viernes, 10 de enero de 2020

CÓMO TOMAR APUNTES DE UN LIBRO



CÓMO TOMAR APUNTES DE UN LIBRO


             Podemos leer para el  presente o para el futuro. Cuando leemos para el presente sacamos el libro, lo disfrutamos y luego lo devolvemos a la estantería. Cuando leemos para el futuro necesitamos anotarlo para que, cuando lo vayamos a sacar de nuevo, nos pueda servir; es decir que no tengamos que leerlo otra vez, que nos baste con releer aquellas notas que dejamos escritas en su momento. En este segundo caso pueden pasar dos cosas: que lo leamos espontáneamente o que lo hagamos con una intención; puede ser que tengamos que hacer un trabajo y que este libro forme parte de la bibliografía necesaria; en este caso el tema que vamos a trabajar nos marcará la pauta de los apuntes que tenemos que tomar; si leemos, por ejemplo, Madame Bovary para hacer un trabajo sobre la sociedad francesa del siglo XIX, está claro que no nos interesarán los rasgos de estilo, ni la estructura del relato ni la tensión narrativa, sino sólo las estructuras sociales que se plasman, en filigrana, a lo largo de sus páginas: las costumbres, los oficios, los trajes, las clases sociales, la movilidad social, los medios de transporte…
            Vamos a centrarnos en el caso de que leamos un libro sin ninguna intención particular. Lo leemos para entretenernos. Tenemos que tener bien claro que, si un día lo necesitamos, por el motivo que sea, releer nuestras anotaciones nos llevará como mucho una hora: mientras que leerlo de nuevo, y, lo que es peor, leerlo anotándolo, consumirá muchas horas de nuestro tiempo. Anotar un libro es, de momento, quitarle parte de placer a la lectura, pero a la larga nos hará ganar tiempo.
            Lo primero que hay que hacer es subrayar las partes interesantes; las que nos llamen la atención, y eso es muy subjetivo: lo que hoy nos llama la atención puede pasar desapercibido mañana; eso, seguramente, es un inconveniente, y nuestras anotaciones nunca serán totalmente pertinentes, exhaustivas y sistemáticas: no pasa nada, no podemos ser perfectos; pero hay que tener siempre un lápiz a mano y subrayar: subrayar horizontalmente y luego, en vertical, señalar con rayas en los márgenes las líneas que abarca cada fragmento que hemos subrayado; estas rayas verticales pueden ser corchetes, con una muesca interior que señale el primer renglón subrayado y otra que destaque el último. En cuanto al subrayado, si lo hacemos a lápiz no estropearemos el libro, pero con el tiempo las líneas se irán borrando; si, por el contrario, lo hacemos a tinta (el bolígrafo es más cómodo que la pluma para ir por la calle), el libro se afeará, pero las marcas serán indelebles.
            Ya hemos terminado el libro. Ahora lo volvemos a leer, pero solamente lo que tenemos subrayado (no llevará mucho más de una hora, dependiendo del grosor del libro; Crimen y castigo, por supuesto, nos llevaría mucho más). Y en esta segunda lectura vamos a aprovechar los márgenes (un libro con poco margen es difícil de anotar; lo mismo que una edición de lujo, con papel tratado químicamente donde resbala el lápiz y no se quedan marcadas nuestras anotaciones). Ahora vamos a utilizar claves: donde aparezcan los personajes vamos a anotar, en el espacio correspondiente del margen, una p; donde se hable de los lugares, una l; del tiempo, una t; de la acción, una a; nos vamos inventando abreviaturas según lo creamos conveniente; si nos interesan los rasgos de estilo, escribiremos una e, y si este aspecto nos interesa especialmente, lo ponemos en el margen contrario para aislarlo mejor; podemos señalar los clímax poniendo una c después de la a (“ac” significaría “acción de clímax”); igualmente podemos señalar la exposición, el nudo y el desenlace (y si la e ya la tenemos reservada para los rasgos de estilo, podemos poner una e’, o una e”, o las que hagan falta: e1, e2, e3… ); escribiremos, pues, e’, n, d, respectivamente; también podemos utilizar letras griegas, ɛ o η, para diferenciarlas. En el caso de que nuestra lectura esté orientada por un objetivo (como, en el ejemplo anterior, si queremos estudiar la estructura de la sociedad francesa a  través de Madame Bovary, pondremos, por ejemplo, una c en los pasajes que hablen de las costumbres, una o si se habla de los oficios, una t para los trajes, una cs para las clases sociales, y así sucesivamente).


            Ahora viene la tercera fase. Nos ponemos a la mesa y tomamos una hoja para cada uno de los aspectos que hemos señalado. Supongamos que sean los rasgos de estilo: ponemos en mayúsculas, como título, la palabra ESTILO y vamos escribiendo, en columnas, los números de las páginas donde aparecen rasgos de estilo, identificándolos debidamente (símiles, metáforas, hipérboles, sinécdoques, hipérbatons, etc.). Luego hacemos lo mismo con otra hoja para el espacio (los lugares donde se desarrolla la acción), otra para el tiempo (y especificamos si es tiempo objetivo psicológico, lineal, cíclico, saltos en el tiempo, etc.). Cuando terminemos tendremos tantas hojas como aspectos del libro (en este caso es un relato) hemos destacado. Si los pasajes que tenemos que anotar son muy numerosos podemos hacer dos cosas: o anotar solamente los más interesantes, o hacerlo a ordenador, que en este caso se va más rápido que si lo estuviéramos escribiendo a mano; luego lo imprimimos para trabajar más cómodamente sobre ello y ya está.
            La cuarta fase es la más bonita: si en las fases anteriores hacíamos análisis, a lo que vamos a hacer ahora podemos llamarlo síntesis; se trata de un esquema de conjunto. Podemos empezar con una flecha vertical en la que vamos identificando el paso del tiempo y los momentos de la acción; en ella podemos marcar la exposición, el nudo y el desenlace (si los tiene), los clímax y anticlímax (si los hay) y, llegado el caso, los saltos en el tiempo hacia adelante o hacia atrás. Después hacemos tantas columnas como sean necesarias, y si el papel se nos acaba, pegamos otro como si fuera un acordeón: en una columna ponemos el espacio, en otra los personajes, en otra los rasgos de estilo, en otra las descripciones, todo lo que nos haya llamado la atención, los argumentos, los aciertos y errores lógicos, los diálogos, el intertexto…
            Y de esa apretada síntesis pasaremos, y ésta es la quinta fase del método, a la síntesis resumen: en ella pondremos un esquema con los aspectos más relevantes, omitiendo todo lo demás; ésta será la guía general del libro y, si luego, para cada aspecto, necesitamos un desarrollo, echamos mano a la síntesis exhaustiva que habíamos hecho antes y encontraremos prácticamente todos los datos. Con ellos podremos redactar nuestro ensayo (si queremos hacer un trabajo escrito) o nuestro discurso (si lo que queremos hacer es una ponencia, una mesa redonda o cualquier otro tipo de trabajo oral).
            Todos estos materiales, desde el subrayado a los apuntes, llegando hasta los esquemas, están escritos en folios y no son fáciles de guardar en la estantería junto a los libros de los que han salido; conviene, pues, clasificarlos en carpetas o archivadores, ordenándolos alfabéticamente o por temas, usando criterios que nos permitan encontrar cada libro con sus correspondientes apuntes. Y así nos iremos haciendo con cada lectura un material que nos podrá servir cada vez que tengamos que echar mano a los libros que hemos leído. Lo más normal es que las dos primeras fases las desarrollemos mientras leemos el libro y las tres últimas las reservemos para cuando tengamos que trabajar sobre él; de lo contrario su lectura se haría demasiado pesada y necesitaríamos demasiada paciencia para tanda disciplina. Somos humanos, ¡caramba!, no hace falta exagerar.
            Este método de trabajo no es el método por antonomasia: lejos de mí esa pretensión. Es mi método. A mí me ha funcionado, lo he ido elaborando año tras año después de muchas lecturas, y ahora que un alumno me ha pedido que le explique cómo trabajo, yo, con toda modestia, se lo he explicado; y si este método le puede servir a él (me digo yo mismo), ¿por qué no a los demás? Por eso me he molestado en exponerlo en estas páginas. Pero como pasa en las labores del campo, cada uno usa las herramientas que necesita. Si a alguien le puede servir este método, que lo use y si prefiere tirar de otro, que lo busque y se lo invente: cada cual se mata las pulgas como puede, y no hay más.
  



1 comentario:

  1. Qué grata y auténtica ayuda para quienes leemos y nos gusta anotar, tomar apuntes, haciendo imperecedero lo leído.

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