EL PROFESOR
Los
profesores son el antiguo régimen. Son el poder legislativo porque dictan los
programas; los programas que les dictan a ellos desde arriba. Son el ejecutivo
porque mandan en sus clases. Y son el poder judicial porque continuamente juzgan
y evalúan. Nadie los juzga a ellos. No hay evaluaciones, ni externas ni
internas, que introduzcan en su cometido un solo átomo de crítica. Son
simulacros de evaluación. Ejercicios de libertad cuyo destino es la papelera.
“Evaluación de la práctica docente”: eufemismos que se inventan en Madrid; y
que hay que cumplir, sometiéndose a la ley para cabalgar sobre ella, cada
muerte de obispo. Como en unos carnavales de escuela, allí los chicos dicen lo
que quieren con libertad efímera. Luego se reúnen las comisiones pedagógicas y
nadie les hace caso; como déspotas de feria, los profesores ignoran las
críticas descalificando a quienes las hacen: porque, como ya se sabe, los
chicos no saben lo que quieren; no saben lo que dicen; no saben lo que piensan.
Y no hay conciencia más limpia que la de quien no se quiere enterar: que donde
hay confusión de poderes nunca ha habido democracia, sino absolutismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario