EL RINCÓN DEL POETA
MARZO
Bajo la costra
podrida de un mundo que se muere están las sombras deformes que se apoderan de
la razón: porque la razón no es el huésped que puebla estos contornos.
El olvido es
una serpiente que repta por las palmeras del cielo.
La realidad es
un espejo deformado de sí misma, y es, como Galicia, tierra de sueños,
nostalgia, brujas, arañas y supersticiones. Es un suelo detenido en el tiempo
mientras el resto de las cosas pasa, tejiendo el ciclo de la vida. La realidad
americana es maravillosa, y eso es lo que nos admira; está parada, pero no está
muerta; se ahoga en el asco, pero retoza llena
de vida. Es un mundo donde se han perdido las esperanzas, y ese esperar
desesperado se disfraza de magia, recreando maravillas.
Lo real es
espantoso, inaceptable, increíble; por eso se subleva contra su propio destino,
trocando la desesperación en magia.
ABRIL
Borró una
ofensa con otra ofensa, una torre con otra torre, un pecado con otro pecado; y
a fuer de fanático, voló justiciero.
Nadie puede
detener el progreso. Los pueblos pequeños (cultura plagada de cultos) no se
parecen a la ciudad (menos culto, pero cultura, mucha).
MAYO
7.
No se pueden buscar en el coche las
playas salvajes. Hay que andar y desnudar a la naturaleza cuando está dormida;
sorprenderla
8.
Epicuro decía
que había que buscar los placeres, pero eran los suyos unos placeres serenos.
No hagas deporte, no te metas en política, no te enamores ¿Entonces, qué te
queda? Los placeres tranquilos. ¡Placeres de viejos!
La ética de
Epicuro es una ética sólo para viejos. Los viejos no pueden comer carne, porque
tienen ácido úrico; ni grasa, porque les da el colesterol. Ni tampoco azúcar.
Lo único que les queda son los placeres tranquilos.
9.
Querer ser
imperturbable como quiere Epicuro es una solemne tontería, porque la vida es
perturbación; sólo son indiferentes los muertos.
10.
Claro, estos
placeres sensoriales, que nacen y viven y se agotan en el presente, no son
suficientes. También necesito placeres espirituales; que consisten en vivir el
pasado y el futuro, disfrutando al evocar lo que gocé ayer, o soñando con
alegría en lo que haré mañana. La pintura. La música. Y no sólo los olores, los
sabores, las caricias y los colores, y las sombras y la luz. Todo eso lo
necesito, si quiero vivir bien.
11.
Luego se
acordó del partido de baloncesto. Del gusto que da ver jugar bien en la cancha,
que un partido bien jugado es una obra de arte, un desbordamiento de fuerzas,
un derroche de creatividad. Y supo de la belleza que hay en las voluntades
agónicas.
12.
Está bien
abandonar la lucha con imposibles, ¿pero quién nos dice lo que es imposible? Si
nos hubiéramos resignado ante la adversidad, como los estoicos, si España se
hubiera resignado a la victoria persistente de Lituania, nunca habría
protagonizado la remontada: de modo que no hay que resignarse nunca. Nunca se
sabe lo que puede pasar. A veces el triunfo está a la vuelta de la esquina. Y
suele venir cuando ya parece todo perdido.
13.
Los placeres
tranquilos; los que cautivan el espíritu. Los placeres agitados; los del
cuerpo. Y el placer de la lucha; el de vencer al destino cuando el destino
parece inevitable. Los tres placeres le parecían necesarios; ya se encargaría
la vida, cuando la mermaran las fuerzas, de írselos limitando; de momento los
necesitaba todos. No quería vivir su juventud llenándola sólo con los placeres
de los viejos. ¡Era pecaminoso aquel desperdicio!
14.
Jugaba con la
arena, con las piedras, con las conchas, con el cielo; porque la vida es un
juego. A su lado, con las palas y la pelota, los niños jugaban. Y detrás
jugaban las algas.
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