viernes, 4 de junio de 2021

 

 

 

HACIA UN NUEVO PACIFISMO

 


            Unos oprimen a otros para liberarse y otros retrasan su liberación para no oprimir a nadie.

 

            Los revolucionarios rompieron las cadenas de la opresión matando oprimidos que no eran revolucionarios; y los oprimidos quedaron atrapados entre dos formas de opresión: la que los explotaba y la que los quería liberar.

 

            Eso buscaban los mambises cuando derrotaron a los españoles en 1898: la guerra total.

 

            La izquierda quiere sacar al pobre de su pobreza. La derecha quiere enriquecer a todos pero enriquece a los ricos. Para enriquecer al pobre hace falta quitarle el látigo al opresor y romper el látigo, pero ahora lo tiene el pobre; entonces el pobre se vuelve rico y el rico se vuelve pobre y con los papeles cambiados sigue habiendo pobres y ricos: como siempre.

 

            Cosas parecidas pasaron, en el siglo XII, en Inglaterra con los normandos y los sajones.

 

            Entonces el rico que tiene el látigo sigue pensando como cuando era pobre y el látigo lo tenían otros; y, siendo ahora opresor, se sigue creyendo oprimido. Su personalidad se escinde entre el oprimido que era y el opresor que ahora es, y sigue creyendo que es lo que era sin reconocerse en lo que es ahora; de modo que el liberado se convierte en un déspota que se cree liberador.

 

            Esas cosas pasan en la Venezuela de Nicolás Maduro; y en la de Hugo Chávez.

 

            Como liberador, sigue creyendo que saca al pobre de su pobreza; aunque lo que ha hecho ha sido volver pobre a quien antes era rico sin darse cuenta de que, como pobre, a ese viejo rico ahora lo tiene que liberar; pero lo tiraniza en su venganza y le echa en cara sus antiguas culpas.

 

            Fue lo que pasó en Alemania cuando los nazis fueron derrotados por los aliados.

 

            Y tiene el opresor una mente dividida: en una parte tiene la etiqueta de pobre y liberador: y de izquierdas; y en otra tiene la cara del opresor, en la que no se reconoce aunque lo sea; cree que es lo que ya no es (es decir, pobre) y niega ser ahora lo que no era antes (es decir, rico). La etiqueta que se pone es una máscara. Y su cara es la realidad que se esconde por detrás de la careta.

            Muchos se creen de izquierda porque tienen una etiqueta, una máscara, un disfraz; y son lo contrario de lo que pregonan en una realidad en la que no se reconocen. Ser de izquierda y oprimir al adversario no es ser de izquierda, aunque se tenga la etiqueta puesta.

 


            Podríamos decir algo parecido de la Rusia de Stalin.

 

            ¿Qué diferencia hay entre un etarra y un nazi? La etiqueta. El etarra se viste de izquierda y el nazi de derecha, pero cuando se quitan el uniforme los dos hacen lo mismo: oprimir a un pueblo para salvar a otro; lo hacen poniéndole la etiqueta de oprimido al pueblo opresor y la de opresor al pueblo oprimido. Para ellos, salir de la pobreza es liberarse y se liberan oprimiendo: quitándoles las libertades a los otros (y acaban, sin darse cuenta, quitándoselas a sí mismos).

 

            Esto es la dictadura del proletariado.

 

            Salir de la pobreza empobreciendo. Liberarse oprimiendo. Mas no se debe salir de la pobreza empobreciendo a nadie sino enriqueciendo a todos: también a quienes nos empobrecían antes, en el tiempo viejo en que nos imponían su opresión.

 

            Esto lo quiso hacer en Sudáfrica Nelson Mandela. Lo muestra bien una película emocionante: “Invictus”.

 

            Por eso cuando veo a alguien yo nunca pregunto qué etiqueta tiene sino qué es. Las etiquetas, como las máscaras, como los uniformes, como los escudos y las banderas, se ven a simple vista pero hay que esforzarse mucho por ver la realidad que hay detrás de las etiquetas. Obras son amores y no buenas razones, dice la voz popular; y si veo a alguien que presume de ser de izquierda me pregunto siempre si no tiene una svástica detrás del uniforme de miliciano: entonces me fijo en lo que hace y no en lo que dice ser y hacer.

 

            No sólo se torturaba en las cárceles de Franco; también en las checas se torturaba.

 

            Eres lo que haces. Si robas, si engañas, si oprimes y si matas nunca serás de izquierda (aunque lo digas o hagas por redimir al pobre). Ser de izquierda debería ser redimir al pobre sin empobrecer al rico o lo que es lo mismo: no comprar riqueza pagando con libertad. El bandido generoso no robaba a los ricos para dárselo a los pobres, como dicen que hacía Robin Hood; si empezó haciendo eso, la codicia, que es contagiosa (y más cuando no te controla nadie), acabará robando como siempre sin repartir nunca nada con los demás.

            El bandido generoso roba como siempre y atesora como nunca: la fuerza de los ideales se debilita si no se fortalece con la virtud.

 

            Los dulcinistas. El Tempranillo. Robin Hood.

 

            La izquierda no es sólo un programa: también una actitud. El programa son los ideales y la actitud es la estrategia, pero toda estrategia de izquierda debería ser también un ideal: la única estrategia aceptable es la paz en busca de justicia; al principio nunca es una paz justa porque surge de la injusticia que pretende combatir: pero la injusticia de salida no puede ser nunca injusticia en la llegada, el origen no debe contaminar el objetivo, pues la manera como haces las cosas (la estrategia) no debe ser distinta de las cosas que tienes que hacer (la utopía, los destinos, los principios, los ideales).

            No se construye un mundo pacífico utilizando guerra. Podrías utilizar la metáfora bíblica donde Jesús hace más que mostrarnos la meta. Yo soy la meta (viene a decirnos), pero también el camino. El mundo que buscas es el mundo en el que debes estar para llegar a él: porque eres lo que predicas y debe ser lo mismo predicar que dar trigo. No basta con que Jesús nos lleve hacia la luz, necesitamos más de él; necesitamos que él, como camino que conduce a ella, ya sea la luz.

 

            Jesucristo. Sócrates. Gandhi. Buda. Los inocentes que no matan por una ilusión. El fascismo mató en nombre de la violencia. El comunismo mató en nombre de la liberación. El mismo partido que se levantó contra los zares se levantó después contra el pueblo ruso, convirtiéndose en maquinaria terrorífica. Hay que leer a Marx. Pero también a Soljenitsin. La pureza de los ideales se ha vuelto maquinaria de exterminio, Auschwitz no debe hacernos olvidar el Gulag. Matar por exterminar a una raza no debería servir de excusa para lavar la cara de quienes también mataban en nombre de la revolución.

 


 

 

1 comentario:

  1. Perú se desangra entre una izquierda, entre una derecha, buscamos democracia y libertad, esta tan valiosa para un ser humano y decidir, poder decir lo que deseamos decir. Rescato: "No se construye un mundo pacífico utilizando guerra. Podrías utilizar la metáfora bíblica donde Jesús hace más que mostrarnos la meta. Yo soy la meta (viene a decirnos), pero también el camino. El mundo que buscas es el mundo en el que debes estar para llegar a él: porque eres lo que predicas y debe ser lo mismo predicar que dar trigo. No basta con que Jesús nos lleve hacia la luz, necesitamos más de él; necesitamos que él, como camino que conduce a ella, ya sea la luz."

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