viernes, 19 de junio de 2020

CIENCIA Y CREATIVIDAD



CIENCIA Y CREATIVIDAD


            El método hipotético-racional empieza con la observación de fenómenos: por ejemplo, cuando yo veo que los perros, los gatos, las nutrias y los ratones tienen pelo, dedos, esqueleto, mamas y dientes. Me llama la atención que todos tienen pelo. Mi pregunta es: ¿qué tipo de animales tienen pelo? Viene aquí una tanda de ejemplos y contraejemplos; en ella voy examinando las distintas características que se me ocurren.
            El esqueleto. Los animales que tienen huesos tienen pelo. Pero los lagartos también tienen huesos y no tienen pelo: esta hipótesis no me vale.
            Los dedos. Los animales con dedos en las extremidades tienen pelo. Pero los pájaros tienen patas con dedos y sin embargo no tienen pelo: esta hipótesis tampoco me vale.
            Las mamas. Los mamíferos tienen pelo. Ahora sí: todos los animales con pelo que he observado (perros, gatos, nutrias y ratones) tienen en común el ser mamíferos.
            Ahora tengo que hacer la pregunta al revés: ¿todos los animales que tienen pelo son mamíferos? Busco entre los animales con pelo hasta dar con alguno que no sea mamífero: las moscas.
            De modo que todos los mamíferos tienen pelo, aunque no todos los animales que tengan pelo son mamíferos. Me voy a quedar con los mamíferos: ése es el fenómeno que voy a estudiar.
            Recapitulemos. Lo que hemos hecho se puede condensar en los siguientes pasos:
            Primero: hemos observado que algunos animales que forman parte de nuestra experiencia (perros, gatos, nutrias y ratones) tienen pelo.
            Segundo: hemos hecho una lista de características que comparten esos animales; todos ellos tienen dedos, esqueleto, mamas y dientes.
            Tercero: hemos asociado una a una estas características con el pelo en la piel y hemos descartado estas asociaciones por medio de contraejemplos.
            Cuarto: cuando hemos encontrado alguna asociación sin contraejemplos la hemos convertido en nuestra hipótesis: los mamíferos tienen pelo.
            Quinto: ahora vamos a poner la oración al revés y preguntarnos si todos los animales con pelo son mamíferos, y hemos encontrado que no; porque las moscas, que tienen pelo, no son mamíferos. Decidimos estudiar todo lo que dice la hipótesis (que los mamíferos tienen pelo), pero nada más (es decir, no nos vamos a interesar por animales que, como la mosca, tienen pelo sin ser mamíferos). Vamos a buscar mamíferos desconocidos (o que no forman parte de nuestra experiencia) y buscar pelos en su piel. Nos fijaremos en los leones, los tigres, los elefantes, los hipopótamos y los cetáceos y estudiaremos su piel: a ver si tienen pelo.
            Si para formar la hipótesis hemos conectado la característica de tener pelo con alguna otra característica (tener huesos, dedos, dientes o mamas) y hemos postulado el binomio pelo-mamas, ahora debemos averiguar si este binomio se da también en animales desconocidos como los cetáceos, el dragón de Komodo, los hipopótamos o el pangolín.
            Hemos observado cierta cantidad de animales que compartían una cualidad: ser peludos.
            Hemos relacionado esta cualidad con otra: la de ser mamíferos.
            Ahora tenemos que ampliar la cantidad de animales observados para ver si la relación entre estas dos cualidades se mantiene. 


            Es decir que tenemos que pasar de unos pocos animales observados (algunos mamíferos tienen pelo) al conjunto de todos ellos (todos los mamíferos tienen pelo). O sea que junto a los animales que conocemos bien (el perro y el gato, por ejemplo) tenemos que observar animales que o bien no los conocemos (como el pangolín) o bien los conocemos mal (como el rinoceronte y los delfines). Si se comprueba que todos tienen pelo habremos comprobado (demostrado) nuestra hipótesis.
            Pero esta demostración no es definitiva, porque siempre nos quedarán mamíferos por conocer.
            Los pocos animales con pelo que tenemos a la vista comparten una serie de cualidades (dientes, pelo, huesos, mamas): ésa es la parte conocida. Luego hemos tenido que buscar cuál o cuáles de esas cualidades están relacionadas con el pelo: es la parte desconocida, que cuando acabamos conociéndola se convierte en descubrimiento (es la asociación pelo-mamas: descubrimos que la característica de tener pelo en la piel corresponde a los mamíferos). Y entonces el conocimiento de que mamíferos como el perro, el gato, la nutria o el ratón tienen pelo se convierte en la parte observada; a partir de ella tenemos que llegar a un nuevo descubrimiento, esta vez cuantitativo (decimos también: en extensión): descubrir mamíferos nuevos y comprobar si tienen pelo; cuantos más descubramos más corroborada estará la hipótesis, aunque nunca estará demostrada del todo (nunca sabremos si ya no nos quedan mamíferos por descubrir).
            A la parte conocida, tanto si es cuantitativa o en extensión (número de animales observados) como en comprensión, es decir cualitativa (cualidades o características observadas en esos animales), la podemos llamar de varias maneras: parte observada, datos, parte empírica o suelo empírico, realismo, exploración.
            A la parte desconocida, tanto cuantitativamente (número de animales que nos quedan por observar) como cualitativamente (cuáles son las cualidades que tenemos que relacionar, en este caso pelo-mamas), también la podemos llamar de varias maneras: parte inventada, especulación o parte especulativa, creación racional o incluso fantasía; techo especulativo, en definitiva.
            Al descubrimiento cuantitativo lo llamamos inducción, y normalmente las inducciones científicas suelen ser incompletas porque el número de individuos y de especies es potencialmente infinito: por muchos cuervos negros que hayamos visto siempre nos quedarán muchos otros por ver, y no sabemos si algún día aparecerá alguno que no sea negro.
            Al descubrimiento cualitativo lo llamamos creación o construcción especulativa, y podemos llegar a él por intuición, deducción, hábito o analogía; en todos estos casos puede ser de manera consciente (razonamiento) o inconsciente (imaginación, inteligencia intuitiva). El pensamiento inconsciente responde seguramente a lo que los psicólogos llaman insight o comprensión súbita y los metafísicos prefieren llamar iluminación, que es como una fulguración mental, una inspiración, una corazonada, un destello. 


            La observación con la que empiezan las investigaciones empíricas es la exploración previa de la realidad, y puede ser intencional o espontánea. Intencional: cuando quiero resolver un problema. Espontánea: cuando la realidad me plantea problemas percibiendo, en mi experiencia cotidiana, cosas por las que inicialmente no tenía ningún interés. Cuando nos fijamos mucho en las cosas lo que hacemos es escrutarlas, acercarlas a nuestra vista, desmenuzarlas: y eso es lo que habitualmente llamamos análisis.
            Lo que hemos llamado hipótesis viene a ser una iluminación, una revelación donde la realidad oculta se nos aparece, que puede tener más de creación (si la idea ha sido construida por nosotros) o de descubrimiento (si nos es más bien impuesta por la realidad, dada por los hechos). Se trata de síntesis a partir de los fenómenos observados, como cuando juntamos las características “pelo” y “mamas” para formar la proposición “todos los mamíferos tienen pelo”.
            Las predicciones son consecuencias deducidas de la hipótesis, a menudo como efectos causados por ella. Puede ser inductiva o creativa.
            a) Inducción. También se trata aquí de una revelación, pero mientras que en la hipótesis lo que se revela es una relación entre dos cualidades (pelo-mamas), en la predicción lo que se revela son cantidades nuevas de individuos, por ahora desconocidos, que comparten este binomio: y esto es lo que hemos llamado inducción.
            b) Creación. También, como en la hipótesis, pueden hacerse deducciones, inducciones, asociaciones creadas por el hábito y analogías; sólo que, en vez de partir de una característica (el pelo) para buscar otra (las mamas), aquí partimos de un par de características (pelo-mamas) para buscar una tercera (por ejemplo la crianza: los mamíferos crían a sus hijos, los reptiles y los peces no). El aspecto creativo, intuitivo, racional o imaginativo está en que no sabemos, de entre todas las cualidades en número elevado y a veces infinito, cuál es la que tenemos que elegir; y por eso la imaginación interviene tanto o más que la lógica en la creatividad; lo conseguimos variando el enfoque para mirar, porque si la hipótesis funciona como un faro que nos deja ver, la intuición (más que la inducción) nos va diciendo, razonadamente o por tanteo, hacia dónde tenemos que enfocarlo.
            Lo que llamamos contrastación es el cotejo de las hipótesis (o, si no se puede, de algunas de las consecuencias predichas por la hipótesis) con la realidad: esto es el experimento. Si la factura de la luz es menos cara en verano puedo suponer que es porque en invierno consume mucho la calefacción eléctrica; de ahí puedo predecir que cuando vuelva el invierno volveré a consumir más, y si eso sucede, será que mi previsión era acertada. Y si la lluvia quema los campos puedo imaginar que tal vez sea por el humo de las fábricas; dependiendo de los productos de desecho de la fábrica que hay al lado puedo anticipar que, analizada en el laboratorio, una gota de lluvia tendrá rastros del ácido correspondiente: si el resultado es conforme a lo predicho, el experimento habrá sido concluyente.
            Las predicciones que han sido comprobadas las vamos almacenando en un libro de leyes de la naturaleza. Cuando vamos descubriendo relaciones de dependencia entre unas leyes y otras descubrimos también unas pocas de las que se pueden deducir todas las demás, y entonces formamos una teoría; una teoría es un conjunto de conocimientos ordenados según una estructura determinada. Las teorías científicas se están comprobando continuamente. A menudo construimos estructuras matemáticas para ordenarlas mejor y las convertimos en teorías axiomáticas. Una teoría es un sistema que contiene un conjunto de elementos dotados de una estructura que los ordena; la teoría de Newton recoge las leyes de la mecánica de los sólidos; la de Darwin estudia la evolución de las especies explicada por selección natural; la de Fernand Braudel ordena los acontecimientos históricos a partir de la estructura de las tres temporalidades; y así sucesivamente.


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