RINCÓN DEL MIRADOR
2014
MARZO
Pocas cosas
hay en la vida tan insoportables como la perfección; su soberbia no es más que
envidia.
Un
señor que, proclamando su admiración por Sócrates, se declaraba amante de la
sabiduría; pero Sócrates no acostumbraba a apabullar con su saber, sino a
rebajar los humos de quienes presumían de sabios. Declararse socrático y
sentirse superior es ser cualquier cosa menos socrático.
Una persona
buena no es perfecta; quienes quieren ser perfectos se creen dioses pero sólo
son animales; es decir, que no son personas sanas.
¿Cuándo podrá
ese chico corregir sus errores, si lo mató su padre? Como quien se corta el
brazo para que deje de dolerle, así también suprimió el error suprimiendo al
que erraba. Ahora Carlos no se equivocará nunca
ABRIL
Todo era
verdadero, pero nada era auténtico. Como el minero de Antonio Molina, que
bajaba a la mina con orgulloso ademán; todo era verdadero, pero así no eran los
mineros.
Manolo Escobar
era el ídolo de las multitudes, pero aquellas multitudes no eran las voces del
pueblo; eran el pueblo desnaturalizado.
MAYO
7.
La ortografía es convención, y está
fijada por la costumbre; en cambio la puntuación tiene que ver con la
naturaleza, porque lo que codifica es el ritmo.
8.
Dadme el texto de un escritor
analfabeto y yo le corregiré las jotas y las uves; pero no me digáis que le
arregle la puntuación porque nunca sabré poner los puntos y las comas; es como
si Beethoven hubiera escrito Para Elisa
sin indicaciones expresivas.
9.
Un texto es la expresión de un
pensamiento, y no hay texto sin puntuación porque no hay palabra sin ritmo.
Escribimos con la mano y la mano es pulso. Es imposible pensar sin sentir
porque la cabeza se alimenta del corazón, y mientras respiramos las palabras
fluyen: según la respiración sea rápida o lenta, según como venga nuestro ritmo
cardiaco. La palabra viene del cuerpo y el cuerpo es ritmo, y por lo tanto
música.
10.
Cantar es respirar. Necesitamos
respirar para vivir, por eso el canto alegra. Hoy sabemos que la sede de las
emociones no es el corazón sino la cabeza. Tenemos tres partes en el cerebro,
como asegura Paul Mac Lean. Tres cerebros imbricados, como tres muñecas rusas. Dentro,
en lo más profundo, está la parte reptiliana: en ella duerme lo más mecánico de
nosotros, lo que no piensa: el ritmo. Sobre ella se extiende, envolviéndola, el
sistema límbico, sede de las emociones: y es la melodía; ya no son sonidos
únicos sino sucesivos; un sonido detrás de otro, con principio y final (el
ritmo no termina ni empieza, es una secuencia monótona, repetitiva, eterna); y
al activarse se activan, con la amígdala y el hipotálamo, la alegría y la
tristeza; sobre ellas, como una última cubierta, el neocórtex: la armonía; suma
de sonoridades para crear una nueva, otra global; sumas, restas, trabalenguas,
sinapsis complejas que activan también lo que hay debajo, en los otros dos
cerebros. Luego el área de Broca. El de Wernicke. La palabra. La música. La
emoción. La inteligencia creadora. La razón poética.
11.
Si la emoción musical viene dada
por el tempo (la velocidad) o por el modo (mayor o menor), tendremos que
admitir que tiene traducciones corporales: el estremecimiento, la taquicardia…
Y entonces la música se hace danza.
12.
Si cada persona tiene una identidad
sonora propia (lo que técnicamente se denomina un ISO); y si ésta está
conformada por los ISOS gestalt, complementario, grupal y cultural: entonces
habría que admitir que existe también un ISO universal, y serían los sonidos
que nos han llegado antes de nacer: la respiración, los latidos, la escala
pentatónica... El ritmo binario es la vibración del corazón, presente ya en el
líquido amniótico. Del líquido amniótico recuerda también nuestro inconsciente
el sonido del agua. Por eso los sonidos acuáticos son tan importantes para el
autismo. Parece que también la nana es un ISO universal.
13.
Ésa es la razón poética. Una
palabra atenta a su música, a su ritmo. Un neocórtex atento a su sistema
límbico, a su hipotálamo. Es la palabra originaria. La que aún no se había
disociado entre filósofos y poetas.
14.
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