LA MURALLA
1.
A veces buscamos la aventura para
huir de nosotros mismos. A veces nos vamos de viaje para huir de la pereza y no
es el viaje una meta, sino huida ante el destino: energía sin voluntad, río sin
cauce, fuerza sin camino, o camino sin fuerza.
2.
Hay
un mundo al otro lado de la pared. Podemos llegar saltando por distintos
sitios, sin embargo no todos llevan, en el otro mundo, al mismo lugar; por unas
zonas lleva a un suelo muy bajo desde el que vemos muy pocas cosas; por otras
se va a otro suelo alto desde el que se divisa un amplio horizonte.
La
muralla crece como si fuera una escalera. Tiene diez peldaños. Cada uno la
salta según sus fuerzas y el mundo que encontrará más allá será siempre mejor
que éste en el que está; sin embargo, no todos lo disfrutarán con la misma
fuerza; cada peldaño que suban es un grado más en la intensidad del goce, pero
sólo se llega al otro lado a partir del quinto peldaño. Por debajo de él te
quedarás en este mundo y no podrás traspasar la barrera para ver el otro: el
que hay al otro lado, el que hay más allá.
Por
encima del quinto, cada peldaño lleva a una llanura por la que podrás caminar
largo rato y al final de esa llanura habrá un mirador: el paisaje que se ve desde
allí es magnífico.
A
la derecha del mirador encontrarás otro peldaño: que te conducirá a otra
llanura más alta con un mirador más hermoso que el primero y a su lado habrá otro
peldaño.
Éste
te llevará a un mirador todavía más grandioso que dominará un paisaje mayor; y
a su derecha habrá otro peldaño que accederá a otra altura desde la que los
dominios que contemplas aún serán mayores.
El
peldaño más alto será el décimo; desde allí verás el paisaje más poderoso de
todos; el de horizontes más lejanos que quepa imaginar; desde esa altura planearás
verdaderamente a lo grande: en esos horizontes podrás echar a volar sacando el
máximo poder de tu libertad.
Así
que las cinco últimas alturas del muro dan acceso a cinco plataformas de
diferentes alturas; algo así como cinco mesetas desde las que se va ampliando
el horizonte a medida que subimos.
Visto
de lejos, hay muchas paredes, muchas barreras, muchas murallas; como si la
misma muralla estuviese separada por compartimentos que limitasen varios
recintos distintos y cada recinto fuese un palacio. Si no puedes entrar por una
entrarás por otra, siempre que camines lo suficiente por la senda que une a
todas estas murallas. Pero las que vienen luego ya no son como las primeras.
En
la primera muralla, sólo con atravesar el quinto peldaño ya estaremos al otro
lado; y el sexto y el séptimo y el octavo y el noveno y el décimo te abrirán
cada uno a una plataforma desde la que contemplar el mundo dominándolo siempre más
que desde el piso anterior.
Las
que vienen luego dan todas a la plataforma número cinco. Si llegas a la diez al
final no te encontrarás con una meseta más alta, sino con un tobogán por donde
caerás hasta la mitad de lo que has subido por este lado, es decir hasta el
quinto piso; será como un adarve que se encuentra siempre al mismo nivel.
No
podrás pasar del quinto nivel aunque saltes por el seis, por el ocho o por el
diez. Quedarás condenado a no ver horizontes más altos si saltas por la segunda
muralla; esos sólo se ven por la primera; desde la segunda llegarás al otro
mundo, sí, y en ese mundo será mejor que en éste; pero ya no podrás disfrutarlo
al más allá del quinto piso pues cada piso te llevará a toboganes por los que
te caerás irremediablemente hasta el quinto.
Por
debajo del quinto peldaño no podrás pasar al otro lado. Lo mismo da que saltes
cuatro, que dos, que tres; te quedarás en éste. Y todos lo verán. Porque entre
el primer peldaño y el quinto la muralla es transparente y aunque no puedas
atravesarla todos verán a qué altura has chocado. Y se reirán de quienes han
chocado en el primero mucho más que de quienes han chocado con el cuarto.
El mundo que hay a este lado es tu nivel
de estudios. Al otro lado está el nivel superior. La muralla es el examen. Los
peldaños, las notas. La primera muralla es el primer examen. La segunda es la
recuperación. Si recuperas por haber suspendido en el primero, ya no tienes
derecho a sacar más de cinco. Aunque estudies para diez. Sin embargo si
suspendes con menos de cuatro tendrás la nota que saques. Estarás nivelado por
arriba, pero diferenciado por debajo; ésa será tu condena. El resultado es que
te desanimarán de estudiar si recuperando no vas a sacar de todas maneras más
de cinco; y te hundirán la moral si sacas menos de cuatro. Todo por haber
suspendido la primera vez.
Y
luego dicen que hay que aprender de los errores. Pero si yerras, ya no tienes
derecho a rectificar. Ya no tendrás las mismas oportunidades. Las mismas que
hay para los demás. Hay quien saca montones de ochos en recuperaciones y sólo
le ponen cincos; y hay quien saca ocho sólo una vez y, por ser la primera, ésa
será la nota definitiva. Todo por ser virgen. Por haberlo sacado la primera
vez. El primer suspenso será como una deuda externa que te obligará a pagar
intereses todo lo que ganes por encima de cinco.
Hay
que desterrar para siempre la virginidad pedagógica. Esa que te
hace aprobar mucho estudiando poco. La misma que castiga el estudiar mucho con
premiárselo poco. La que castiga el error con la deuda externa. La que
acumula déficits haciendo que los retos sean cada vez más difíciles de superar.
La misma que pone en el tiempo más tareas de las que el tiempo puede consumir.
La que lo pone todo fácil para el que puede, y se ceba en poner palos en las
ruedas de los que tienen dificultades. La que hace que el estudio se vuelva la
antienzima perfecta. La que pone cada vez más alta, a medida que pasa el
tiempo, la energía de activación.
3.
En la Rusia soviética ningún obrero
se esmeraba en trabajar, porque todos cobraban lo mismo. En el mundo
capitalista los repetidores no se esmeran en estudiar, porque siempre les ponen
la misma nota.
La virginidad pedagógica impide que
los orgasmos suban de nivel. No puede ascender en el éxito quien ha probado el
suspenso antes de tiempo. No hay alegría en los estudios para quien ha
suspendido la primera vez.
En
algunos lugares acostumbran a no poner de nota más que un suficiente, aunque te
saques un sobresaliente, si te lo has sacado en un examen de recuperación.
" A veces buscamos la aventura para huir de nosotros mismos. A veces nos vamos de viaje para huir de la pereza y no es el viaje una meta, sino huida ante el destino: energía sin voluntad, río sin cauce, fuerza sin camino, o camino sin fuerza.".
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