viernes, 25 de marzo de 2022

EL DESTINO DE EUROPA

 

EL DESTINO DE EUROPA 


            Políticamente hoy es Europa una potencia débil. Pero está hecha de esa debilidad que da la fuerza, porque, por respeto a la libertad de todos los Estados que la integran, tiene que pagar el precio de no hablar con una sola voz. Otras potencias hablan con una voz única pero tienen por dentro maniatadas sus voces; la fuerza que ejercen en la escena internacional es aparente, porque en el fondo son inmensamente débiles.

            Europa adolece también de una debilidad militar: sólo Francia es una potencia atómica; Europa tiene ejércitos menos poderosos que Rusia y China, y éstos los tienen aún menos que los Estados Unidos.

            Europa es una enorme potencia cultural. La fuerza de su cultura es descomunal. Los Estados Unidos son un país joven y ni de lejos pueden compararse con la enorme riqueza europea. Rusia tiene una cultura exquisita y la de China es de una riqueza milenaria. Ante mi ignorancia a la hora de compararlas me atrevería a decir que Europa, China y Rusia es posible que tengan sendas culturas de una fuerza equivalente.

            Pero Europa tiene una riqueza moral: eso no lo pueden decir ni Rusia ni China. China tiene filosofías que han marcado hitos en el pensamiento moral del mundo, pero Europa disfruta de un respeto a los derechos humanos como no lo tiene ningún país del planeta; y esto no tiene que ver con el hecho de que, coyunturalmente, promueva la violación de esos derechos un buen número de europeos. Es como el mar, cuyo oleaje puede desbaratarlo todo pero en sus fondos abisales, que son la identidad inconsciente de Europa, hay un sentimiento arraigado de respeto que es su tarjeta de presentación verdadera; que perdura mucho más que las efímeras tarjetas de atropellos que identifican por momentos a muchos europeos. En oposición a ellos, Estados Unidos parecen tener una doble identidad paradójica: en su medalla brillan, por un lado, los nobles ideales de Europa, y por el otro, la sombra de los fanatismos medievales, restos de un pasado que se niega a desaparecer.

            El primer tercio del siglo XXI es el del declive de Europa: militarmente va a ser arrinconada por Estados Unidos, Rusia y China y políticamente tiene escasa trascendencia (aunque la tiene). Pero hay un auge de Europa que viene de su esencia, de aquello que permanece, una riquísima cultura donde convive lo despótico con lo humano y una dimensión ética envidiable para cualquier país de la tierra. Por eso podemos decir que el declive de Europa puede ser una realidad coyuntural a lo largo de décadas, esperemos que no durante siglos; pero Europa es, en la cultura, uno de los grandes faros de la humanidad y en la moral, el único. Puede que las mareas bajas eclipsen los valores de Europa y sus realidades; pero su presencia será permanente en el enorme empuje que siempre tienen sus mareas vivas.

 


 

2 comentarios:

  1. Un grato momento para Europa, libre, empática y cultural al cien por mil, rescato:"pero Europa disfruta de un respeto a los derechos humanos como no lo tiene ningún país del planeta; y esto no tiene que ver con el hecho de que, coyunturalmente, promueva la violación de esos derechos un buen número de europeos."

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  2. De acuerdo acuerdo contigo Mariano, los valores de Europa merecen ser defendidos. Los derechos humanos, la libertad de pensamiento, la igualdad... tenemos la obligación moral de preservarlos.

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