DESPACITO
Ante el estupor que me produjo
semejante estupidez no supe decir nada. Estaba flipando, me quedé mudo… y volví
a escuchar la canción. Escucharla me reafirmó en mis impresiones primeras. En
los pelos de mis brazos que se erizaban como escarpias. En su vitalidad. Me
quité el sombrero (si no realmente, sí por lo menos de una manera imaginaria) y
lo tiré al ruedo. ¡Va por ti, Luis Fonsi! ¡Para que nos vuelvas a encandilar!
“Despacito”. Así se llamaba la
canción. El vídeo empezaba con las olas del mar. Con los barrios pobres de
Puerto Rico. Con el chico cuidando de las ocas y las gallinas. Con las casas
pintadas de blanco, pintadas de azul, con el sol atravesando el aire y
laminando el vacío y el cielo estallando de luz, y en la playa rumor de olas.
Gente riendo y conversando, brazos golpeando el hombro y piernas bailando, la
luz despedazando la oscuridad, estrellándose en los cuerpos ardientes,
bronceados, los viejos agitando en alegrías los mil latidos de sus corazones,
chorros de vida, batallas alegres en cuerpos que se asoman a los aires
apagados. Los jóvenes. La alegría de la vida, los bailes, las guitarras, las
palabras convertidas en sentidos, los sentidos que te ponen a cien, miles de
sensaciones y de trotes y de gritos y de coros que se rompen al unísono con los
sentidos disparados… He visto vibrar con ráfagas de luz, y olvidar que hace un
rato fui humilde, abrasado en los latidos del corazón, bailando.
Despacito. Cuando el baile te lleva
al corazón de un cuerpo, ráfaga de un ritmo frenético, un cuerpo metálico y
otro que es imán: despacito. Las pasiones del arrebato que crepitan, sin
paciencia, y sólo se pueden desplegar conteniéndolos en una carrera vertiginosa
que sólo se siente cuando se corre: despacito. Las ráfagas de la piel te llevan
lejos pero no puedes marcharte, tienes que quedarte aquí aunque los bramidos de
tu corazón sean potros desbocados; la única forma de disfrutar es contener la
furia, soltándola pero conteniéndola, pasito a pasito, la piel de la mujer se
abrasa en los besos, besos del sol, del mar, del vientre, de la arena, del
fuego, del pecho, besos del abismo que sale del vientre volcado en llamaradas.
Pasito a pasito. Quiero bailar
contigo, me acerco a ti, mi piel vibra y respira sudores de sexo y tú lo
sientes y te vuelves erotismo, discreto, abrasado y no lo puedes esconder, hay
miles de escarpias en el vello de tu piel, no lo puedes decir pero lo dice tu
cuerpo, quiero escribir en tu piel hasta convertirla en manuscrito…
Pasito a pasito, suave, suavecito,
nos vamos acercando, siempre despacito; tu cuerpo es un dardo que sopla en el
mío, tu cuerpo es imán y el mío es metal, te busca temblando, te siente en el
aire, te huele en la sal, el mar y la playa y el viento del alma deshecho en
quejidos, gritando y bailando, buscando el laberinto, tu cuerpo se pierde en tu
cuerpo y el mío y mi piel se desguaza, tu rompecabezas se monta en el mío, la
pieza que falta ¡yo tengo esa pieza!
Despacito. Tu cuerpo es un
manuscrito. Enseña a mi boca a escribir pronto en ella, quiero descubrir tus
lugares favoritos. Nos hemos acercado poquito a poco, tu piel, pegada a mi
piel, desgarrando el aire y el vino que estalla y que brama, quiero que me
enseñes tus zonas de peligro aquí, en la playa, que griten las olas, se rompa
en el aire el imán que me abraza, los dos abrazados, tus brazos me enlazan,
estoy apresado y yo a ti te atrapo y siento tus ansias, tus gritos, tus garras,
la voz que me estalla, tu boca llenándose de aire del vientre que estalla en
tus caderas… Esto pasa en Puerto Rico.
La vida que llama, el sol que se
para, el cielo que estalla en jadeos, suspiros. Mi voz que se apaga, respiras
ahogando y el aire te abraza, garganta que miro, la nuez de mi cuello, saliva
que traga, pasión desbocada, estertores del alma que rompe esa muerte: la que
el tiempo para, sentir que no estás mientras estás, abrazado a las lenguas del
mar, la arena, la playa, la sal que jugaba, tus piernas, mis brincos.
Despacito. Lentamente, despacito.
El ansia no espera, vamos a vivirla despacito. La vida se estrella en las rocas
del tedio, se va en la pobreza, disuelve sus aguas, se va entre mis dedos, se
va entre los tuyos que se crispa en los míos. Despacito. Es la vida que mana en
Puerto Rico. Las ocas, las gallinas, las casas de los pobres, paredes azules,
de un azul marino que atraviesa el frío: lo hace calor transfigurando el hielo
como transfigura la pobreza en alegría el sol que siembra en ti sus rayos. La
risa. La vida. El vuelo de la fuerza. Pasión, alegría, y el ritmo que hace
llevadera la desgracia. Estoy en Puerto Rico, estás en mi cuerpo, estoy en tu
abismo, la pieza que yo tengo se está abriendo en tu rompecabezas.
Despacito. Te busco, te miro, mi
cuerpo que tiembla, impulsos salvajes duermen en mi testosterona. Que vengan
políticos defendiendo a la mujer, y dicen que esto que pasó entre nosotros
incita a violar y eso es un abuso: que lo digan, si quieren, diles tú lo que
has sentido, yo les digo lo que siento, basta ya de confundir el bien con
puritanismo. Que incita a la carne, que dicen, nos llama, nos tienta, nos mete
de lleno en los rumores del sexo: ¡si! Mas no es violación, que tú te acercas
cuando yo me acerco a ti, muy despacito. Un canto a la vida es mi cuerpo en tu
cuerpo, tu cuerpo envolviéndome, Igor Stravinski, canción de primavera.
Despacito. Pasito a pasito, yo en
ti vivo mis pasiones. Y tú, que las vives, las sientes en mi cuerpo, mi lengua
en tu cuerpo esculpiendo un manuscrito: luego en la tuya, mi lengua en la tuya,
mis dedos en tus dedos, le estamos haciendo un canto a la vida. Que es
incitación, decís. Que es provocaros, decís, instinto sobre instinto: que sois
puritanos, confundís el bien con la muerte, la violencia con la energía, el respeto
con la vida sin vida, ser desvitalizado, decís que hay que huir de las
canciones que incitan al sexo.
¿Y qué? ¿El sexo es malo? ¿Acaso
es pecaminoso, exceso y abuso, acaso es malo estirar los músculos? Bien lo
decía Brassens: no todos los días se nos quitan las arrugas de las nalgas. ¿Y
qué? ¿Está prohibido ligar? ¿Hace daño comunicar tu pasión, despertar pasiones?
¿Acaso es violar compartir los abrazos y los besos? ¡No los confundáis con los
besos robados, con abrazos que agarran, con los dedos que se clavan en vez de
arañar, y arañazos que son garfios y cadenas! ¡No, no los confundáis! Dos
corazones que se disparan, dos pieles que se queman, velo con velo que se
erizan: ¡eso no es violar, que es compartir! Y todo empezaba con miles de
preludios, el chico a la chica que nunca la forzó a lo bestia, que fue
conquistando su piel y su antojo y su voz voluntaria, la voz que te busca, que
tú no la fuerzas, que viene y te atrapa, se mete en tu lengua, tu voz y
susurros, palabras y gritos.
Despacito. Lentamente despierta
en el clímax, se va poco a poco la falta de fuerza, la falta de arrastre, la
piel se despierta, las manos sin tono se tonifican hasta el grito. Nadie fuerza
a nadie, los cuerpos se atraen, calor de una noche en el sol del Caribe, no es
violar el ser salvaje cuando tú ardes también disuelto en salvajismo: salvaje
es el macho, salvaje es la hembra, salvaje es el sol que enciende los cuerpos:
explota, lo sabes, los cuerpos explotan, la piel que se estira, temblar en el
pecho, sudor en las manos, pasión en las piernas, inmenso resplandor ardiendo
en las pupilas. Hemos estallado… y al principio fue tierno. Nos hemos
acelerado… y empezó despacito. Perdiendo el sentido… y éramos voz al principio
que hablaba entre sentidos. Temblor en la frente, pensar sin pensar… y empezaba
consintiendo nuestros bríos. No, no es violación lo que estamos haciendo, no
hemos forzado, nadie fuerza a nadie, es fulgor que penetra en tu naturaleza. A
ti y a ella, señores políticos, defended a la mujer sin quitarle el cuerpo. Que
el respeto no es puritano, señores defensores de las mujeres, mujeres
defensoras de sí mismas, contra la vida: no confundáis la pasión y el abuso.
Que no hay abuso si te dejas llevar, si dejas sentir y decidir, te tomas tu
tiempo y al llegar al éxtasis tú eras tu ser y consentir tus latidos, y eso te
hace llegar, claro que sí… si haces el amor muy despacito.
Pasito a pasito, suave,
suavecito, viva el verano, viva la canción, viva la piel que vibra en el sol
latiendo al pensar que es fruto en tus bríos: los bríos de piel, piel y
pensamiento, sabor consentido, y no apagar por confundir el descontrol con el
latido… Pasito a pasito, suave, suavecito, no es violación si tú lo consientes,
y es abandono en una noche ardiente: que viva la vida, que duerma el dolor,
revivan las risas, no fuerza el amor si empieza despacito.
Que no es lo mismo respetar que
apretar el culo, señores políticos: viva la vida, sagrada pasión, viva Stravinski,
y en la primavera vive la danza en el ombligo; despacito; pasito a pasito;
esculpiendo la vida, escribir con la boca el cuerpo ardiente convertido en
manuscrito.
Despacito.
Cogiendo carrera hasta el
estallido: el sol del instinto.
Despacito.
Así se despierta el sentido del
ritmo creciendo y creciendo hasta el estallido.
Despacito. Viviendo y soñando,
lamiendo la arena allá en Puerto Rico donde viven los pobres, y viven riendo y
se alzan gritando en el vuelo del sino.
Poquito a poco. Sintiéndolo
apenas, sembrando el olvido sobre el dolor, siguiendo tus pasos que se pierden
en la arena.
Y se llevan al mundo donde todo cambia
y muy lentamente, esculpiendo el destino, venciendo a la pobreza sin dejar de
vivir: ¡nunca!
Despacito, en libertad.
Besa el sueño y trabaja por
despertar y despiértate siempre sin dejar de vivir.
Despacito, Fonsi, ponte a cantar.
Despacito. No dejes nunca de
cantar y nunca dejes de reír.
Despacito.
Porque la risa un día estallaba
en carcajada y la vida frenética y lenta se desparramó.
Despacito. Disuelta en el mar y
libre de amar: la voz del destino. Despacito.
Hermoso este final tan lírico que nos permite meditar despacito sobre la vida y el amor, pero tan despacito como para no olvidarnos de ningún detalle, de ninguna sensación que se pueda ir por el resquicio: " Despacito.
ResponderEliminarPorque la risa un día estallaba en carcajada y la vida frenética y lenta se desparramó.
Despacito. Disuelta en el mar y libre de amar: la voz del destino. Despacito."