viernes, 14 de mayo de 2021

CANTO DE SIRENAS

 


CANTO DE SIRENAS

 


1.

 

            Las sirenas encantan a los hombres. A los hombres que las buscan[1]. Quien oye su voz ya no vuelve a ver más a su familia. En su canto se deforman las imágenes, se trastoca el entendimiento, se adormecen los sentidos, son imanes que rompen voluntades, despiertan deseos y multiplican goces. Las sirenas cantan en una isla. Están sentadas en una alegre pradera, rodeadas de los huesos de cuantos sucumbieron al deseo de oírlas, ahogados en sus propios excesos; y ahora son huesos putrefactos porque su piel se ha consumido. Natalia, si sucumbe a sus cantos, perderá lo más hermoso que tiene: el hogar (único sitio donde la felicidad es libre); sólo en el hogar puede la libertad ser feliz. Los cantos de sirena son placeres que se agotan agotando. La felicidad es placer, pero ni te agota, ni se agota.

            Ulises quiso escuchar los cantos de sirena; pero lo tuvieron que atar al mástil. El mástil del barco, sujeto con recios cordajes, le dejó oír a las sirenas sin que lo arrastraran. Los amigos de Ulises se taparon los oídos y se salvaron, pero no pudieron oír la belleza de sus cantos. Dos remedios hay para no perderse. Dos remedios, Natalia: escuchar atado, o desatarse y no escuchar. Durísimo, el sufrimiento que vuela a la isla de las sirenas, impulsado por su encanto: no puedes volar; atrapado por las cadenas ¿serás capaz, Natalia, de resistir lo irresistible? ¿Podrás sentir la belleza perversa, te dejarás envolver por ella? ¿Te deleitarán sus maravillas sin congelarte el cuerpo? ¿Serás apenas sentido paralítico? ¿Acaso será tu vida un sentir como el del vuelo sin motor?

 


2.

 

            Gloria, meses después, supo la noticia. Lo supo oyendo hablar a los amigos de Natalia. Lo supo siguiéndole el rastro al padre de su hijo. Lo supo, además, por el periódico: una escueta esquela con un nombre, una fecha, un entierro. Pensó en los campos de amapolas luciendo sobre un mar de espigas centenares de manchas carmesí. Y en los vencejos que volaban por la casa. Pensó en la primavera que escapaba como una exhalación, como se escapa la vida. En las señales del verano (los grillos, las avispas, los murciélagos, los nidos, las golondrinas). Pensó en tantas cosas hermosas que nos quedan por disfrutar… pero el joven no las disfrutaría ya. La droga fue para él un canto de sirena; y murió de sobredosis. Buscó el placer y no supo encontrarlo, porque tenía el entendimiento oscuro y el corazón roto. Entonces lo buscó en la droga. La droga lo atraía con su canto desde los jardines de su isla; le ofrecía mil éxtasis sin cuento que lo transportaban a regiones ignotas… pero, como las sirenas, la droga te dejaba en los huesos. Te consume porque obliga a tu cuerpo a  vivir un año en un instante; a gastar las energías de tu vida en un momento. Y cuando las has gastado, no cabe un gramo de aire en la vida y tu vida se extingue: joven que has vivido de prisa y ya te has vuelto viejo.

            El amigo de Natalia murió de no saber gozar, porque el corazón roto le había comido el pensamiento.

 


3.

 

            Las sirenas matan, Calipso degrada, Circe destruye.

            Las sirenas te atraen para matarte. Calipso te atrapa para degradarte: te ofrece lo mejor que tiene y te obliga a quererla: porque te ama.

            Circe te atrae para destruirte, te quita la memoria con drogas y te corrompe con su varita.            

            Si Calipso es una prisión dorada, Circe es la cárcel terrible. Y hay tres tipos de droga: la que mata, la que degrada y la que destruye. Vivir la vida de otro es degradarte del ser; vivir sin vida propia es degradarse el existir.

            Calipso es la degradación, Circe la destrucción y las sirenas la muerte.

 


 



[1] Homero, La Odisea, p. 154.

1 comentario:

  1. "Si Calipso es una prisión dorada, Circe es la cárcel terrible. Y hay tres tipos de droga: la que mata, la que degrada y la que destruye. Vivir la vida de otro es degradarte del ser; vivir sin vida propia es degradarse el existir." Verdad y reflexión, defiendo las circunstancias que me pone la vida y busco incansablemente ser mejor casa día, sin Calipso, sin Circe, sin cantos de sirenas.

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