viernes, 15 de noviembre de 2019

VOCABULARIO EMERGENTE: MUJER



VOCABULARIO EMERGENTE


Mujer.

Machismo, feminismo, hembrismo, patriarcado, homosexualidad, bisexualidad, transexualidad, sexo, género… Palabras que necesitan ser definidas para saber lo que significan. Pero cuando no se definen y su significado flota en la vaguedad, se crea una confusión que convierte las palabras en verborrea y el verbo en signo sin significado; se ha creado una mitología del feminismo; una escolástica feminista que controlan seguramente algunos apóstoles que lo predican, pero no, desde luego, algunos de sus discípulos; sobre todo los que tienen trece años.
He salido de una clase de primero de secundaria y los alumnos han llevado la conversación al terreno de la homosexualidad; se trataba de una clase de ética. Después de exponer que una anatomía masculina podía tener fisiología femenina (dependiendo de sus hormonas), se ha planteado que hay quien tiene órganos masculinos pero tendencias femeninas, y a eso lo llamamos homosexualidad; y que la homosexualidad se tiene, pero no se elige; y que, por lo tanto, puede haber distintas orientaciones sexuales sin que eso signifique que uno pueda elegir libremente su sexo; la moda de la homosexualidad, o de la bisexualidad, nada tiene que ver con la naturaleza homosexual; y que ese tipo de modas son éticamente cuestionables, no así las realidades naturales (tal vez también sociales, pero independientes de nuestra voluntad) que corresponden a ese hecho.
Eso determina confusiones propias de una auténtica diarrea mental. Al decir que una mujer es un ser humano provisto de genitales femeninos, una chica pide la palabra y corrige: “no, es mujer quien se siente mujer”; y yo, entonces, le digo que eso no vale, porque no se puede meter lo definido en la definición si no queremos caer en un círculo vicioso; de lo contrario acabaríamos diciendo que sentirse mujer es ser mujer, sin que en ningún momento digamos claramente cuál es el significado de la palabra “mujer”.
Esa postura la adoptaron varios de los chicos y chicas que estaban en clase. Otra chica me preguntó si yo no estaba confundiendo homosexualidad con transexualidad, a lo que contesté que no: transexual es quien se cambia de sexo. “No”, me replicó, “se puede ser transexual sin cambiarse de sexo”, y entonces no tuve más remedio que rendirme: “explícamelo tú”, dije, “en este punto reconozco mi ignorancia; tú pareces tener más conocimientos que yo”. Pero cuando volvió con aquello de que era mujer quien se sentía mujer y que eso no era homosexualidad, sino transexualidad, se me pinchó el globo. Otra chica dijo que en la forma de comportarse hay hombres que manifiestan ser mujeres, y yo le pregunté si no estaba confundiendo el género con el sexo; por ejemplo, ser niño y jugar con muñecas no lo convierte a uno en niña. Lo rechazó de plano, pero no supo explicar la diferencia que hay entre orientación sexual y estereotipo, mezclando cuestiones biológicas y sociales a tontas y a locas.


Luego miré en el diccionario y descubrí que una persona que se siente mujer teniendo un fenotipo masculino es transexual, aunque no se cambie de sexo. Comprobé, también, que la real academia entendía por homosexualidad la “inclinación erótica hacia individuos del mismo sexo”. Hay que suponer que quien se siente transexual tiene tendencias homosexuales, porque sentirse de otro sexo presupone sentirse atraído por el propio sexo. Eso no nos aclara, sin embargo, lo que es una mujer; sentirse mujer no es lo mismo que serlo, a menos que tenga un fenotipo femenino; como tampoco es Napoleón quien se siente Napoleón por mucho que lo afirmen algunas mentes alienadas.
Para zanjar la cuestión propongo buscar la palabra en el diccionario; y aparece que, según la real academia de la lengua, la palabra “mujer” significa “persona adulta de sexo femenino”; queda claro entonces que toda persona que tenga sexo masculino no es mujer. Entonces habla un chico y nos dice: “para mí es mujer todo el que se siente mujer”. Hay que recordar entonces que el diccionario recoge lo que millones de personas se han puesto de acuerdo en que significan las palabras; él se pone al margen de la sociedad diciendo que entiende que ser mujer es otra cosa; le digo que tiene todo el derecho del mundo a cambiar el significado de las palabras, pero con la condición de que me diga lo que es una mujer sin caer en un círculo vicioso.
La conversación la interrumpe, y menos mal, el sonido del timbre, porque estaba girando en círculo sin salir del atolladero al que nos habían conducido las trampas de las palabras. Trampas puestas por quienes quieren crear un vocabulario que refleje ideologías y no realidades; y, sí, seguro que habrá unos cuantos que manejen más o menos bien esa terminología, pero al margen de ese posible núcleo de nitidez hay un halo de confusión en el que se mueven montones de personas estirando los significados como chicles. Lo que hay detrás de ellos es dogmatismo, imposición, no libertad de pensamiento (que es sometimiento a la realidad); hablar al margen de la realidad es someterse a una ideología, cuando la única sumisión posible es la que les debemos a los hechos.
Si estamos de acuerdo en que la mujer arrastra una postración social de siglos y hasta milenios; si estamos de acuerdo en que sus derechos deben ser reivindicados; si coincidimos en que no se debe castigar la realidad cuando no coincide con ideologías dominantes; y si, además, admitimos que una de las fuentes de dominación es el propio lenguaje, entonces una de las mejores armas de liberación es el lenguaje. Pero si, frente a la ortodoxia de un signo, encontramos otra ortodoxia de signo contrario (empeñada en forzar las palabras para violentar la voluntad de quienes buscan claridad y no nuevas tinieblas), entonces el machismo reaccionará, sin ser derrotado, frente a las ingenuas caricaturas del feminismo. Una mujer es una mujer, dígalo Agamenón o su porquero.




3 comentarios:

  1. Un tema muy actual y tratarlo con nuestros alumnos resulta un reto; parece ser que ellos saben más, que ellos saben de etiquetas y ellos tienen la razón. Nosotros, los maestros, escuchamos, guiamos y aprendemos mucho de nuestros estudiantes. Un artículo para leerlo y releerlo, estimada Lechuza.

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  2. a lo mejor tu alumno no sabe que existe algo que se llama "trangénero".

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  3. Para este tema, dada la abrumadora tendencia hacia lo que piensan esos chicos de 13 años, recomiendo explorar otra manera de entender eltema, mediante la lectura del libro "La filosofía se ha vuelto loca", del profesor de la Sorbona Jean-François Braunstein, que recomendara Fernando Savater en el 2018 (ahora traducido al Español, en el 2019). También se puede revisar los trabajos del Dr. Ryan T. Anderson (https://www.youtube.com/watch?v=9VjlxHMwhsA).
    Espero que ayude un poco.

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