VOCABULARIO
EMERGENTE
Mujer.
Machismo, feminismo, hembrismo,
patriarcado, homosexualidad, bisexualidad, transexualidad, sexo, género…
Palabras que necesitan ser definidas para saber lo que significan. Pero cuando
no se definen y su significado flota en la vaguedad, se crea una confusión que
convierte las palabras en verborrea y el verbo en signo sin significado; se ha
creado una mitología del feminismo; una escolástica feminista que controlan
seguramente algunos apóstoles que lo predican, pero no, desde luego, algunos de
sus discípulos; sobre todo los que tienen trece años.
He salido de una clase de
primero de secundaria y los alumnos han llevado la conversación al terreno de
la homosexualidad; se trataba de una clase de ética. Después de exponer que una
anatomía masculina podía tener fisiología femenina (dependiendo de sus
hormonas), se ha planteado que hay quien tiene órganos masculinos pero
tendencias femeninas, y a eso lo llamamos homosexualidad; y que la
homosexualidad se tiene, pero no se elige; y que, por lo tanto, puede haber
distintas orientaciones sexuales sin que eso signifique que uno pueda elegir
libremente su sexo; la moda de la homosexualidad, o de la bisexualidad, nada
tiene que ver con la naturaleza homosexual; y que ese tipo de modas son
éticamente cuestionables, no así las realidades naturales (tal vez también
sociales, pero independientes de nuestra voluntad) que corresponden a ese
hecho.
Eso determina confusiones
propias de una auténtica diarrea mental. Al decir que una mujer es un ser
humano provisto de genitales femeninos, una chica pide la palabra y corrige:
“no, es mujer quien se siente mujer”; y yo, entonces, le digo que eso no vale,
porque no se puede meter lo definido en la definición si no queremos caer en un
círculo vicioso; de lo contrario acabaríamos diciendo que sentirse mujer es ser
mujer, sin que en ningún momento digamos claramente cuál es el significado de
la palabra “mujer”.
Esa postura la adoptaron varios
de los chicos y chicas que estaban en clase. Otra chica me preguntó si yo no
estaba confundiendo homosexualidad con transexualidad, a lo que contesté que
no: transexual es quien se cambia de sexo. “No”, me replicó, “se puede ser
transexual sin cambiarse de sexo”, y entonces no tuve más remedio que rendirme:
“explícamelo tú”, dije, “en este punto reconozco mi ignorancia; tú pareces
tener más conocimientos que yo”. Pero cuando volvió con aquello de que era
mujer quien se sentía mujer y que eso no era homosexualidad, sino
transexualidad, se me pinchó el globo. Otra chica dijo que en la forma de
comportarse hay hombres que manifiestan ser mujeres, y yo le pregunté si no
estaba confundiendo el género con el sexo; por ejemplo, ser niño y jugar con
muñecas no lo convierte a uno en niña. Lo rechazó de plano, pero no supo explicar
la diferencia que hay entre orientación sexual y estereotipo, mezclando
cuestiones biológicas y sociales a tontas y a locas.
Luego miré en el diccionario y
descubrí que una persona que se siente mujer teniendo un fenotipo masculino es
transexual, aunque no se cambie de sexo. Comprobé, también, que la real
academia entendía por homosexualidad la “inclinación erótica hacia individuos
del mismo sexo”. Hay que suponer que quien se siente transexual tiene
tendencias homosexuales, porque sentirse de otro sexo presupone sentirse
atraído por el propio sexo. Eso no nos aclara, sin embargo, lo que es una
mujer; sentirse mujer no es lo mismo que serlo, a menos que tenga un fenotipo
femenino; como tampoco es Napoleón quien se siente Napoleón por mucho que lo afirmen
algunas mentes alienadas.
Para zanjar la cuestión propongo
buscar la palabra en el diccionario; y aparece que, según la real academia de
la lengua, la palabra “mujer” significa “persona adulta de sexo femenino”;
queda claro entonces que toda persona que tenga sexo masculino no es mujer.
Entonces habla un chico y nos dice: “para mí es mujer todo el que se siente
mujer”. Hay que recordar entonces que el diccionario recoge lo que millones de
personas se han puesto de acuerdo en que significan las palabras; él se pone al
margen de la sociedad diciendo que entiende que ser mujer es otra cosa; le digo
que tiene todo el derecho del mundo a cambiar el significado de las palabras,
pero con la condición de que me diga lo que es una mujer sin caer en un círculo
vicioso.
La conversación la interrumpe,
y menos mal, el sonido del timbre, porque estaba girando en círculo sin salir
del atolladero al que nos habían conducido las trampas de las palabras. Trampas
puestas por quienes quieren crear un vocabulario que refleje ideologías y no
realidades; y, sí, seguro que habrá unos cuantos que manejen más o menos bien
esa terminología, pero al margen de ese posible núcleo de nitidez hay un halo
de confusión en el que se mueven montones de personas estirando los
significados como chicles. Lo que hay detrás de ellos es dogmatismo, imposición,
no libertad de pensamiento (que es sometimiento a la realidad); hablar al
margen de la realidad es someterse a una ideología, cuando la única sumisión
posible es la que les debemos a los hechos.
Si estamos de acuerdo en que la
mujer arrastra una postración social de siglos y hasta milenios; si estamos de
acuerdo en que sus derechos deben ser reivindicados; si coincidimos en que no
se debe castigar la realidad cuando no coincide con ideologías dominantes; y
si, además, admitimos que una de las fuentes de dominación es el propio
lenguaje, entonces una de las mejores armas de liberación es el lenguaje. Pero
si, frente a la ortodoxia de un signo, encontramos otra ortodoxia de signo
contrario (empeñada en forzar las palabras para violentar la voluntad de
quienes buscan claridad y no nuevas tinieblas), entonces el machismo
reaccionará, sin ser derrotado, frente a las ingenuas caricaturas del
feminismo. Una mujer es una mujer, dígalo Agamenón o su porquero.
Un tema muy actual y tratarlo con nuestros alumnos resulta un reto; parece ser que ellos saben más, que ellos saben de etiquetas y ellos tienen la razón. Nosotros, los maestros, escuchamos, guiamos y aprendemos mucho de nuestros estudiantes. Un artículo para leerlo y releerlo, estimada Lechuza.
ResponderEliminara lo mejor tu alumno no sabe que existe algo que se llama "trangénero".
ResponderEliminarPara este tema, dada la abrumadora tendencia hacia lo que piensan esos chicos de 13 años, recomiendo explorar otra manera de entender eltema, mediante la lectura del libro "La filosofía se ha vuelto loca", del profesor de la Sorbona Jean-François Braunstein, que recomendara Fernando Savater en el 2018 (ahora traducido al Español, en el 2019). También se puede revisar los trabajos del Dr. Ryan T. Anderson (https://www.youtube.com/watch?v=9VjlxHMwhsA).
ResponderEliminarEspero que ayude un poco.