sábado, 9 de agosto de 2014

Nicófagos y Agoniatras








NICÓFAGOS Y AGONIATRAS


 1.

         El mundo estaba lleno de nicófagos y agoniatras. Nicófagos: gentes que se alimentan de victorias. Niké es la victoria en griego. No saben vivir si no ganan, si no vencen no se alegran. Y luego estaban los agoniatras, que buscan la salud en la experiencia de la lucha. Agón: lucha. Médico: iatra. Para ellos, el combate es la mejor medicina. Hay quien vuelve contento de haber jugado bien al fútbol, y quien no puede alegrarse si no gana; para éstos, la victoria es la única medicina.
         Claro, el triunfo tiene un poder estimulante. Uno se deprime cuando el fracaso corona los esfuerzos. Eso es verdad. Pero si lo estimulante es buscar la victoria, no lo es tanto obsesionarse con ella. No es lo mismo ser nicófago que nicópata. El nicópata sólo ve la eclosión del huevo, pero el nicófago es capaz de ver, además, su lenta maduración. En eso estaba cuando se quedó sumido en un sueño profundo y se le cerraron los ojos.


2.

         Los nicófagos quieren ganar los partidos; los agoniatras prefieren jugarlos. Los nicófagos quieren ver ganar a su equipo; los agoniatras prefieren ganar ellos mismos. Los nicófagos quieren que les toque la lotería; los agoniatras eligen el trabajo en serio. Los nicófagos estudian para aprobar; los agoniatras estudian para aprender. Los nicófagos trabajan para cobrar; los agoniatras cobran por trabajar. Los nicófagos pasan el rato; los agoniatras viven y el tiempo pasa. Los nicófagos matan el tiempo; los agoniatras lo llenan de sustancia. Los nicófagos se aburren; los agoniatras se divierten. Los nicófagos copian; los agoniatras estudian. Para los nicófagos es el trabajo inútil; para los agoniatras el trabajo que rinde. Los agoniatras se animan solos; a los nicófagos tienen que los animarlos. Los nicófagos se rinden antes de tiempo; a los agoniatras no los vence ni el destino. El nicófago odia el trabajo; el agoniatra disfruta hasta el trabajo bíblico. El nicófago se queja siempre; el agoniatra saca de lo malo lo bueno. Para el nicófago la vida es un valle de lágrimas; el agoniatra encara la vida con esperanza. El nicófago, porque fracasa, destruye al que triunfa; el agoniatra, aunque fracase, se alegra del triunfo ajeno. El nicófago necesita de un equipo que gane; el agoniatra es su propio equipo. El nicófago no sabe compartir; el agoniatra comparte su trabajo. El agoniatra tira del carro; el nicófago necesita que lo animen. El nicófago sólo tiene ganas; el agoniatra, además de tenerlas, quiere. Los nicófagos necesitan cadenas; los agoniatras quieren ser libres. Los nicófagos necesitan de la técnica; los agoniatras la usan y, si no les vale, también viven. Los nicófagos quieren que los vean guapos; los agoniatras necesitan sentirse guapos aunque nadie mire. Los nicófagos quieren estar buenos; los agoniatras necesitan serlo. Para ser tú mismo hace falta entrar en el mundo; pero estar en él sin ser tú es vivir de vacío. Los nicófagos no se sienten bien aunque estén buenos; los agoniatras, que son buenos, se sienten bien (plenos y realizados). El nicófago se consume en el placer; el agoniatra lo vive sin consumirse. El nicófago vive el terror del más allá; el agoniatra saca, de su miedo, motivos de lucha. Hay perdidos en el mundo muchos nicófagos; ya es hora de que lo pueblen los agoniatras.



3.

         En un mundial de fútbol no ganan siempre los mejores. Ni son los peores siempre los que pierden. Por ejemplo, cuando Nadal perdió la final contra Wawrinka.


         Sin una mota de optimismo, Kant afirma que en esta vida no triunfan los mejores. Los virtuosos no son felices, sino los sinvergüenzas. Los que no son buenos se las apañan para conseguir el éxito, que es el reconocimiento.
         El éxito de una acción es la certeza de haberla hecho bien, pero la mayoría lo identifica con el reconocimiento de ser los mejores.
          

         El mejor triunfo es la convicción de haber sido el mejor, aunque ni te lo reconozcan.
            Pero quien juega bien necesita la satisfacción de su juego, el reconocimiento de su valía: ese reconocimiento que es el triunfo.
         No es malo anhelar el triunfo. Lo que es malo es obsesionarse con él. A costa de no mejorarse.
         El goce de la victoria es un placer del que no nos alimentamos, sino que nos alimenta; no lo tragamos sin digerir, y nos aprovecha.      
         No es lo mismo estudiar por soberbia que por instinto. Los profesores harán bien exponiendo en los torneos los méritos de los alumnos, pero no deben usarlos como fábricas de éxito; haciendo de ellos nicófagos que repriman desde dentro sus impulsos agoniatras.
        

4.

         Ser es desarrollar tus posibilidades; sacar fuera lo que tienes dentro. Estar es desarrollar las posibilidades del mundo: meter dentro lo que tienes fuera. Ganar es una sabia dosificación de ser y estar.


         Esto lo aplicamos al campeonato mundial de fútbol. Año 2014.
         España no mereció ganar, porque ya no era; ni estaba.
         Costa Rica no lo mereció porque todavía no era del todo.
         Ni Argentina: porque estuvo donde hacía falta, pero no acababa de encontrarse en su ser.
         Y Chile era mucho pero aún no lo suficiente. Y estaba donde había que estar.
         Lo hubiera merecido Holanda, porque era; pero se olvidó de estar.
         Alemania mereció la victoria: porque era y estaba.


         La tradición platónica es preformacionista: explica el desarrollo a partir del ser; cada ser tiene su forma, y la vida es el crecimiento de lo que tiene dentro.
         La tradición aristotélica es epigenética: explica el desarrollo a partir del estar; cada ser se desarrolla según el mundo que lo rodea, y es el mundo, que tenemos fuera, el que nos hace nacer o no, según las circunstancias. Las circunstancias mandan en nosotros. Y a veces nos convierten en gusanos o en ranas.
         La copa del nicófago celebra lo que su existencia tiene.
         La copa del agoniatra celebra lo que su existencia vale.
         Sólo vale lo que hay en ti, no lo que te regalan. Tus tesoros sólo pueden salir con el trabajo.
         El triunfo epigenético es nicófago: su éxito consiste en aparecer, nacer, que te reconozcan. El triunfo preformacionista es agoniatra: consiste en desarrollar lo que tienes dentro aunque no te lo reconozca nadie. No importa que te entreguen copas y medallas: la verdadera copa del mundo es la que mide de la calidad de tu existencia.


         Hay quien se entrena para ganar y pierde: Holanda.
         Hay quien entrena para ganarse y pierde, pero se gana: Sócrates.
         Quien se entrena para ganar y gana: el Real Madrid.
         Y quien se entrena para ser y también gana: Alemania.
         El mundo está entre Holanda, Sócrates, Real Madrid y Alemania. A veces nos perdemos para ganarlo todo.
         Porque ganar sin ganarse es perderse al fin y al cabo. ¡Cuánta gente se pierde queriendo ganar!


5.

         El nicófago es una criatura skinneriana, porque no hace nada que no tenga premio; o que no sea bajo amenaza.
         Maslow nos enseña que podemos ser agoniatras llevándonos por el deseo de ser; lo que nos hace humanos. La lucha se vuelve cooperación.


6.

         Están los que fracasan porque no han querido estudiar, ni trabajar, coronando el éxito con el esfuerzo. ¡Qué importa que sus amigos les jaleen las gracias!
         Están quienes fracasan porque han preferido el impulso fácil a la dificultad de las cuestas; y presumen como energúmenos elevando la fuerza bruta a categoría máxima.
         Están los que triunfan estudiando como becerros y cifran su majestad en saber más que los demás, y el saber se queda en repetición erudita de frases huecas. Los escaparates de la virtud se lo celebran.
         Y luego están los que triunfan de verdad, estudiando para saber y no para pasar por sabios; trabajan para ser mejores, no para aparentarlo, y forjan el impulso en vez de dejar que el impulso los arrastre. Los que no sacrifican la vida en aras de los libros, como ratas de biblioteca: ésos son los verdaderos sabios. Pero los nicófagos los desprecian porque huelen a agoniatras.



7.
         Se puede triunfar de tres formas: consiguiendo lo que buscas, consiguiendo que te aplaudan o haciendo bien las cosas; el aplauso es el reconocimiento de que lo que has hecho es bueno.




No hay comentarios:

Publicar un comentario