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viernes, 31 de diciembre de 2021

DE LA EDUCACIÓN INTEGRAL DE LA PERSONA

 

DE LA EDUCACIÓN INTEGRAL DE LA PERSONA   

 


            Mi hijo ha sacado un sobresaliente. Pero no en educación física ni en plástica ni en música, no… ¡En matemáticas! ¡En física, en biología, en lengua! En las cosas que importan de verdad. Mi hijo es un genio.

            Estos padres no saben lo que dicen. Querrían que su hijo fuera un cerebro sin cuerpo, sin alma, sin sentimientos. Su hijo podría ser –pero ellos no se dan cuenta- un cerebro conectado a una pila que sólo vale para calcular. El niño que saca sobresaliente sólo en las cosas del pensar no es más que una computadora conectada a la luz; que nos digan esos padres qué les parecería que su hijo les hablara con la cara convertida en teclado, un circuito donde tiene la cabeza y una memoria electrónica donde tiene los recuerdos.

 


            Mi hijo ha sacado sobresaliente en educación física. Tiene un cuerpo de Hércules, una fuerza impresionante, nadie puede con él y gana todos los partidos. Eso sí, suspenso en matemáticas, en física, en biología, en música, en plástica, en historia, en literatura, no sabe nada de nada pero… mira qué cuerpo tiene.

            Estos padres no se dan cuenta de que su hijo es un cuerpo sin cerebro, sin mundo y sin corazón, que no sabe disfrutar con nada que no sea el cuerpo ni le interesa el arte, la música, la literatura, la historia y la ciencia; ese chico podría ser un cuerpo sin cabeza. ¿Qué pensarían esos padres si vieran así a su hijo?

 


            Mi hijo ha aprendido un buen oficio. Va a ganar salarios estupendos y lo van a llamar de todas partes y no vivirá más que para el trabajo; cuando uno vive para trabajar no sabe trabajar para vivir.

            Ese chico no sabría pensar, con los demás haría el ridículo, no sabría qué hacer en las fiestas y sería un alfeñique; ni sabría hacer ejercicio físico, ni sabría bailar ni relacionarse con las chicas, sus padres lo tendrían metido en casa y sería un inadaptado; eso sí, ganaría un buen sueldo.

 


            Mi hijo tiene un montón de amigos, lo llaman a todas partes y todos le quieren; qué pena que no sepa nada de nada, ni siquiera sepa pensar y no tenga oficio ni beneficio; ni tampoco conozca las historias de su país, ni las mejores obras de arte, ni tenga maña para pintar ni tampoco sepa sentir la música.

            Ese chico será una máquina de hacer amigos. Sin cuerpo y sin cabeza, sin corazón y, si me apuras, sin cuerpo; sabrá posar allí donde vaya, será un hombre de éxito y siempre será un figurín.

 


            Mi hijo es inteligente, tiene cuerpo de atleta, sabe un montón de cosas, tiene un buen oficio y no le faltan amigos; ay, pero no tiene corazón.

            Ese chico será un pensador cruel con un cuerpo bruto, tendrá una cultura apabullante y dominará el oficio; ay, pero será frio, maquiavélico y calculador, ese chico tal vez sea un asesino.

 


            A los chicos no puede faltarles ni cabeza ni cuerpo ni cultura ni amigos, ni puede faltarles corazón ni oficio. No tener más que cabeza es quedar convertido en máquina. No tener más que cuerpo es vivir esclavo del gimnasio, del abuso de sustancias vigorizantes, de la vigorexia; el cuerpo debe desarrollarse en contacto con la cabeza porque ya lo dice el refrán: mens sana corpore sano. No tener más que oficio es condenarse a ser un engranaje de la sociedad, sin libertad ni vida propia. No tener más que amigos es olvidarse de que la vida social no puede darse si no tenemos nada en el corazón, el cuerpo, el trabajo o la cabeza.

            Nuestros hijos no pueden ser como Mister Spock: pensamiento que no siente. Ni como Pinocho: sentimiento que no piensa. Ni tampoco como Hitler: el pensamiento de un corazón enfermo. Ni como Fausto: una mente brillante que vive aislada en su soledad, sin atreverse a salir a la calle. Una persona es un corazón, una cabeza, un cuerpo, un ser social y un oficio, esas cinco cosas juntas conforman el desarrollo integro de la persona. La educación del cuerpo está al servicio de la persona, lo mismo que la del corazón y la cabeza, y si falta alguna de esas cosas el equilibro estará cojo. La sexualidad sin amistad es violación; el ejercicio físico sin cabeza da siempre en el exceso; en el deporte que quiere ganar a toda costa aunque en el camino nos dejemos el corazón, porque nos falle; quien sólo tiene amigos y está vacío por dentro no es más que un presuntuoso, un figurín, un escaparate. Y para no ser ni violador ni imprudente ni estafador, ni maquiavélico ni ignorante ni un figurín en el escaparate: para no ser ninguna de esas cosas, ha de ser completa la educación; no hay que dejar pasar unas para favorecer a otras porque las consideremos de mayor trascendencia: todos los aspectos de la persona son igualmente importantes; y aunque faltara uno solo ya estaría roto el equilibrio, porque tendríamos al discípulo abandonando la fortaleza, convertida ya en una persona frágil. He aquí las cosas en las que debe pensar un buen maestro.

 


jueves, 19 de diciembre de 2019

LAS MURALLAS





LAS MURALLAS    


             Para protegerse de los mongoles los chinos construyeron una gran muralla; sus dimensiones son tales que se puede ver a gran distancia desde el espacio.
            Berlín quedó dividido por un muro que separó a las familias desgarrando el sentimiento de mucha gente; muchos murieron intentando atravesarlo; a diferencia de la muralla china, el muro de Berlín no protegía a nadie de las invasiones.
            Durante la guerra de Cuba España dividió la isla con una barrera infranqueable: la trocha de Júcaro-Morón; pero fue cruzada incontables veces por el general Máximo Gómez teniendo apenas sólo una baja entre sus soldados.
            Melilla tiene una valla que impide el paso de los emigrantes a España. Donald Trump se propone levantar otra que aísle a la gente de Estados Unidos y Méjico. Israel ha construido otro muro que separa a judíos y palestinos. Otras barreras menos materiales separan a la gente, como la segregación en los Estados Unidos en tiempos de Martín Lutero King, la religión en los Balcanes o el apartheid en Sudáfrica.
            Durante mucho tiempo las ciudades, para defenderse de los saqueadores, tuvieron que protegerse levantando murallas: Lugo, Ávila, Segovia, Carcasona… Los castros también las tenían, y los fuertes del salvaje oeste, y las empalizadas de los campamentos romanos. Todas las fronteras separan a los países como otras tantas murallas.
            Durante los años sesenta se puso de moda el deseo de derribar las murallas. Lo hizo John Lennon con la canción Imagine, otra canción titulada San Francisco hablaba de casas cuyos habitantes habían tirado las llaves y la construcción de Europa se hizo borrando fronteras; podríamos encontrar ejemplos de países que se empeñaron en tirar todos los telones de acero.
            Los muros, en sí mismos, no son ni malos ni buenos. Cuando se construyen para evitar ataques tienen, cómo no, su razón de ser; pero si se levantan para no dejar pasar a la gente perseguida, pobre y desnutrida, ya es otra cosa; no es lo mismo poner la otra mejilla que dar de comer al hambriento; también es verdad que si damos cobijo a todo el mundo correremos el riesgo de quedarnos sin casa; la solidaridad con los de fuera no debería ser incompatible con el amor que les reservamos a los de dentro.


            Los muros protectores son bienvenidos; los insolidarios, aborrecibles; resolver los problemas de casa no es cerrar los ojos a nuestra realidad circundante, sino abrirlos para protegernos dentro sin menospreciar a los de fuera. ¿Y eso cómo se hace? Sólo sé que las columnas de niños hambrientos, madres desnutridas, jóvenes sin futuro y padres sin presente nada tienen que ver con las columnas de guerreros; las murallas de las ciudades amenazadas no tienen nada que ver con los muros que levantan, para que no pasen los hambrientos, los habitantes de las ciudades prósperas; querer confundirlas es poner una piedra donde tenemos el corazón, tratar como escoria a personas cuyo único pecado es pasar hambre y no tener un techo donde dormir: sobre todo en las noches de invierno.
            Cerremos las puertas quienes vienen con la espada en la mano; pero abrámoslas a quienes llegan con las manos abiertas; el problema es que la espada gusta de esconderse entre las manos desnudas, los guerreros sanguinarios se camuflan cobardemente entre la gente pacífica: pero son minoría; la gran mayoría es esa multitud de desharrapados que, después de estar padeciendo calamidades, sufren también la calamidad de que otros se disfracen de ellos; que vengan en nombre de dios es ya el colmo de las ironías, el colmo de las pesadillas.
            Los ejércitos, antes de combatir, deberían servir para evitar el combate; y eso se hace desenmascarando a quienes se hacen pasar por gente pacífica contaminando, con su presencia, a quienes son pacíficos de verdad: para eso sirve la inteligencia; no la fuerza bruta. No es de brutos darse cuenta de que si Londres se sale de una Europa que no la ha atacado es porque prefiere ver como enemigos a los amigos; sentirse superior a los iguales (que el Bréxit, igual que la independencia de Cataluña, es poner barreras donde no hacen falta y separar a las gentes de paz como si fueran gentes de guerra).
            Paz a los hombres de buena voluntad. (Que no. Que el lenguaje se ha levantado también como una barrera. Que en lugar de unir, separa. Es como si nos olvidáramos de las mujeres de buena voluntad, que están en la palabra de los hombres pero son invisibles, porque no se sienten amparadas en ella). Es tiempo de navidad, tiempo de paz, tiempo de luz. Que caigan los muros absurdos y sólo permanezcan los que de verdad son necesarios sobre la tierra.
  


  
ROMANCE NAVIDEÑO


   En Belén nació Jesús
desterrado entre los suyos
perseguido por Herodes,
enemigo de los niños;
y se tuvo que marchar
por desiertos y caminos
con María y con José,
extranjeros en Egipto.

   Encontraron un portal
y un pesebre allí, escondido,
y entre pajas fue a nacer
bajo un cielo gris oscuro;
lo alumbró una vieja estrella
que también buscó refugio,
astro errante sobre el cielo
con su cola y con su brillo.

   Lo arrullaron los pastores
y animales, que los hubo,
como el burro y como el buey
sobre un suelo viejo y duro.

   Desde entonces fue Jesús
renacer de un nuevo mundo,
un fulgor en la cultura
y un principio en otro culto
empeñado en enseñar 
a pensar y amar al mundo:
que este mundo es de los sabios,
no es el mundo de los brutos,
y ser sabio es cultivar
la palabra que se dijo
en la calle con la gente
y en las aulas con los libros.

   Quiera dios que en el portal
reine la paz de los libros
y decir “ven, navidad”
sea decir “hola” al mundo
donde vive la palabra
sobre gritos y susurros.

   ¡Feliz navidad! Alcemos
nuestras copas
encontrando el tiempo justo
de beber a la salud
de los buenos y los brutos;
y bebamos, pues hay sed,
sí, bebamos todos juntos
por aquellos extraviados
que aún caminan por el mundo.