RESISTIR
A veces vienen seres a poblarnos. Seres
tiránicos y ocultos, misteriosos y oscuros, se adueñan de nosotros para
quemarnos. Extienden sus tentáculos y se apoderan de nuestro espacio; lo
invaden y se multiplican, exhalan su aliento para intoxicarnos, lo llenan de
amenazas; les gustaría matar lo que hay en él para ponerse ellos en su lugar,
usurpan nuestra vida para poner la suya, roban a nuestro cuerpo sus energías y
ponen en ellas sus energías extrañas. ¡Microbios! Vidas pequeñas que devoran
nuestra carne como hormigas carnívoras. Órdenes erróneas que se instalan en
nuestras células, para que crezcan mucho, pero de un modo equivocado. La
enfermedad. No nos queda otra que resistirles. Enfrentarse a ellos como se
enfrenta el ser pacífico al invasor que nos derrota. De la misma derrota sale
la espada que se enderezará un día para atravesarlas. Resistir. Resistir es
atacar como ataca el pelotón humilde al ejército descomunal hostigándolo como
los mosquitos, picando en todas partes para que no sepa ya dónde rascarse.
Resistir. Resistir es atacar en la sombra a quien nos ataca, amparándose en las
sombras también, y abusando de su poder, sin dejar recuperarnos. Vencer. Y así
se vence a la muerte derrotando a la enfermedad, como un guerrillero solo
frente a las legiones desalmadas.
Bola de fuego que
me abrasa
rompiendo mis
pasiones con tus llamas.
¡Resistiré!
Arrancarás la
sangre de la tierra
y no podrás con la
sangre que hay en mi alma.
Alma de dragón
triste y hedionda
que me ahogas con
tu aliento en las entrañas.
¡Resistiré!
Hundirás en la niebla tu ponzoña
y no podrá tu ponzoña
destrozarlas.
Hidra de la charca donde creces
triturando el espacio al que te
agarras.
¡Resistiré!
No abarcarás mi vida en tus
ventosas
y te irás renegando hacia la nada.
Tierra que reclamas el sudario
donde quieres sepultarme con tu
pala.
¡Resistiré!
No hallarás ni un átomo de viento
que le robes a mi pecho cuando
canta.
Ni la tierra me borrará el
aliento
ni el aire me arrebatará mi casa
ni el agua sofocará mi vida
ni el fuego me quemará en sus
brasas.
Sólo yo, manantial de vida,
cegaré tus ojos con el alma
y, ya ciego, confinándote en el
tártaro,
no me mirarás,
no me matarás,
ni serás un basilisco,
no serás nada.
Para ti, Humbelina, que en estos momentos
eres ejemplo de vigor y de entereza.
Derrotar la enfermedad, en eso se nos va la vida, hay veces que triunfamos; otras, cuando caemos en derrota, así es la resistencia de marchas y contramarchas, al final una saldrá vencedora o la vida o la muerte.����
ResponderEliminarEn todo co.bate se puede ganar o perder, pero si no salimos con moral de Victoria la Victoria será más difícil; hay derrotad que estaban cantadas y, contra todo pronóstico, se truecan en victorias en el último suspiro; por eso no hay que perder nunca la esperanza de que todo nos puede salir bien. Un abrazo, querida Tana.
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