ONTOLOGÍA
DEL JUEGO
Recordemos que existen dos clases de juego, dos
estructuras de lucha, dos formas de luchar: la teletaxia y la televida.
La lucha por la existencia es teletaxia.
La lucha por nuestra forma de ser es televida.
La historia es
lucha por la existencia temporal.
La lucha contra el tiempo es la patética. Hay dos formas de patética: la lucha por la existencia
impuesta (tragedia) y la lucha por
la existencia eterna (mística); el
drama de vivir nuestro tiempo interior (nuestra historia) contra un tiempo que
nos viene de fuera (el destino) hace que podamos caracterizar la tragedia como
erótica y lucha del anacronismo.
A través de la tragedia buscamos una existencia más
acorde con nuestro ser; también lo hacemos a través de la mística; el goce trágico y el goce místico son, por consiguiente, en tanto que reconciliación de
nuestro ser con el mundo, una búsqueda de lo esencial; por eso son
trascendentes.
2.
Definiciones complementarias.
El descanso es reposo o juego. El reposo es una forma de descansar en la que se detiene la
conciencia apartándose de la lucha (por ejemplo durante el sueño). El juego es el descanso consciente.
También durante el reposo se puede prolongar la lucha, pero es ya en el inconsciente:
sueños, pesadillas y (quizá también) ensoñaciones.
El juego puede ser laboral o lúdico. Es juego laboral el que sirve a la lucha
por la existencia (trabajo en sentido bíblico como maldición o cadena). El juego lúdico sirve al ocio consciente,
en su doble aspecto de trabajo por la esencia y diversión (que son conceptos
que se solapan): ambas caen bajo la etiqueta de afición (hay aficionados al
fútbol y aficionados a la filosofía, al ajedrez, a la baraja, a la música o al
teatro). El juego lúdico es entretenimiento.
El juego laboral es obligación.
El juego puede ser de tiempo o de pasatiempo. Es juego de tiempo cuando utiliza el
tiempo para vivir en él, y es pasatiempo
cuando se sale de él sin ir a ninguna parte (se habla entonces de matar el
tiempo o pasar el rato: el pasatiempo llega incluso a llamarse “matarratos”).
Como la vida es tiempo, matar el tiempo es morir un poco: si es en busca de la
eternidad estaríamos en la mística; pero si es para quedarnos fuera del tiempo
y de la eternidad estaremos muertos en vida: tal es el aburrimiento, spleen de
los poetas, que lleva a la desesperación y la angustia.
El juego lúdico es el mundo de la comedia o de la mística;
el juego laboral es el de la tragedia
o el drama.
El juego laboral es tentación o compromiso. En la tentación, se captan voluntades
mediante la destrucción de la voluntad ajena (convirtiendo el deseo en
capricho). En el compromiso, dos
rivales compiten en calidad para ganarse el sustento: tal es la competitividad.
El juego lúdico es exhibición o carácter. Es carácter la superación de sí mismo por
el mero placer. La exhibición es,
también, superación de sí mismo, solo o frente a otros, pero sólo para recibir
el aplauso del público; ganar es aquí ser reconocido como el mejor, y no importa
tanto serlo como parecerlo; ganar un partido de tenis puede suponer
superioridad real sobre el adversario, pero también marcar un tanto en el
momento adecuado; ganar un partido de fútbol puede deberse a haber tenido la
suerte de marcar un gol, aunque el otro
equipo sea mejor que nosotros.
La tentación, la exhibición y el compromiso admiten trampas; el carácter, no.
3.
El ocio en el juego: nuevas definiciones.
El esfuerzo,
tanto trascendente (concentración) como inmanente (trabajo), produce alegría. Volvamos sobre algunas
cuestiones importantes.
La vida es ocio. Llamamos ocio al empeño de la esencia por instalarse en la existencia. Tres
son las formas fundamentales del ocio: el trabajo
por ser nosotros mismos (en él se cifra el carácter, cimentado en la
afición, el gusto, el hobby); la diversión
(que es distracción del esfuerzo para superar el cansancio); y el descanso.
Pero todo esfuerzo supone un desgaste que debe ser
reparado: y lo hace mediante el descanso. El descanso es un periodo de inactividad
durante el cual se llenan las fuerzas perdidas
Pues bien, hay una forma de descanso proyectado en
formas, más que trascendentes, intrascendentes, en el ocio. El ocio generado
tras el esfuerzo es diversión; el
que genera la pereza es, por el contrario, distracción
y pasatiempo. Normalmente el
divertirse produce risa, que es una forma agradable de relajarse; el humor es,
pues, también una forma de esparcimiento.
En la conciencia trascendente hay tres formas nobles (arte, ética y ciencia) a las que corresponden otras
tres formas devaluadas
(respectivamente el juego, el humor y la técnica).
Ciencia es ver el mundo desde fuera. Esto implica estar
fuera del mundo.
La alegría es producto del esfuerzo, y
cuesta; el placer es gratis, no
requiere trabajar. Entre ambos se sitúa el arte
que, por participar de los dos, es a la vez esfuerzo y descanso, alegría y
placer, arte y juego, compromiso y evasión; esta doble naturaleza del arte hace
que a veces se confunda la tensión
artística con el placer ocioso:
por ejemplo, a la hora de distinguir entre la danza y el baile.
También vivimos
con distancia lo que les pasa a los demás (por el mero hecho de que a nosotros
no nos pasa): por eso nos reímos de los males ajenos sin sentirlos en carne
propia. Es el mundo de la comedia, del humor,
pero también del juego y del arte.
Podemos
distinguir entre necesidades de
supervivencia y necesidades de realización:
las primeras se caracterizan por la competitividad;
las segundas, por la competencia. La
primera requiere que los seres que interactúan sean compatibles: a esta
compatibilidad la llamaremos valencia.
Atendiendo al
tipo actitudinal de la valencia (de respeto o de desprecio) se pueden
establecer cinco tipos de lucha (agresión,
competición, negociación, crítica y plenitud):
a)
Lucha por la existencia (competitividad):
(1)
Agresión: interacción
entre dos seres cuyas necesidades son incompatibles.
(2)
Competición: interacción
entre dos seres cuyas necesidades convergen en el mismo objeto, y sólo uno lo
puede poseer.
(3)
Negociación: lucha desencadenada
entre dos contendientes por deseo de ambos y con necesidades compartidas.
b)
Lucha por la esencia (competencia):
(4) Crítica: relación entre un sujeto
guiado por la necesidad y un objeto que introduce una posibilidad: así, yo
deseo saber y el mundo tiene capacidad de proporcionarme datos.
(5)
Plenitud: afán de
superación, de mejora; eleva el nivel ontológico del individuo (un individuo
bueno tiene más ser que uno malo o malvado).
En el capítulo
dedicado a la historia aparecían ya caracterizados estos cinco tipos de lucha;
los dos últimos tienen que ver con la esencia, cuyas puertas nos adentran en
ese tipo de felicidad a que llamamos plenitud; y los tres primeros, de manera
especial el segundo, tienen que ver con el juego, particularmente con sus dos
dimensiones: aristónica (búsqueda de la perfección) y agónica (lucha por la
existencia).
4.
Anatomía del espectáculo: pereza y esfuerzo.
Juego sensorial.
Requiere esfuerzo del autor; un esfuerzo corporal en actividades como el
montañismo o el esquí, o un esfuerzo mental cuando se trata de crear obras:
pues la inspiración se prepara con el trabajo y también requiere trabajo una
vez que la hemos despertado; si el público se esfuerza en interpretar la obra
mientras la contempla, evita esa pasividad característica de la pereza del
consumidor: una pereza corporal cuando nos dejamos llevar por las atracciones o
por la comida basura; o mental, cuando consumimos productos, necesariamente
superficiales, de inspiración fácil, como los tabloides, los culebrones, la telebasura,
y esos productos literarios o musicales propios de la cultura kitsch; que no
viene a ser, en el fondo, más que falta de cultura.
Juego aristónico.
Es el mundo de la competencia. Siempre es el autor quien pone el esfuerzo:
corporal (velocidad, puntería, la faena del torero, los entrenamientos, las
marcas superadas por los atletas, las plusmarcas); o puede ser también esfuerzo
mental (en el caso del entrenamiento matemático o de la creación intelectual o
artística). El público puede contemplar la superación personal de manera pasiva
(como fans, identificándose incondicionalmente con sus autores que son sus
ídolos, o siguiendo las banalidades del Guiness de los records); pero también
puede ser espectador activo.
Juego agónico.
Es el mundo de la competición. Sus autores ponen esfuerzo (corporal en el
deporte: judo, fútbol, creación de jugadas bellas, elegantes y eficaces; y
mental, en las creaciones no físicas tales como las que se hacen en los
concursos musicales o las justas poéticas). El público puede contemplar el
esfuerzo desde la pereza del hincha, que se identifica incondicionalmente, y
por lo general de manera acrítica, con su jugador o su equipo; o desde el
esfuerzo del espectador activo que trata de entender, criticar, admirar y evidentemente
desfrutar con lo que está viendo.
5.
Conclusión.
Juegos de sensación, juegos de ejercicio y juegos de
representación. Juegos de trabajo y juegos de ocio. Goce lúdico, goce trágico,
goce místico, competencia y competitividad, tentación y compromiso, esfuerzo y
descanso, relajación y tensión, elementos todos que se encuentran englobados en
el concepto de juego; pero están dispersos en distintos tipos de juego, muy
diferentes unos de otros. Diversión, humor, valor, devaluación: placer. La
felicidad puede reducirse al placer cuando consume sin producir; pero cuando
trasciende los límites dramáticos del aburrimiento y la pereza, el placer se
convierte en plenitud.
Hay juegos para todos: juegos para vagos, juegos para el
esfuerzo, juegos de abandono, juegos de superación. Los mejores juegos están en
el límite del arte, se adentran en honduras trascendentes, y en esa zona de
nadie es difícil saber cuándo una representación es juego y cuándo también es
algo más. Habrá que adentrarse en los dominios del arte para conocer, aunque
sólo sea de forma nebulosa, esa tierra de nadie, pero más acá de esa zona el
juego estaba delimitado en toda su extensión. Hemos intentado estudiar todas
sus caras, perfilar sus territorios, explorarlo en todos sus paisajes. Estas
páginas han sido un primer intento de clasificación. Si ese intento ha dejado
muchas lagunas, el tiempo lo dirá.
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