viernes, 31 de enero de 2020

RESISTIR





RESISTIR


            A veces vienen seres a poblarnos. Seres tiránicos y ocultos, misteriosos y oscuros, se adueñan de nosotros para quemarnos. Extienden sus tentáculos y se apoderan de nuestro espacio; lo invaden y se multiplican, exhalan su aliento para intoxicarnos, lo llenan de amenazas; les gustaría matar lo que hay en él para ponerse ellos en su lugar, usurpan nuestra vida para poner la suya, roban a nuestro cuerpo sus energías y ponen en ellas sus energías extrañas. ¡Microbios! Vidas pequeñas que devoran nuestra carne como hormigas carnívoras. Órdenes erróneas que se instalan en nuestras células, para que crezcan mucho, pero de un modo equivocado. La enfermedad. No nos queda otra que resistirles. Enfrentarse a ellos como se enfrenta el ser pacífico al invasor que nos derrota. De la misma derrota sale la espada que se enderezará un día para atravesarlas. Resistir. Resistir es atacar como ataca el pelotón humilde al ejército descomunal hostigándolo como los mosquitos, picando en todas partes para que no sepa ya dónde rascarse. Resistir. Resistir es atacar en la sombra a quien nos ataca, amparándose en las sombras también, y abusando de su poder, sin dejar recuperarnos. Vencer. Y así se vence a la muerte derrotando a la enfermedad, como un guerrillero solo frente a las legiones desalmadas.


Bola de fuego que me abrasa
rompiendo mis pasiones con tus llamas.
¡Resistiré!
Arrancarás la sangre de la tierra
y no podrás con la sangre que hay en mi alma.

Alma de dragón triste y hedionda
que me ahogas con tu aliento en las entrañas.
¡Resistiré!
Hundirás en la niebla tu ponzoña
y no podrá tu ponzoña destrozarlas.

Hidra de la charca donde creces
triturando el espacio al que te agarras.
¡Resistiré!
No abarcarás mi vida en tus ventosas
y te irás renegando hacia la nada.

Tierra que reclamas el sudario
donde quieres sepultarme con tu pala.
¡Resistiré!
No hallarás ni un átomo de viento
que le robes a mi pecho cuando canta.

Ni la tierra me borrará el aliento
ni el aire me arrebatará mi casa
ni el agua sofocará mi vida
ni el fuego me quemará en sus brasas.
Sólo yo, manantial de vida,
cegaré tus ojos con el alma
y, ya ciego, confinándote en el tártaro,
no me mirarás,
no me matarás,
ni serás un basilisco,
no serás nada.

            Para ti, Humbelina, que en estos momentos eres ejemplo de vigor y de entereza.






2 comentarios:

  1. Derrotar la enfermedad, en eso se nos va la vida, hay veces que triunfamos; otras, cuando caemos en derrota, así es la resistencia de marchas y contramarchas, al final una saldrá vencedora o la vida o la muerte.����

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  2. En todo co.bate se puede ganar o perder, pero si no salimos con moral de Victoria la Victoria será más difícil; hay derrotad que estaban cantadas y, contra todo pronóstico, se truecan en victorias en el último suspiro; por eso no hay que perder nunca la esperanza de que todo nos puede salir bien. Un abrazo, querida Tana.

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