dos cosas es mentira. Si me dicen que Ucrania ha cometido un atentado contra Rusia teniendo Rusia cien mil soldados a las puertas de Ucrania, yo sé que esa información no es verídica; porque cometer ese atentado sería un suicidio y Ucrania está intentando defenderse, no suicidarse.

            Unos dicen que Trump ha perdido las elecciones en el año 2021. Trump lo niega, dice que han montado una gran mentira. ¿Cómo saber quién dice la verdad? No escuchando la radio, porque los locutores pueden tener identidades falsas. Ni la televisión, porque puede ser un montaje. Ni viéndolo en vivo y en directo, porque las papeletas que me muestran pueden ser falsas. Tampoco puedo fiarme de lo que me dicen, porque lo que me dicen puede ser mentira (aunque quien me lo diga sea una persona de carne y hueso). Una mentira de Trump puede tener la misma fiabilidad que una verdad de su adversario; o viceversa. No hay en democracia pruebas exactas de la veracidad de lo que dicen los políticos.

            ¿Entonces por qué creer a unos antes que a otros? Se trata de actos de fe, no de cosas probadas. La gente de la calle no está acostumbrada a razonar, por eso no utiliza la lógica para distinguir la verdad de la mentira: lo que sería una auténtica demostración; y aun así podríamos también dudar de ella, porque hay juegos matemáticos donde la razón y el cálculo incurren en paradojas y parecen trucados. Si no se puede saber dónde está la verdad, sí se puede creer en ella; y la verdad está donde nosotros queremos.

            Dos personas están viendo un partido de fútbol. Han metido un gol. El partidario del equipo goleado dice que ha sido fuera de juego, el otro dice lo contrario; y aunque repiten la jugada a cámara lenta los dos siguen en sus trece, porque los dos ven lo que quieren ver, no lo que sucede realmente. Volvamos al ejemplo de Trump. Si sus partidarios aceptan, con él, que hay millones de votantes que no tenían derecho a votar, no están negando que esos votos sean contrarios a ellos, sino que sean legítimos, porque no emanan de verdaderos norteamericanos. ¿Y quiénes son ciudadanos verdaderos? ¿Los que se han nacionalizado no lo son? ¿Lo son solamente quienes han nacido allí? No, dicen algunos, solamente quienes han nacido de padres que ya eran ciudadanos. ¿Entonces Trump no lo es? Porque sus padres eran suecos. Pero sus partidarios están dispuestos a no contar los votos de muchos latinos aunque sí los de Trump. ¿Por qué?

            Porque el problema no es la verdad. Es verdad que Trump es de origen extranjero, al igual que los latinos, eso lo saben los partidarios de Trump. Pero la cuestión no es la verdad, ni tampoco quién tiene razón, ni siquiera quién tiene derecho y quién no: la cuestión es votar a quien dice las cosas que nosotros pensamos; el resto no importa. El problema no es la verdad sino la solidaridad; la fraternidad, que dicen los franceses, o, como dice el cristianismo, que todos somos hijos de dios y por tanto que todos somos hermanos. ¿Ah, que los republicanos son cristianos? ¿Que el cristianismo predica la fraternidad? ¿Y que ellos no la predican? ¿Y siguen siendo cristianos? ¿Y con ello se contradicen? No importa. Lo que importa no es la  coherencia, sino el egoísmo. América primero. Aunque de América excluyamos a la mitad de los americanos. Quién sea americano y quién no, eso lo dicen nuestros intereses, no la realidad, no la verdad, porque estamos dispuestos a defender una mentira a pesar de que la verdad de las verdades la conozcamos.

            Entonces el mundo no está dominado por las noticias falsas, por los bulos. Son los bulos los que están dominados por el interés. Somos nosotros quienes decidimos elegir qué cosas queremos creer, al margen de la verdad, si hace falta. El problema no es la verdad, es el corazón. Cuando la gente no tiene corazón se pone un velo delante de los ojos porque sabe que la verdad la tiene delante, pero no quiere mirarla; prefiere creer las mentiras que defienden sus intereses y al principio lo hace por egoísmo, pero se lo acaba creyendo.

            La pregunta es: ¿por qué antes creíamos a los políticos moderados y ahora preferimos creer a los extremistas? La respuesta podría ser: porque antes la verdad era favorable a nuestros intereses y ahora ya no. Antes no nos molestaban los extranjeros porque nosotros teníamos trabajo. Ahora ya no lo tenemos y por eso nos molestan; aunque hayan venido, llamados por nosotros, cuando nosotros los necesitábamos. Y en vez de intentar que todos tengan trabajo preferimos quitárselo a ellos aunque sufran como perros y los tratemos como animales; y aunque pocos de nosotros estén dispuestos a trabajar en las condiciones degradantes que a ellos les imponen; aunque pocos quieran trabajar por los bajos sueldos que les están dando.

 


 

viernes, 11 de marzo de 2022

ALMA DE ACERO (1)

 

 

ALMA DE ACERO (1)

 


            La historia de Juana la Loca desfilará por entregas en esta sección de literatura. Una reina a la que trataron de loca porque solía estar cuerda, como don Quijote. Y como en un cantar de ciegos, como si fueran pliegos de cordel, las escenas de su vida desfilarán por estas páginas para mostrar que a veces, donde tenemos los sueños, sólo quedan realidades. Realidades que son delirios de los locos. O pesadillas.

 

1.

PRELUDIO

 

1. El sueño de la reina.  

 

Presa estuvo en Tordesillas

bajo las garras de Carlos,

en las ventanas, barrotes,

en los jardines, barrancos,

sobre las aguas, cañones,

bajo las aguas, palacios:

y hundidos por las bombardas

estaban sus ojos blancos;

aterrorizados, ciegos,

perdidos y recobrados,

perdidos por la razón,

por la locura, ganados,

rotos de tanto sufrir,

rotos y desgarrados,

quedando, bajo las balas,

por fuera desvencijados.

 

El río Duero quemaba

su rostro atormentado.

Mostrábale el resplandor

horrores del rey don Carlos,

el hijo de sus entrañas,

el vástago despiadado,

cómo gozaba quemando

las ciudades y los campos.

 

Miró. Sus ojos ardieron con las llamas

que ardían cuando Medina fue quemada

y una garra le arrancaba, sin piedad,

los tiernos sentimientos, las entrañas;

entre ellos, su hijo, ahogado en la maldad,

ardía en el infierno de la infamia.  

   -Hijo mío –le decía-, quieres ser,

pues te han nombrado emperador de Alemania,

cueste lo que cueste y caiga quien caiga,

quieres ser emperador de las Españas;

y no te detienes en quemar, matar,

hundir, robar, romper, violar si hace falta.

Tú no eres mi hijo: ya no hay corazón

en la piedra que en tu pecho palpitaba.

 

La Santa Junta llegó

a hablar con la reina Juana

de justicia y de razón,

y del corazón, del alma;

y vino el Consejo Real,

la sombra del rey de España,

la injusticia de don Carlos,

la sinrazón disfrazada;

y puso amor con engaños

donde hubo odio, donde hubo armas.

 


Ardió Medina en las teas

sobre sus propios tejados,

de sus propios habitantes

los cañones dispararon

sobre las calles y casas,

la ciudad que amaban tanto;

y fueron, como Nerón,

corazones despiadados,

romanos quemando Roma,

en honor del rey don Carlos.

 

Los imperiales tomaron Tordesillas.

Y los comuneros perdieron el alma.

La reina, contemplando todo el horror

en el corazón del niño al que engendrara

no pudo, no quiso justificar nunca

la vileza de su hijo; pero estaba

atada por el corazón

y una madre nunca puede decir nada

contra el tirano, si es su hijo, por mucho

que siembre injusticias, que derrame infamias.

 

Mas perdieron Tordesillas,

¡ay!, las tropas imperiales;

el ejército de Carlos,

su hijo, ¡ay!, los desastres

conocía, la derrota,

el exilio por delante.

Y llovía en Villalar.

El ejército se parte.

Y la pólvora mojada

bajo aquellos vendavales

de agua no prendió y las tropas

comuneras lo apresaron;

y volaba por los aires,

¡ay!, con sus esperanzas,

la vida de aquel rey infame

nacido de sus entrañas;

condenó como mujer

y salvaba como madre.

 

He aquí el emperador decapitado.

El verdugo, mostrándolo a la multitud

-cuerpo en el suelo y cabeza agarrada

por el pelo, bajo un cielo triste y azul-,

con un hacha en la mano, el corazón

de su madre rompe mientras rompe el tul

que velaba sus ojos locos de amor;

y el clamor de la justicia se oye al sur

de los Pirineos, y al norte, en Flandes,

un fundido en negro se extiende por las calles.

 

 

He aquí a una mujer desconcertada.

He aquí ciegas visiones de mi encierro.

En la niebla que cubre mis ojos no hay

más que lumbre y desesperación y miedo;

lumbre que me quema el alma, me deslumbra

y borra los perfiles de lo que veo;

desesperación que me nubla los ojos

poniéndome imágenes que yo no quiero;

y miedo de ver morir descabezado

al hijo al que crié no hace tanto tiempo.

¡Aparta de mí este cáliz, estas sombras

que me llenan de dolor y desconcierto!

¡Aparta estas visiones del alma, llévate,

dios mío, estas sombras, estos tormentos!

¡Cómo lloraba María, cómo era

su dolor nunca soñado, siempre cierto!

                                               Creedme, que me parece

que todo cuanto veo, cuanto me dicen,

                                               es sueño.



2. El sueño de vivir.

 

Quince años llevaba cautiva la reina.

Quince años, quince vidas contando el tiempo

-pues cada año es una vida y ya no sabe

cuál es mentira y cuál vive en los sueños.

El sueño de vivir…- Los muros de piedra

sujetan la mentira y sólo ve muertos;

pues le parece que los sueños terribles

que la están llenando de fiebre en su encierro

son la realidad vestida de visiones

y no quiere contemplar al  hijo muerto.

Ni siquiera en sueños. No quiere encontrar

realidades escondidas,

cuando se despierte en una de esas vidas

y tenga que llorar por el hijo muerto.

                                               ¡No quiero soñar! ¡Acaso

                                               sea verdad lo que sueño!

                                               ¡Ni despertar, puede ser

                                               realidad estar despierto!

Hace quince años que la reina Juana

vive encerrada en las paredes del tiempo,

temiendo abrir los ojos a realidades

turbias, temiendo cerrarlos por si el viento

acaso pone verdad en sus recuerdos.

                                               El sueño de vivir.

                                               La vida entre los sueños.

Hace quince años que la reina Juana

fue encerrada entre paredes, ¡oh, qué lejos

parece ya! Ha venido a visitarla

Rojas: es el presidente del Consejo

de Castilla; quiere que la reina firme

unas provisiones contra los comuneros.

Y de los comuneros no sabe nada

que no vea entre los muros de su encierro.

-Quince años ha –contestó la reina Juana-

que no dicen la verdad en lo que veo,

que no me tratan bien; y por mi ventana

sólo veo las aguas del río Duero.

Me habéis mentido, marqués, ya no os creo.

-Verdad es, señora, que os he mentido,

por quitaros de pasiones lo he hecho,

por ahorraros dolorosa realidad

en tantas cosas que pasan, en los hechos.

Yo enterré a vuestro padre, verdad os digo,

hágoos saber que vuestro padre es muerto,

y ahora debéis saber que, como reina,

habréis de hacerles frente a los comuneros.

-Yo no sé si existen, en verdad os digo,

si esos comuneros también son sueños;

todo esto es confuso para mí: las piedras

de mi palacio son lo único que es cierto-

díjole la reina a Rojas, añadiendo:

-Obispo, creed que todo me parece,

así lo oiga, así lo vea, sólo un sueño.

 


Calcina el sol las piedras de Tordesillas.

En las piedras de Medina hay un templo

-para entonces estará muerta la reina-

que fundara otra mujer, Santa Teresa,

distinta de su madre, distinta de ella,

que también tuvo visiones, sin saber

si del espíritu de dios o del demonio;

fueran locura de amor si eran divinas,

o fueran locura mala si eran de odio.

Por las tierras de Castilla más al sur

iba cabalgando un caballero loco

y un hombre recio también iba a escribir

cosas extrañas de que la vida es sueño.

Noche oscura del alma, diría San Juan,

castillos interiores, que estaban lejos,

pero el de La Mota, lleno de troneras,

al cuerpo apuntaba derramando fuego.

Noche fascinante aquella edad

de luces oscuras, el Renacimiento:

¡ay, doña Juana, ya deja de soñar,

deja ya de servir a los tiempos viejos,

ponte a buscar las huellas de la verdad

en las visiones verdaderas del viento!:

no murió el emperador, porque ganó

la guerra que libraron los comuneros

contra el gobierno que venía de Flandes;

Castilla contra los castellanos: veo

que empieza el emperador un tiempo nuevo

y no será Castilla, leyes serán

que desborden de Castilla al mundo entero.

                                               Como se desborda el Duero.

¿Dónde está la verdad?  ¿Castilla soñada

y vieja, la que sueñan los comuneros?

¿O una Castilla universal, no del Cid,

sino Cervantes, Velázquez y Quevedo?

¿Cuál es la Castilla verdadera, dónde

luce la verdad enterrada en un velo?

¿Está en la bruma de la noche? ¿El cielo

ha de ser luz para poder ser cierto?

No hay luz sin sombra. La luz entre la niebla

también inunda la realidad, pero

de otro modo. ¿Es auténtico, es cierto,

qué pasa con las verdades que son falsas?

Fue falsa una gran verdad: el imperio.

Y fue auténtica una gran mentira, fue…

la justicia: escondida entre las nubes

                                               del tiempo

y esperando a don Quijote a que vinieran

tiempos nuevos. Que es un sueño la verdad,

una luz, una utopía, una niebla

que tendrá que renacer en otro tiempo.

Pero ahora la tempestad agita el Duero.

                                               Doña Juana, doña Juana,

                                               alejada de la mar,

la meseta de Castilla

                                               ¿no tendría que cambiar?

                                               Doña Juana, doña Juana,

tus manos saben hilar,

hilando el aburrimiento,

¿dónde vienes a buscar?

                                               Doña Juana, doña Juana,

                                               ¿dónde encuentras la verdad?

                                               Encerrada en Tordesillas

¿dónde tienes que mirar?

                                                           -En el tiempo.

                                               Sólo miro en el recuerdo

y el futuro no se ve,

                                               mas la rueca, hilando dentro,

                                               poco a poco surgirá.

                                                           Creedme.

                                               Que me parece que todo

                                               son ficciones de mis sueños,

                                               y entre sueño y sueño, miro

el único sueño que es verdad.

 


sábado, 5 de marzo de 2022

 

 

 

CUERPOS SIN CABEZA   

 


            Hércules de feria. Músculos hinchados, tensos hasta el dolor. Venas esculpiendo músculos a punto de estallar. Cuerpo enorme, cabeza pequeña. Como esos herbívoros gigantescos (estegosaurios, seismosaurios, diplodocus) que tienen, en comparación con el cuerpo, el cerebro del tamaño de una cabeza de alfiler. Cuerpos enormes con dos milímetros de cerebro, cuerpos sin cabeza que tenga capacidad de pesar. Sacos de proteínas, carne de gimnasio. Pasión sin control, obsesión por la fuerza, cultivo del músculo, enfermos de vigorexia. Es capaz uno de esos hércules de sobrecargar su hígado, su corazón, su vida, y no darse cuenta más que cuando casi está muerto. Adicción al músculo, a la presencia, a la apariencia, a la fuerza; no creer que en el mundo pueda haber cosas más admirables que estar fuerte.

            Mitos de pasarela. Cuerpos raquíticos, gestos ingrávidos, rostros infantiles, caras de ángel. Ojos que irradian belleza selectiva. Rostros divinos, manos adorables, brazos esbeltos en su hermosa desnudez. Piernas de sílfide, manos de garza. De una belleza esculpida en la cocina de la dieta. De una delicadeza cuajada en la mesa del hambre. Piel tersa, casi sin carne, hermosa y frágil con la textura de un flan. Esos cuerpos de leyenda son bellos, sí, pero hay muchos cuerpos bellos y para ser elegidos deben pagar el peaje del sexo. No viven por exhibirse, se desviven por ajustar sus carnes (o la falta de ellas) al molde ideal. Algunas mueren de hambre, o de la falta de hambre, cuando tienen un cuerpo hambriento que está gritando por comer. Víctima tiranizada de la moda, cuerpo del deseo. Belleza esculpida sin cabeza, cerebro que sólo piensa a través de una obsesión, no es humana, sino objeto. Anorexia.

            Flor de perdición. Cuerpos que sólo valen para ser regados por dentro. Puedes ver a los jóvenes un viernes por la tarde en la tienda del barrio. Cuando hacen cola en la caja se les distingue muy bien porque en el carro sólo llevan botellas; botellas de whisky, de ron, de vino del barato, de gaseosas con sabores para mezclar con el alcohol; y vasos de plástico, litronas de cerveza. Los ves por la calle y llevan bolsas de plástico en la mano cargadas con botellas. Por comida bolsas de patatas, rara vez cacahuetes, patatas grasientas que se inyectan en la sangre, listas para sembrar en los jóvenes las enfermedades que solo tienen los viejos. Su único objetivo es emborracharse, reunirse en ese espacio donde se reúnen todos los viernes los mismos jóvenes con las mismas botellas. Morrear en una esquina o detrás de un árbol, jóvenes que casi no quedan para salir entre ellos, salen para servir al rito. El rito del alcohol, y como ellos mismos dicen: 

            -Antes quedabas para comer y follabas luego.

            -Ahora follas y quedas después.

            Aires de botellón, tardes de cabeza vacía, tiempos de borrachera. Empezaron diciendo que los bares eran caros. Que les salía más a cuenta comprar un botellón y bebérselo en la calle. Ahora salen de botellón y luego van a los bares. Y el dinero se multiplica. Dicen que botellón es beberse cualquier cosa, incluso zumo; en realidad el botellón es beber alcohol y el zumo sólo está para bañar el whisky; o si no, beben cerveza; o calimocho, que tiene que ser con vino malo, vino de caja, el de los pordioseros. No les gusta el vino y es porque no lo saben degustar, ni tampoco quieren. Ir de botellón es concertarse para hastiar lo más bajo y primitivo que tiene la naturaleza: el estómago; la botella sin control, cuando el vómito es el único dispositivo que hace parar a la botella; soltar el asco, dormir la mona, tumbado en la acera; de vez en cuando un coma etílico, la ambulancia para el hospital, y de vez en cuando, también, sobrevivir después de un susto. Es la hez de la sociedad, degenerar la juventud, intransigencia para quien no bebe, esto es putrefacción, es la decadencia. 



            El hombre vende fuerza. La mujer, belleza. El joven vende decadencia. Pero ni los hércules de feria ni los mitos de pasarela ni las flores de perdición quieren usar la cabeza. No quieren, no es que no sepan. En la escuela les enseñan a pensar, pero no quieren, les enseñan a valorar las cosas, pero les resbala, les enseñan a no fumar, pero fuman y se drogan cuando beben a pesar de que saben que eso no es bueno ni para el vientre, ni para los pulmones, ni para la cabeza.

            La cabeza sabe equilibrar los alimentos, en la escuela pueden aprender, pero no quieren: el atleta busca proteínas sin grasa, si me apuntas también sin vitaminas, porque el músculo tiene prisa por crecer a costa del cuerpo; la modelo busca delgadez a costa de la salud y come frutas y verdura y agua, mucha agua (de proteínas no le hables; mucho menos de grasa); y el esclavo del botellón bebe azúcar metido en alcohol y come grasa empaquetada en patatas fritas y le sube la tensión, porque sufre el corazón y sus venas se llenan de grasa. La cabeza sirve para controlar al músculo, a la degeneración y a la belleza; la escuela sirve para amueblar la cabeza; pero ni la escuela se toma en serio ni ellos toman en serio a la escuela.

            Culto al cuerpo. Para ser fuerte, para ser bello o para disfrutar a costa de la belleza y de la fuerza. El gimnasio, la pasarela y el botellón son los grandes dioses de nuestro cuerpo; los tres tiranos que lo esclavizan. Del gimnasio saldrán soldados, de las pasarelas prostitutas y de los botellones borregos; cuando debieran salir deportistas, hermosura culta y hedonismo bueno. El deporte sirve para medir nuestras fuerzas retándonos unos a otros peso sin aplastar al adversario, mucho menos matarlo. De las pasarelas debieran salir actores, danzarines y lectores, en un mundo de arte donde la belleza del cuerpo irradia con el alma y el alma luce con los libros, el cine, la danza y la delicadeza. Y del botellón debiera salir esa visión del mundo que busca placer en el cuerpo respetando sus límites, regándolo con la riqueza del alma y el alma con la riqueza del cuerpo.

            El cultivo del cuerpo y su cultura son el antídoto contra el culto al cuerpo, desarrollar nuestras carnes y no destruirlas: para eso sirve la Educación Física. Pero no para organizar torneos y llenar vitrinas cargadas de copas, convirtiendo al alumno en una máquina de ganar copas aun a costa de su cuerpo: forzándolo y sacándolo de quicio cuando lo que hay que hacer es desarrollar sus fuerzas sin someterlo a excesos. La Educación Física sólo es buena cuando está al servicio del desarrollo de la personalidad, cuando el cuerpo se convierte en compañero del espíritu, del corazón y del pensamiento.

            La Educación Física no es sólo deporte. También es danza, relajación, expresión corporal, equilibrio y acrobacia. Suelen los chicos decir que esas cosas son para chicas, que ellos son machos y varoniles: y lo dicen porque no tienen cultura del cuerpo, porque para ellos el cuerpo es fuerza y no delicadeza, mucho menos sensibilidad; pero de las vivencias del cuerpo surge la vida del corazón, de la amistad, del sentimiento; y también la salud de la cabeza, que oxigenando el cuerpo se crea un clima propicio para que puedan brotar la razón y el pensamiento.

            Si fuéramos cabezas sin cuerpo seríamos robots esquemáticos y fríos. Si fuéramos cuerpos sin cabeza seríamos brutos, y no nos distinguiríamos mucho de las amebas. El ser humano es un cuerpo que merece ser gobernado por la cabeza; y reclamar su derecho a mandar en la cabeza a su vez, cuando la cabeza se desborda creyendo que lo único que vale es el pensamiento. Que el jugador piensa las jugadas mientras las hace pero el público, más que el árbitro, las ve desde lejos y por eso las ve mejor: la cabeza es el público que le dice al cuerpo cómo debe avanzar, mientras que el cuerpo corrige a la cabeza, que se olvida de las cosas elementales, porque muchas veces, cuando piensa, puede estar demasiado lejos.