viernes, 3 de mayo de 2019

DESPACITO




DESPACITO


             He pensado en una canción que escuchaba hace un año. ¿O fueron dos? Mi esposa me la hizo escuchar con aire dubitativo y después me dijo: ¿qué te parece? Yo le dije: ¡me encanta! Tiene ritmo, tiene letra, tiene vida, tiene gracia… ¡y es auténtica! Ella sonrió, tranquilizándose. ¿Por qué?, le dije; ¿no te gusta? ¡Oh, sí, mucho!, me respondió a su vez; pero es que hay gente que la está criticando. ¿Por qué?, me intrigué. Dicen que esa canción denigra a las mujeres, las trata como objetos… ¿Quééé? No la dejé terminar. ¿Quién dice eso? Algunas asociaciones de mujeres, respondió; algunos políticos; algunos ayuntamientos.
Ante el estupor que me produjo semejante estupidez no supe decir nada. Estaba flipando, me quedé mudo… y volví a escuchar la canción. Escucharla me reafirmó en mis impresiones primeras. En los pelos de mis brazos que se erizaban como escarpias. En su vitalidad. Me quité el sombrero (si no realmente, sí por lo menos de una manera imaginaria) y lo tiré al ruedo. ¡Va por ti, Luis Fonsi! ¡Para que nos vuelvas a encandilar!
            “Despacito”. Así se llamaba la canción. El vídeo empezaba con las olas del mar. Con los barrios pobres de Puerto Rico. Con el chico cuidando de las ocas y las gallinas. Con las casas pintadas de blanco, pintadas de azul, con el sol atravesando el aire y laminando el vacío y el cielo estallando de luz, y en la playa rumor de olas. Gente riendo y conversando, brazos golpeando el hombro y piernas bailando, la luz despedazando la oscuridad, estrellándose en los cuerpos ardientes, bronceados, los viejos agitando en alegrías los mil latidos de sus corazones, chorros de vida, batallas alegres en cuerpos que se asoman a los aires apagados. Los jóvenes. La alegría de la vida, los bailes, las guitarras, las palabras convertidas en sentidos, los sentidos que te ponen a cien, miles de sensaciones y de trotes y de gritos y de coros que se rompen al unísono con los sentidos disparados… He visto vibrar con ráfagas de luz, y olvidar que hace un rato fui humilde, abrasado en los latidos del corazón, bailando.
            Despacito. Cuando el baile te lleva al corazón de un cuerpo, ráfaga de un ritmo frenético, un cuerpo metálico y otro que es imán: despacito. Las pasiones del arrebato que crepitan, sin paciencia, y sólo se pueden desplegar conteniéndolos en una carrera vertiginosa que sólo se siente cuando se corre: despacito. Las ráfagas de la piel te llevan lejos pero no puedes marcharte, tienes que quedarte aquí aunque los bramidos de tu corazón sean potros desbocados; la única forma de disfrutar es contener la furia, soltándola pero conteniéndola, pasito a pasito, la piel de la mujer se abrasa en los besos, besos del sol, del mar, del vientre, de la arena, del fuego, del pecho, besos del abismo que sale del vientre volcado en llamaradas.


            Pasito a pasito. Quiero bailar contigo, me acerco a ti, mi piel vibra y respira sudores de sexo y tú lo sientes y te vuelves erotismo, discreto, abrasado y no lo puedes esconder, hay miles de escarpias en el vello de tu piel, no lo puedes decir pero lo dice tu cuerpo, quiero escribir en tu piel hasta convertirla en manuscrito…
            Pasito a pasito, suave, suavecito, nos vamos acercando, siempre despacito; tu cuerpo es un dardo que sopla en el mío, tu cuerpo es imán y el mío es metal, te busca temblando, te siente en el aire, te huele en la sal, el mar y la playa y el viento del alma deshecho en quejidos, gritando y bailando, buscando el laberinto, tu cuerpo se pierde en tu cuerpo y el mío y mi piel se desguaza, tu rompecabezas se monta en el mío, la pieza que falta ¡yo tengo esa pieza!
            Despacito. Tu cuerpo es un manuscrito. Enseña a mi boca a escribir pronto en ella, quiero descubrir tus lugares favoritos. Nos hemos acercado poquito a poco, tu piel, pegada a mi piel, desgarrando el aire y el vino que estalla y que brama, quiero que me enseñes tus zonas de peligro aquí, en la playa, que griten las olas, se rompa en el aire el imán que me abraza, los dos abrazados, tus brazos me enlazan, estoy apresado y yo a ti te atrapo y siento tus ansias, tus gritos, tus garras, la voz que me estalla, tu boca llenándose de aire del vientre que estalla en tus caderas… Esto pasa en Puerto Rico.
La vida que llama, el sol que se para, el cielo que estalla en jadeos, suspiros. Mi voz que se apaga, respiras ahogando y el aire te abraza, garganta que miro, la nuez de mi cuello, saliva que traga, pasión desbocada, estertores del alma que rompe esa muerte: la que el tiempo para, sentir que no estás mientras estás, abrazado a las lenguas del mar, la arena, la playa, la sal que jugaba, tus piernas, mis brincos.
Despacito. Lentamente, despacito. El ansia no espera, vamos a vivirla despacito. La vida se estrella en las rocas del tedio, se va en la pobreza, disuelve sus aguas, se va entre mis dedos, se va entre los tuyos que se crispa en los míos. Despacito. Es la vida que mana en Puerto Rico. Las ocas, las gallinas, las casas de los pobres, paredes azules, de un azul marino que atraviesa el frío: lo hace calor transfigurando el hielo como transfigura la pobreza en alegría el sol que siembra en ti sus rayos. La risa. La vida. El vuelo de la fuerza. Pasión, alegría, y el ritmo que hace llevadera la desgracia. Estoy en Puerto Rico, estás en mi cuerpo, estoy en tu abismo, la pieza que yo tengo se está abriendo en tu rompecabezas.


Despacito. Te busco, te miro, mi cuerpo que tiembla, impulsos salvajes duermen en mi testosterona. Que vengan políticos defendiendo a la mujer, y dicen que esto que pasó entre nosotros incita a violar y eso es un abuso: que lo digan, si quieren, diles tú lo que has sentido, yo les digo lo que siento, basta ya de confundir el bien con puritanismo. Que incita a la carne, que dicen, nos llama, nos tienta, nos mete de lleno en los rumores del sexo: ¡si! Mas no es violación, que tú te acercas cuando yo me acerco a ti, muy despacito. Un canto a la vida es mi cuerpo en tu cuerpo, tu cuerpo envolviéndome, Igor Stravinski, canción de primavera.
Despacito. Pasito a pasito, yo en ti vivo mis pasiones. Y tú, que las vives, las sientes en mi cuerpo, mi lengua en tu cuerpo esculpiendo un manuscrito: luego en la tuya, mi lengua en la tuya, mis dedos en tus dedos, le estamos haciendo un canto a la vida. Que es incitación, decís. Que es provocaros, decís, instinto sobre instinto: que sois puritanos, confundís el bien con la muerte, la violencia con la energía, el respeto con la vida sin vida, ser desvitalizado, decís que hay que huir de las canciones que incitan al sexo.
¿Y qué? ¿El sexo es malo? ¿Acaso es pecaminoso, exceso y abuso, acaso es malo estirar los músculos? Bien lo decía Brassens: no todos los días se nos quitan las arrugas de las nalgas. ¿Y qué? ¿Está prohibido ligar? ¿Hace daño comunicar tu pasión, despertar pasiones? ¿Acaso es violar compartir los abrazos y los besos? ¡No los confundáis con los besos robados, con abrazos que agarran, con los dedos que se clavan en vez de arañar, y arañazos que son garfios y cadenas! ¡No, no los confundáis! Dos corazones que se disparan, dos pieles que se queman, velo con velo que se erizan: ¡eso no es violar, que es compartir! Y todo empezaba con miles de preludios, el chico a la chica que nunca la forzó a lo bestia, que fue conquistando su piel y su antojo y su voz voluntaria, la voz que te busca, que tú no la fuerzas, que viene y te atrapa, se mete en tu lengua, tu voz y susurros, palabras y gritos.
Despacito. Lentamente despierta en el clímax, se va poco a poco la falta de fuerza, la falta de arrastre, la piel se despierta, las manos sin tono se tonifican hasta el grito. Nadie fuerza a nadie, los cuerpos se atraen, calor de una noche en el sol del Caribe, no es violar el ser salvaje cuando tú ardes también disuelto en salvajismo: salvaje es el macho, salvaje es la hembra, salvaje es el sol que enciende los cuerpos: explota, lo sabes, los cuerpos explotan, la piel que se estira, temblar en el pecho, sudor en las manos, pasión en las piernas, inmenso resplandor ardiendo en las pupilas. Hemos estallado… y al principio fue tierno. Nos hemos acelerado… y empezó despacito. Perdiendo el sentido… y éramos voz al principio que hablaba entre sentidos. Temblor en la frente, pensar sin pensar… y empezaba consintiendo nuestros bríos. No, no es violación lo que estamos haciendo, no hemos forzado, nadie fuerza a nadie, es fulgor que penetra en tu naturaleza. A ti y a ella, señores políticos, defended a la mujer sin quitarle el cuerpo. Que el respeto no es puritano, señores defensores de las mujeres, mujeres defensoras de sí mismas, contra la vida: no confundáis la pasión y el abuso. Que no hay abuso si te dejas llevar, si dejas sentir y decidir, te tomas tu tiempo y al llegar al éxtasis tú eras tu ser y consentir tus latidos, y eso te hace llegar, claro que sí… si haces el amor muy despacito.


Pasito a pasito, suave, suavecito, viva el verano, viva la canción, viva la piel que vibra en el sol latiendo al pensar que es fruto en tus bríos: los bríos de piel, piel y pensamiento, sabor consentido, y no apagar por confundir el descontrol con el latido… Pasito a pasito, suave, suavecito, no es violación si tú lo consientes, y es abandono en una noche ardiente: que viva la vida, que duerma el dolor, revivan las risas, no fuerza el amor si empieza despacito.
Que no es lo mismo respetar que apretar el culo, señores políticos: viva la vida, sagrada pasión, viva Stravinski, y en la primavera vive la danza en el ombligo; despacito; pasito a pasito; esculpiendo la vida, escribir con la boca el cuerpo ardiente convertido en manuscrito.
Despacito.
Cogiendo carrera hasta el estallido: el sol del instinto.
Despacito.
Así se despierta el sentido del ritmo creciendo y creciendo hasta el estallido.
Despacito. Viviendo y soñando, lamiendo la arena allá en Puerto Rico donde viven los pobres, y viven riendo y se alzan gritando en el vuelo del sino.
Poquito a poco. Sintiéndolo apenas, sembrando el olvido sobre el dolor, siguiendo tus pasos que se pierden en la arena.
Y se llevan al mundo donde todo cambia y muy lentamente, esculpiendo el destino, venciendo a la pobreza sin dejar de vivir: ¡nunca!
Despacito, en libertad.  
Besa el sueño y trabaja por despertar y despiértate siempre sin dejar de vivir.
Despacito, Fonsi, ponte a cantar.
Despacito. No dejes nunca de cantar y nunca dejes de reír.
Despacito.
Porque la risa un día estallaba en carcajada y la vida frenética y lenta se desparramó.
Despacito. Disuelta en el mar y libre de amar: la voz del destino.  Despacito.




1 comentario:

  1. Hermoso este final tan lírico que nos permite meditar despacito sobre la vida y el amor, pero tan despacito como para no olvidarnos de ningún detalle, de ninguna sensación que se pueda ir por el resquicio: " Despacito.
    Porque la risa un día estallaba en carcajada y la vida frenética y lenta se desparramó.
    Despacito. Disuelta en el mar y libre de amar: la voz del destino. Despacito."

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