PENSAMIENTOS
SOBRE LA EDUCACIÓN:
LOS ESPEJOS
El
alumno es, para el maestro, un mundo al que se asoma y al mirar por la ventana el
profesor mira al alumno y entonces… ¿qué ve?
1.
El
cristal muestra lo que hay delante pero el espejo muestra a quienes ven.
Cuando el profesor mira al alumno también
se ve a sí mismo porque el alumno es un espejo y un cristal; mientras hace
mejor al alumno también consigue que él mismo mejore como profesor.
2.
Los programas educativos son
cristales, muchas veces de aumento, que sirven, como microscopios, para que el
alumno vea lo que le falta por saber; son, pues, fieles retratos del alumno,
fieles negativos: buenas pinturas de lo que el alumno debe llegar a ser; de
ninguna manera espejos que sirven para brillar.
Las
cosas brillan cuando no dejan ver a través de ellas, y una educación que
brilla, si brilla demasiado, está escondiéndose a sí misma. ¿Qué es la
educación entonces? El colegio convertido en escaparate, los maestros desfilando
en una pasarela, los niños transformados en espectáculo, el público aplaudiendo
la representación.
Los
programas son gafas para que el maestro vea y no parches que le quitan la
vista.
Los
escaparates, al exhibirse, ocultan detrás de sus cristales las miserias de la
mercancía; se exhiben, sin exhibirla, olvidando que es la mercancía lo que
tienen que exhibir.
3.
Bellarmino le dijo a Galileo: no hay
que mirar la luna con el telescopio sino con los libros de Aristóteles. Un
espejo, no un cristal, era el artefacto en que miraba: para no ver la realidad
sino sus pensamientos; o los de Aristóteles (que no son peores por ser de
Aristóteles, sino por ser ajenos). La ceguera crece cuando se mira con otras
gafas, porque uno puede tener presbicia y las gafas que se pone acaso hayan
sido hechas para la miopía.
Nuestras ideas son gafas. Nuestras
emociones son gafas. Nuestros deseos son gafas. Gafas con las que miramos
cuando no queremos ver lo que las cosas son, sino lo que nuestras ideas,
nuestras emociones y nuestros deseos quieren ver.
La realidad hay que verla con
cristales dobles: que por un lado miran nuestros pensamientos y por otro las
cosas que hay en el exterior. Dos caras tienen nuestras gafas, la de dentro y
la de fuera. Dos caras hacen falta para ver.
5.
La sociedad y la escuela son dos
espejos que se miran; la escuela, al reflejar a la sociedad, se refleja a sí
misma; se muestra como aparece, no tal y como es. En esa imagen la escuela
brilla quitándoles la luz a los discípulos, que son los que la necesitan; la
escuela, así, es un verdadero parásito; se alimenta de los hambrientos a los
que tiene que alimentar.
6.
Como los cristales de colores de las
catedrales, la luz brilla en la escuela que ha sido creada para enseñar. Es la
pintura que tiene fuera lo que brilla, no las luces negras de su interior. Los
alumnos, que tenían que brillar con ellos, son luces apagadas en sus colores;
por eso no los podemos ver.
Los vitrales que brillan no llenan el
suelo de colores; brillan porque no se proyectan fuera, porque se tragan el
color. Así también la escuela que se exhibe se guarda para ella los colores: y
tiene a los discípulos sumidos en la oscuridad.
No es que esté prohibido que la
escuela brille, pero nunca a costa de los alumnos que buscan su luz. Que el
brillo de la escuela no tenga a los alumnos sumidos en la oscuridad.
7.
Las escuelas no son cristales sino
espejos: siempre reflejan lo que tienen fuera. Son edificios cerrados,
estancias oscuras, cuerpos negros; son, en toda su extensión, recintos
herméticos. Siempre quieren esconder el mundo, reducirlo a la última batalla,
olvidar la vida, esconder la guerra. ¡Pobre del alumno que sufre y pena! Que
sólo quedará en los anales la última nota, el último examen, el último esfuerzo.
Si tropieza (porque el fracaso es sólo un tropiezo), la escuela se encargará de
que su caída sea definitiva. De que no pueda levantarse. Limitará su
reconocimiento a un simple aprobado en los exámenes de septiembre, aunque haya
sacado un sobresaliente: porque lo persigue el estigma de haber suspendido
antes (como si aprobar a la primera no fuera lo mismo que aprobar después).
Todo es amputar cabezas, cortar alas, ahogar alientos; bajar el ánimo, poner
zancadillas, empobrecer el éxito. Cuando fracase, no le darán espejos donde
mirar su derrota para corregirse después. Le negarán el derecho a trabajar con
sus exámenes. No tendrá unas gafas para aprender de sus errores, que es la única
forma de no repetirlos: la única forma de aprender.
Ésa es la escuela que se exhibe en
lugar de educar.
AL OTRO LADO DEL
ESPEJO
8.
La
autoridad del profesor tiene tres caras: el saber, el querer y el amar. Ninguna
de ellas vale sin las otras; hay que amar, querer y saber.
Son
como las tres dimensiones del espacio: las tres dimensiones de la educación.
Saber para conocer el mundo; y para
conocernos. Querer para hacer las cosas, tener dentro un motor y que no nos
empujen otros, sino que empujemos nosotros mismos: la voluntad. Y amar: vibrar;
la voluntad es fuerza y el amor delicadeza, el amor es temblor sublime de lo
que la voluntad tensa, el amor es sensibilidad y la voluntad movimiento, y las
dos caras del éxtasis son precisamente esas dos: el ensueño y el frenesí; las
dos caras del corazón.
Sabes lo que aprendes y sólo lo
aprendes si te atrae: si te enamora, si te subyuga, si te arrastra; sólo lo
sabes si lo amas y sólo si lo amas lo quieres aprender. Querer es un esfuerzo
de la voluntad que, como un tren del alma, avanza por los carriles de la pasión:
querer es un verbo cuyas dos caras son amor y esfuerzo, arrastrar y sentirse
arrastrado, pues hace falta sentirse arrastrado por los cantos de sirena para
querer sacrificarse por su canción: donde no hay magia no puede haber voluntad;
o es disciplina, o es motivación.
9.
Hacía de Robin Hood y sólo era Juan
sin tierra.
Estaba haciendo política. Sólo le
faltaba el partido.
Quieren hacerse los buenos y son
malos; pavonearse sin plumas, presumir sin tener, andar por el mundo robando
mientras se finge generosidad.
10.
Te limitas a ordenar los factores
externos, porque el organizador interno está en ti. Tú no lo notas porque lo
sientes: pero quien no lo tiene añora siempre su ausencia.
A algunos el comentario de texto les sale sin esfuerzo;
no se dan cuenta de lo difícil que es para quien no tiene esa facilidad.
Si el habla te sale sola no entenderás que algunos no
tengan la facultad de hablar.
Si tienes el ritmo en la sangre no entenderás que haya
gente que no sepa bailar.
Si el cálculo te sale solo no entenderás que a algunos
les cueste calcular.
Es como el pájaro que vuela sin esfuerzo: no entiende
cómo al elefante le resulta tan difícil volar. Es como el pez que nada sin
esforzarse: no entenderá que al pájaro le resulte difícil nadar. Es, en fin,
como el guepardo que corre a la velocidad del rayo; no entiende cómo a la
tortuga le resulta difícil correr.
Quien tiene habilidades
naturales no concibe que haya gente que no haga lo que él es capaz de hacer.
Porque las cosas que salen solas
nunca cuestan esfuerzo. No notamos las dificultades de estar erguido y andar,
pero el chimpancé, que no puede hacerlo, se pasará la vida intentándolo y no lo
logrará.
11.
Tener
razón, pero esto sólo no basta; hace falta también que venza la razón, que
venza la justicia.
12.
Se
aprende repitiendo y sólo se repite lo que gusta; os enseñarán a la fuerza.
Os enseñarán a la fuerza si no
hacéis un esfuerzo por que os guste lo que necesitáis aprender.
CLAMOR
MACHADIANO
13.
Quien no entiende ni llora desprecia
cuanto ignora.
Quien entiende sin sentir, para él vivir
es despreciar.
14.
En
unas ocasiones no se ha escrito lo que se ha hablado y en otras no se ha hecho
lo que se ha escrito. La palabra, entonces, no sirve para expresar: sino para
esconder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario