SÓCRATES A LA LUZ DE SAN AGUSTÍN
Según el intelectualismo moral para
obrar bien hay que conocer el bien, y no hay gente malvada sino ignorante. Esto
significa cuatro cosas:
Primero:
que si conozco los efectos del tabaco y no dejo de fumar ¿es por ignorancia
o por falta de voluntad?
Por ignorancia: sé lo que me puede
pasar, pero ese inconveniente a largo plazo es sólo probable, mientras que los
beneficios del tabaco son seguros.
No sé lo que es sufrir porque te hayan
diagnosticado un cáncer; no me pongo en situación, no he vivido esa tesitura:
ni soy tampoco capaz de imaginarme sufriendo, (pero conociendo el sentimiento
de sufrir, no la palabra sufrir); muchos conocen la palabra pero no el
significado.
Segundo:
que si me quedo con un dinero que no es mío ¿es por ignorancia?
Sí. Ignoro el remordimiento y el
sentimiento de no estar a gusto conmigo mismo. Conocer la palabra no es conocer
su significado, y el significado de las palabras que expresan sentimiento son
los sentimientos expresados por esas palabras.
Tampoco me he puesto en el lugar de
la persona que pierde el dinero con el que yo me quedo. A lo mejor no me
gustaría que me lo hicieran a mí. Tengo que saber lo que se siente, pero para
eso tengo que sentirlo yo primero, y para sentirlo yo, tengo que mirarme en el
espejo de quien lo sufre, lo que sólo es posible si mi naturaleza me da la
posibilidad de mirarme en el otro; los neurocientíficos hablan de
neuronas-espejo.
Tercero:
que si me ponen en el plato cubiertos que no sé manejar, seguro que no
sabré utilizarlos.
Nadie me ha enseñado a usarlos; por esa ignorancia me comportaré mal a la hora de comer, y pasaré por un maleducado.
Y cuarto: que si el romano le hace daño a Jesús se está comportando
mal.
Porque es un ignorante. Ve sufrir a
Jesús pero no siente en sus carnes ese sufrimiento; no sabe lo que es, no lo
conoce. En este caso conocerlo es sentirlo.
a) Unas veces conocer es contemplar: sé lo que es un filete
porque lo he visto.
b) Otras veces es oler, gustar y tocar: sé lo que es el filete porque lo he probado.
c) Otras veces es oír la palabra y entender (no sentir) su significado: pi es la circunferencia dividida por el
diámetro. Aquí también hay dos grados: unas veces comprendo la fórmula de
manera operatoria, que me permite hacer cálculos, como cuando sé que 6:1’9 =
3’14; y otras veces entiendo el significado de la fórmula, que tres veces y
pico el diámetro sobre la circunferencia nos da pi. Comprender es entender
las relaciones entre líneas; pero también es calcular.
El conocimiento moral se basa en la simpatía, que es conocer con ayuda de los sentimientos propios los
sentimientos ajenos.
Cuando Sócrates dice que obrar bien
es entender se refiere al conocimiento moral, es decir a la empatía. Lo que
Agustín de Hipona llama voluntad no
es más que sentimiento (propio o
empático) convertido en acción; si
bien yo siento (en este caso de manera figurada) el dolor del cáncer, no puedo
dejar de evitarlo, es decir no puedo dejar de fumar. Las personas que siguen
fumando después de habérseles explicado los efectos del tabaco lo ven pero no
lo sienten, y no lo entienden de verdad; es decir, lo comprenden pero no les
duele; como no sienten hoy el dolor que sentirán en el futuro, responden
diciendo: “tan largo me lo fiáis”; y como sienten el placer de hoy sin ver en
él el dolor de mañana (pues en él está escondido), no son conscientes de lo que
hacen.
Si sintiéramos hoy ese dolor futuro sentiríamos
de inmediato el impulso de no fumar, que es un movimiento visceral, doloroso, incontenible
y automático que nos sale de dentro: eso es lo que Agustín de Hipona llama
voluntad; la voluntad es la motricidad asociada
a la sensibilidad, como dos caras de
una misma moneda.
En el reverso del placer está el
dolor, pero no vemos el segundo cuando experimentamos el primero: en el placer
hay tentación y en el dolor tenemos
el castigo; son las dos caras que
tiene la funda de la medalla.
Cuando sentimos en el placer de
ahora el dolor de mañana y descubrimos la trampa, es como si tuviésemos una
llave: con ella se abre la funda y vemos la moneda en su interior; la
sensibilidad que hay en la cara activa la motricidad
que hay en la cruz, y el sentimiento mueve (conmueve) nuestro ser: y entonces convierte el sentimiento en
voluntad.
“Voluntad” es la palabra que tiene Agustín de Hipona para traducir el conocimiento de Sócrates, empático y cordial, además de visceral; por eso el voluntarismo no es más que otra forma de decir intelectualismo (en este caso moral). Para obrar bien no basta con conocer el bien, además hay que quererlo; porque querer no es más que la otra cara del sentir, y sentir, a diferencia del conocimiento frío y abstracto, no es más que la auténtica cara del verdadero conocer.
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