CÓMO
TOMAR APUNTES EN CLASE
Suele ocurrir que cada una de esas
partes se subdivide a su vez en varias partes más pequeñas: hagamos lo mismo.
Una forma de hacerlo es introducir sangrías mayores a medida que las
subdivisiones van siendo menos importantes. Por ejemplo, supongamos que el
ponente empieza así:
Voy a hablar de los trastornos
psicológicos. Después de una breve introducción histórica iré exponiendo uno a
uno cada uno de esos trastornos: la tristeza, la ansiedad, las fobias, las TOC,
el estrés postraumático, la esquizofrenia y los problemas alimentarios.
Antiguamente se pensaba que los
trastornos eran envenenamientos del alma y los producía el demonio metiéndose
dentro de nosotros; por consiguiente la única cura posible era el exorcismo.
Después Hipócrates rechazó su origen sobrenatural y los estudió únicamente como
fenómenos de la naturaleza. Para Platón, en cambio, estos trastornos en parte
eran divinos y en parte tenían un origen ético. Nosotros los dividiremos en
cuatro categorías: depresión, ansiedad, esquizofrenia y problemas alimentarios;
dentro de la ansiedad incluiremos las fobias, los TOC, el estrés postraumático
y la ansiedad generalizada.
La depresión es una tristeza que en
un treinta por ciento tiene origen genético; también intervienen factores
ambientales (como las drogas, el tabaco, el alcohol) y otros más fisiológicos o
personales. Sus síntomas suelen ser un estado anímico bajo, dificultad para
dormir, cambios bruscos de peso (a más o a menos) y dificultad para el placer;
se trata con antidepresivos (que afectan a la serotonina) y psicoterapia.
La ansiedad se caracteriza por
preocupaciones diarias intensas y ataques de pánico (o, como se dice
generalmente, ataques de ansiedad). Entre sus síntomas encontramos el
nerviosismo, las sensaciones de peligro y los problemas para concentrarse;
puede tener causas genéticas, sobre todo físicas (un desequilibrio químico en
el cerebro), pero también ambientales (como distintos tipos de presiones, por
ejemplo en los exámenes). Se cura con psicoterapia, sobre todo terapia
cognitivo-conductual, y también con fármacos. Hablemos ahora de las distintas
manifestaciones de la ansiedad, como las fobias, el TOC o el estrés
postraumático…
La charla sigue: detengámonos ahí;
se trata sólo de un ejemplo. Desde los primeros momentos nos hemos dado cuenta
de que el problema de los trastornos empieza con una clasificación muy precisa;
y que para cada categoría el orador considera, sistemáticamente, tres
apartados: síntomas, causas y tratamiento; puede que al principio hayamos
vacilado un poco, pero rápidamente las cosas se ordenan en nuestra cabeza.
Nuestros apuntes se ordenarían así:
LOS
TRASTORNOS PSICOLÓGICOS
- Introducción.
Antiguamente sólo se curaban con el exorcismo.
Hipócrates pensaba que tenían un origen
natural.
Para Platón eran, en parte, trastornos
divinos, y en parte eran éticos.
- Clasificación:
depresión, ansiedad, esquizofrenia y problemas alimentarios.
2.1.Depresión:
es una tristeza que en un 30% puede tener origen genético.
a)
Síntomas:
Estado anímico
bajo.
Dificultad para
dormir.
Cambios bruscos
de peso (a menos o a más).
Dificultad para
el placer.
b)
Causas:
Genéticas en un 30% de los casos.
Factores ambientales (drogas, tabaco,
alcohol).
Fisiológicas.
Personales.
c)
Tratamiento:
Antidepresivos (inciden en la
serotonina).
Psicoterapia.
2.2.Ansiedad:
a)
Síntomas:
Nerviosismo.
Sensaciones de peligro.
Problemas para concentrarse.
b)
Causas:
Genéticas.
Físicas (desequilibrio químico en el
cerebro).
Ambientales (distintos tipos de
presiones, por ejemplo en los exámenes).
c)
Tratamiento:
Psicoterapia (sobre todo
cognitivo-conductual).
Fármacos.
Tipos
de ansiedad:
·
Fobias.
·
TOC.
·
Estrés
postraumático.
·
(Ansiedad
generalizada).
(Fig.
3)
Con
lo que hemos escuchado de la conferencia habremos podido, incluso antes de
empezar a tomar apuntes, hacer un esquema de toda la charla. Lo hizo el ponente
al principio de su presentación. El esquema es el siguiente:
LOS TRASTORNOS PSICOLÓGICOS
A.- Introducción histórica.
B.- Clasificación de los trastornos.
1. Depresión
(tristeza):
I. Fobias.
II. TOC.
III. Estrés postraumático.
IV. Ansiedad generalizada.
2. Ansiedad:
3.
Esquizofrenia.
4. Problemas
alimentarios.
C.- Conclusión.
Si tenernos a mano ese esquema
durante la toma de apuntes no nos perderemos en ningún momento; cada vez que el
ponente empiece un punto nuevo nosotros lo marcaremos en el esquema de la
charla con un punto o una raya y lo escribiremos en el cuerpo de nuestros
apuntes. Si es posible ir ordenando las subdivisiones de cada uno de esos
puntos, podremos utilizar sangrías, y así tendremos un esquema sinóptico. Por
ejemplo:
- Introducción.
·
Antiguamente los trastornos psicológicos
sólo se curaban con el exorcismo.
·
Hipócrates pensaba que tenían un origen
natural.
·
Para Platón eran trastornos divinos en
parte, y en parte éticos.
- Clasificación…
etc.
(Fig.
1)
Pero
si no conseguimos separar en nuestra mente las distintas partes que tiene cada
epígrafe lo podremos hacer de forma redactada. El anterior fragmento quedaría
así:
- Introducción.
Antiguamente
los trastornos psicológicos sólo se curaban con el exorcismo; después Hipócrates
pensaba que tenían un origen natural, pero para Platón eran trastornos en parte
divinos y en parte éticos.
- Clasificación…
etc.
(Fig.
4)
¿Qué
diferencia hay entre la primera forma de trabajar y la segunda, entre el
esquema y el resumen? Resumir es tomar las palabras del conferenciante en el
tiempo que podamos; teniendo en cuenta que él siempre hablará más rápido de lo
que nosotros escribimos, y está claro que por lo menos la mitad de lo que dice
no lo podemos escribir; la cuestión es entonces distinguir lo importante (y
apuntarlo) de lo superfluo (y omitirlo). Sin esta habilidad (distinguir lo
importante de lo accesorio) no podemos tomar apuntes. Esta habilidad se
desarrolla acostumbrándose uno a pensar; no dejando que los demás piensen por
nosotros (para copiarlo nosotros después). Habría que inventar un juego que
consistiese en dar instrucciones con muchas cosas superfluas mezcladas con lo
importante, como se suele decir: con mucha paja envuelta en el grano; y que los
ganadores de ese juego serían quienes hicieran lo que se les dice: para lo cual
tienen que distinguir lo principal de lo accesorio. Otra forma de acostumbrarse
a distinguir las ideas importantes es acostumbrarse a leer mucho. Centrarse en
lo importante es como poner una lupa sobre el follaje para enfocar el insecto
que estamos buscando. Es como si nuestra mente fuera un teatro, y en ella
pusiéramos un vigilante que pusiese el foco en la parte del escenario que
queremos que vea el público, valiéndonos para ello del texto que contiene las instrucciones
del autor.
De modo que la primera habilidad es distinguir lo importante de lo accesorio.
La segunda es ordenarlo. Ordenar es
colocar las cosas separándolas por temas (a esto último se le llama clasificar); y luego juntar cada grupo
o clase de cosas que se parecen entre sí. Por ejemplo, meto los tornillos en
una caja. Las tuercas en otra, los lápices en otra, en otra los
destornilladores, en otra los cuadernos, en otra las gomas… Luego junto las
cajas que contienen lápices, cuadernos y gomas y los meto en un armario y lo
identifico como material escolar; lo mismo hago con los tornillos, tuercas y
destornilladores y los junto, debidamente clasificados, en el almacén de
mecánica. Clasificar y ordenar son
respectivamente separar y juntar. Y
haciéndolo establezco jerarquías: por ejemplo, las novelas las meto dentro del
armario de literatura, que contendrá también poesía y teatro; y ordenaré los
libros de ciencias en otro armario en el que separaré la física, la química o
la psicología. El orden (todo orden jerárquico) quedaría así:
- Libros.
1.1.
De literatura.
1.1.1.
Novela.
1.1.2.
Teatro.
1.1.3.
Poesía.
1.2.
De ciencias.
1.2.1.
Física.
1.2.2.
Química.
1.2.3.
Psicología.
- Almacén
de mecánica.
2.1.
Accesorios y piezas.
2.1.1.
Tornillos.
2.1.2.
Tuercas.
2.2.
Herramientas.
2.2.1.
Destornilladores.
2.2.2.
Martillos… etc.
Volvamos nuevamente sobre el texto
que nos ocupa. El discurso del que estamos tomando apuntes es como un armario
que contiene tres cajones (y tendríamos entonces la fig. 5, que quedaría como
sigue):
A.- Introducción histórica.
B.- Clasificación de los trastornos.
C.- Conclusión.
Sabemos que el segundo cajón (o, si
lo preferimos así, el segundo armario) contiene cuatro estanterías, y lo
sabemos porque lo ha dicho el autor. Estas cuatro estanterías son (y ésta sería
la fig. 6):
- Depresión.
- Ansiedad.
- Esquizofrenia.
- Problemas
alimentarios.
También
sabemos que en la segunda estantería hay tres separaciones (tres tablas o
baldas) que delimitan cuatro compartimentos (sería la fig. 7):
I.
Fobias.
II.
TOC.
III.
Estrés postraumático.
IV.
Ansiedad generalizada.
Todo
eso lo sabemos porque nos lo ha dicho el autor. Su discurso, pues, está
jerarquizado en recipientes cada vez más pequeños: almacén, armario, estante,
compartimento. Cuando el autor anuncia cada una de las partes de su discurso
(un discurso es como un almacén de palabras, cada armario es un párrafo (en
este caso, numerado) y, dentro de cada párrafo, cada subdivisión (estante,
compartimento) se marca con una sangría dentro del párrafo donde está (ésta
sería la fig. 1).
Pero
cuando al autor no dice cuáles son las partes de su discurso (sería la fig. 4)
hay que adivinarlos; mejor dicho, hay que descubrirlas, hay que mirarlas, hay
que encontrar dónde están; el párrafo de la fig. 4 es semejante a un cajón
donde hay mezclados melocotones, naranjas y tomates, y nosotros tenemos que
separarlos en cajas distintas; es como si en la fig. 3 la primera línea dentro
del epígrafe “introducción” fuera la de los melocotones, la segunda la de las
naranjas y la tercera la de los tomates.
¿Cómo hace el vendedor? Muy fácil: él sabe
distinguir los melocotones de las naranjas y los tomates. ¿Cómo hace, para
convertir la figura 4 en la figura 3, la persona que está tomando apuntes? Muy
fácil: aprendiendo a distinguir unas ideas de otras. ¿Y eso como se hace?
Prestando atención. Muchos no saben
tomar apuntes porque no prestan atención a lo que oyen; oyen, pero no escuchan;
el problema de mucha gente que está tomando apuntes es que no se fija en lo que
se dice; o se fija en otras cosas, quizá porque éstas no le interesan, su mente
no se centra; si la atención tiene su punto de arranque en el interés, la distracción brota del desinterés, es decir del aburrimiento. No hay esquema de trabajo
que pueda enseñar apuntes a quien no pone interés ¿Y cómo puede poner interés
alguien que tiene que prestar atención a algo que no le interesa? Obligándose.
Poniendo fuerza de voluntad. Sacando
energía de donde no la tiene, ¿y por qué no la tiene? Porque ha decidido
dedicar sus fuerzas a jugar a las cartas y no a centrarse en un discurso del
que tiene que sacar apuntes.
El punto de arranque es, pues, una simple
decisión: quien decide dedicar sus energías a tomar apuntes aprenderá a tomar
apuntes, es lo que Daniel Goleman llama automotivarse: obligarse a sí mismo a
coger gusto a las cosas que no le gustan, si considera que valen la pena; si no
me gusta la música clásica y sé, porque lo intuyo, que la música clásica es
buena, debo obligarme a escucharla y, entre escucha y escucha, procurar
informarme sobre ella y hablar con gente que entienda; y así, obligándome un
día sí y otro también, llegará un día en que ya no tendré que obligarme: me
acabará gustando; la fuerza de la costumbre me habrá familiarizado con esos
sonidos y la comprensión de lo que oigo le habrá ido dando sentido a lo que
escucho; al final, el gusto será una combinación de la familiarización con la
música y el pensamiento que habrá encontrado densidad en ella; no es lo mismo
que familiarizarse con cosas vanas y simplonas (que no simples), que será
acostumbrarme a lo fácil y en lo fácil se esconde el mal gusto.
Aristóteles
pensaba que los hábitos se adquieren por la repetición de los mismos actos, pero esta repetición tiene que
brotar de un acto de la voluntad la
cual, a su vez, surge de la razón.
Los hábitos razonables son virtudes
(Aristóteles los llama hábitos buenos);
pero acostumbrarse a lo fácil es vicio,
porque lo fácil nos quita las ganas de esforzarnos y la falta de esfuerzo es
falta de vida (ya que la vida se potencia haciendo frente a la adversidad,
superando los retos cuando los retos son obstáculos que dificultan el vivir).
Tomar apuntes, en suma, requiere dos
cosas: una es prestar atención, poner empeño, esforzarse, y otra es saber distinguir
el orden de las ideas y la jerarquía de los conceptos. La segunda es, para
algunos, una capacidad innata que hay quien ha tenido la suerte de tener
(suerte que no han tenido quienes han nacido con síndrome de Down, por
ejemplo); pero la mayoría consigue aprenderla con ejercicio, esforzándose en
poner interés si consideramos que vale la pena aunque no nos interese; sería
inútil pretender que el profesor nos lo enseñara como por ciencia infusa sin
que nosotros moviéramos un solo dedo; no se puede aprender ninguna técnica de
trabajo abandonándose uno a la pereza; el dominio de las técnicas, si bien es
preciso que alguien te las enseñe cuando tú no sabes aprenderlas solo, en el
fondo es simplemente tener fuerza de voluntad.
Un manual para saber tomar apuntes, es ordenado y didáctico, rescato:
ResponderEliminar"la fuerza de la costumbre me habrá familiarizado con esos sonidos y la comprensión de lo que oigo le habrá ido dando sentido a lo que escucho;"