DESPEDIDA
Mis queridos amigos: lo mejor que hay en la escuela son los alumnos. Los mayores estamos trillados y entre tanto grano hay mucha paja: también hay cizaña. Vosotros sois arcilla tierna sin durezas y podéis cambiar el mundo adaptándoos a él: sólo tenéis que derribar las rigideces mentales que os hacen a veces esquemáticos; pero vuestros esquemas son los andamios de vuestra personalidad, como cuando construimos una casa levantando andamios que luego hemos de derribar cuando la casa esté hecha: así también, cuando nos construimos como personas, levantamos estereotipos a los que nos tenemos que encaramar para poder hacerla; y luego, cuando ya está más o menos hecha, los tiramos al suelo porque han dejado de servirnos. La juventud es tierna, tierna como la arcilla; pero necesita esquemas que la puedan sujetar antes de desparramarse; que es preferible tener una forma a estar sin ella, y esa forma, cuando ya no nos vale, tenemos que cambiarla, como el andamio que sólo sirve mientras construimos la casa; como el capullo duro mientras se construye la crisálida; nuestra vida es una continua metamorfosis y nosotros, los mayores, cada vez tenemos menos capacidad para adaptarnos a nuevas formas; pero vosotros, que sois arcilla, tenéis toda la capacidad del mundo. Sois fuertes y flexibles como la goma; los adultos, al perder flexibilidad, vamos perdiendo vida y nos volvemos duros; nos rompemos.
Quiero daros las gracias por el hermoso libro que me habéis regalado. Hermoso por partida doble: porque es modesto, y en su pequeñez sin pretensiones refleja lo mucho que habéis hecho con lo poco que tenéis (por eso vale más que un libro caro); y porque en sus páginas he podido desfrutar lo más delicioso que se ha escrito, porque tiene la frescura de las palabras sencillas y en esa sencillez sin pretensiones tiene la hondura que suele faltarles a las palabras pretenciosas. Todo el curso nos lo hemos pasado salpicando las clases con chistes, como si los chistes fueran el azúcar que endulza la leche; pero este libro viene a decirnos que el azúcar es algo más que el dulce del bizcocho; porque, si no hubiera azúcar, no habría bizcocho; sería una masa con apariencia de bizcocho, pero no tendría sabor, no estaría dulce; como la filosofía sin humor sería mera apariencia de filosofía; por eso me ha gustado como lo llaman los autores de vuestro libro: filochiste. No os quepa duda de que este librito va a ser la biblia con la que voy a preparar las clases del futuro; pero ya no las disfrutaréis vosotros: las disfrutarán otros alumnos.
Gracias por haber estado conmigo todo este curso. Gracias por haberme contagiado con vuestra frescura, y cómo no, con un poco de la ternura de vuestra arcilla. Aunque ya no tengo vuestros años, por ósmosis, espero mantenerme joven; como esa crisálida que se mueve dentro de las rigideces del capullo. El capullo es el que se apega a lo viejo despreciando lo nuevo; el que prefiere el esquematismo de lo duro a la vitalidad de la crisálida; el que se queda con el andamio porque no tiene paciencia para ver la casa. Espero no ser nunca un capullo.
Y vosotros, cumplid lisa y llanamente con vuestro destino. Sed arcilla, construiréis muchas cosas. Sed vida, que atravesaréis todos los esquemas, todos los capullos, todos los andamios. Los esquemas son necesarios: pero para formar la vida, no para apresarla; los esquemas son como el tutor de las plantas, que las ayuda a crecer, no como el corsé que las aprieta. Con ser vosotros mismos (arcilla fresca y no cemento armado) seréis salud y vida; que puede más la hierba humilde que se dobla con el viento que la caña orgullosa que se pone tiesa: y por eso el viento la troncha.
Gracias por haber estado aquí. Y por haber compartido todo este tiempo conmigo. Hasta en los malos estudiantes he encontrado la tela de la que están hechas las mejores personas. Algunos habréis sido estudiantes malos, de ninguna manera malos chicos. Sólo los que se cierran al mundo se quitan a sí mismos la posibilidad de disfrutar de todo. Me acordaré de vosotros. Ahora cada uno seguirá su rumbo Y que salga la crisálida. Que fructifique.
Junio de 2013.
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma.
Envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Jaime Gil de Biedma.
Hermosa despedida hermoso poema hermosa palabra de maestro gracias profesor Lechuza Literaria:"Gracias por haber estado aquí. Y por haber compartido todo este tiempo conmigo. Hasta en los malos estudiantes he encontrado la tela de la que están hechas las mejores personas. Algunos habréis sido estudiantes malos, de ninguna manera malos chicos. Sólo los que se cierran al mundo se quitan a sí mismos la posibilidad de disfrutar de todo. Me acordaré de vosotros. Ahora cada uno seguirá su rumbo Y que salga la crisálida. Que fructifique."
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