viernes, 9 de diciembre de 2016

Fenomenología (3): Noofanía (La aventura del saber)




FENOMENOLOGÍA (3): NOOFANÍA
(LA AVENTURA DEL SABER)


 

1. Origen de la humanidad.

            La evolución humana es la noosfera; podríamos muy bien llamarla época faneronoica, pues en ella se produce, como una nueva gran explosión, la aparición de la autoconciencia. Hasta entonces los seres vivos habían adquirido grados crecientes de conciencia del mundo; no era seguro que fueran demasiado conscientes de sí mismos, y ahora sí lo empezarán a ser.
            Fue primero la inmanencia, entendida como sensación, primero de cercanía (tacto, olfato, gusto), luego de lejanía (oído, vista). Fue primero esa forma de inmanencia caracterizada por la espontaneidad, que es la naturaleza. Después vino la existencia mediada en que consiste la cultura, que nos abre a la trascendencia. ¿Cómo se produjo esta nueva transición?
            La cuestión gira en torno a la historia del conocimiento: esa noodisea de la que nos habla Miró Quesada. Los seres más primitivos tienen receptores nerviosos indiferenciados, esparcidos por todo su cuerpo; luego se formó un hilo nervioso en primitivos cordados en que poco a poco se fue localizando la información. El movimiento varió haciéndose cada vez más preciso. Así, las esponjas no se mueven: como el agua las traspasa de comida, no tienen que ir a buscarla; por eso no tienen boca ni simetría. Los cnidarios no se limitan a ser traspasados por el medio, sino que buscan, indagan en él; todavía no pueden desplazarse, pero son bolsas con tentáculos movidos por una red difusa de células nerviosas; y como ninguna región del espacio es mejor que otra, ya que las presas pueden venir de cualquier parte, tienen simetría radial. Los gusanos buscan las presas en lugar de esperar a que lleguen. Eso requiere simetría bilateral: “ahora no todas las direcciones del espacio son equivalentes[1]; el eje delante-detrás tiene un extremo con boca, sentidos y tejido nervioso: es la cabeza. Tales animales, que en su evolución van conociendo cada vez mejor el mundo en el que están, sin embargo no se conocen a sí mismos. Pero el chimpancé puede reconocer su imagen en un espejo. Pasar de la conducta instintiva a la conducta inteligente, del autómata al animal racional, de la teleonomía a la teleología, requiere lograr la conquista de la autoconciencia; y del lenguaje.


3.1. Origen del género humano.

            He aquí que aflora la razón, cubriendo de cultura la naturaleza. Hay, posiblemente, una razón implícita que mueve las cosas desde dentro; el hecho de que todas las cosas tengan estructura, u orden interno, apunta claramente hacia ello. Pero llega un momento en que la razón emerge desde el interior de las cosas y se hace explícita, encarnándose en aquellos cuerpos que son más aptos para recibirla: eso ocurre con el ser humano. Todo empezó hace algo más de 6 millones de años.
            1º. El eslabón perdido. En el principio fueron los primates. Y los primates se bifurcaron en tres ramas distintas, una de las cuales eran los homínidos. El primate bípedo más antiguo que se conoce es el oreopiteco, que tenía el pie más sencillo que puede haber: un pie en forma de trípode, como el del gallo. (El pie humano es más complicado: su forma, más larga que ancha, está diseñada para la velocidad). El oreopiteco no tenía necesidad de correr porque en su entorno no había depredadores. Pero hace 6 millones de años se produce un cambio climático: se deseca el Mediterráneo y se reduce gran parte de la selva africana; ya no había suficientes árboles para tantos primates. En los árboles había una competencia enorme, dado que la demanda de vivienda y alimento aumentó brutalmente. El futuro estaba en el suelo: eso fue lo que hicieron los homínidos con su pie excepcional. El homínido más antiguo que se conoce es el ardipithecus ramidus; vivió hace 4 millones y medio de años.


2º. Bipedismo. Surge con el australopithecus anamensis, hace 4 millones de años. Como consecuencia de ello queda equilibrada la cabeza sobre el cuerpo (lo que hará posible el aumento del cerebro); se produce la liberación de las manos (lo que, con el tiempo, permitirá la fabricación de utensilios); y se facilita la caza, permitiendo la incorporación de proteínas a su dieta (la proteína es una materia prima necesaria para el cerebro, y por lo tanto permitirá un aumento de su tamaño; crecimiento que se retroalimentará con el progreso en la fabricación de utensilios). Sucesor del australopithecus anamensis, el australopithecus afarensis se escindirá en dos ramas hace aproximadamente 3 millones de años: una es el australopithecus robustus (también llamado parántropo), de dientes fuertes y potente musculación para comer duras raíces en la sabana, pues era vegetariano; otra la constituyen los australopitecos gráciles (Lucy es uno de ellos), que por ser carnívoros fabricarán herramientas y viven en la sabana.
3º. Inteligencia y herramientas: aparece el género homo. Hace 2 millones y medio de años se produce en África una crisis climática; a consecuencia de ella se reduce la selva, lo que provoca la extinción de los australopitecos robustos. La sabana, en cambio, aumentó. Ahora bien, entre el momento en que los homínidos se pusieron de pie y el momento en que desarrollaron una inteligencia más compleja pasaron cerca de dos millones de años; esto demuestra que la expansión del cerebro no es una consecuencia directa del bipedismo. Además, la marcha bípeda no apareció para que quedasen las manos libres para fabricar herramientas, sino para facilitar la recolección de alimentos. Cuando, miles de generaciones más tarde, una minoría de homínidos ya tenía un cerebro más grande y complejo, aprovechó esta ventaja para fabricar también herramientas. El homo habilis era, además de fabricante de herramientas, la primera especie que existió del género homo; fue contemporáneo del homo rudolfensis, que tenía un cráneo de 750 c.c. El interior del cráneo de homo habilis contiene pequeños relieves y depresiones que se interpretan como un molde de los que tenía su cerebro; hay una cavidad que corresponde al área de Broca, lo que indica que ya tenían una forma primitiva de lenguaje oral, intermedia entre la de los primates (hecha de sonidos) y la nuestra; debía ser un lenguaje monosilábico, gramaticalmente desestructurado. Esta inteligencia primitiva permitía al homo habilis utilizar utensilios (una piedra para partir una nuez, un palo para capturar hormigas). Pero le permitía sobre todo fabricarlos; imaginarlos, tener el concepto de cuchillo en el cerebro antes de fabricarlo; hace falta una capacidad de abstracción mucho mayor para construir una herramienta que para utilizarla.
4º.Socialización. Todos los grupos tienen una tendencia natural al desorden (entropía). Y cuando se llega a un número crítico hace falta una estructura organizada para limitar el desorden: la jerarquía. En la sabana abundaban los depredadores y escaseaban los escondites: la mortandad debió ser enorme. Para protegerse durante la migración a la sabana los padres cuidaban mucho de sus crías y aparecieron nuevas estructuras sociales jerárquicas junto con el afecto.
5º. La revolución achelense. Fue obra del homo ergaster (u homo erectus[2]), descendiente del homo habilis, hace poco menos de dos millones de años. Su cráneo tenía una capacidad de 850 c.c. El achelense es una tecnología nueva surgida hace un millón y medio de años. Ya no basta con dar un golpe a una piedra para obtener un cuchillo: ahora se la trabaja con golpes más precisos para obtener un cuchillo mejor; esto determinó que hubiera trabajo en cadena; además, los utensilios se empiezan a intercambiar, y si son muy valiosos se dejan en herencia. El homo ergaster utiliza palos como armas; construye las primeras cabañas gracias a esta nueva tecnología; la cual permite que haya mejores alimentos y eso determina, por consiguiente, un aumento del tamaño del cuerpo. En aquel tiempo convivían 5 ó 6 especies de homínidos, tanto humanos como australopitecos gráciles y parántropos. Todos competían por unos mismos recursos, y, cuando una los empezó a explotar con más eficacia, las demás se extinguieron. Sería uno de los primeros ejemplos de selección técnica. Y como el tamaño de los organismos viene determinado por la cantidad de alimento disponible, los animales son tan grandes como los recursos lo permiten, porque el tamaño es un seguro de vida contra los depredadores. 

 

6º. Descubrimiento del fuego. El homo ergaster da lugar al homo erectus (que se extingue) y al homo antecessor; éste emigra a Europa y dará lugar, a su vez, a los homo sapiens y a los neandertales; los antepasados de estos últimos (los homo heildelbergensis) descubrieron el fuego hace 400.000 años: a partir de entonces la vida cambió. Los neandertales se extinguen hace 35.000 años. Poco después asistiremos a las primeras manifestaciones artísticas de la humanidad.


3.2. Origen de la trascendencia.

            Es el desarrollo de la historia, en cuyo seno la naturaleza pasa a convertirse en cultura. Las necesidades inmediatas transitan por los vehículos del pensamiento; y el pensamiento, antes de ser libre, estaba al servicio de esas necesidades.
            Dawkins ha forjado el concepto de meme: elemento cultural susceptible de ser imitado; una idea, una consigna, una moda, una técnica, una canción; los memes se copian como los genes y saltan de unos cuerpos a otros. Antes de Dawkins, Vázquez Montalbán tuvo la ocurrencia de pensar las ideologías como virus que se transmiten a través de los siglos; los virus del liberalismo, del absolutismo o del racismo escriben la historia, pues aunque permanezcan dormidos se propagan como parásitos. Martínez y Arsuaga los explican de manera gráfica: “cuando alguien (mediante la conversación o los media) planta un meme en otro cerebro, literalmente lo infecta, convirtiendo ese cerebro en un vehículo de propagación del meme”[3].  
            En términos orteguianos, diríamos que hay en el cerebro memes-creencia conviviendo con antimemes-idea. Si lo propio de un meme es copiarse (repetirse), lo propio de los antimemes será innovar en libertad. Las creencias (los memes) son pensamientos movidos por las necesidades perentorias, se mueven a sí mismos; los primeros actúan por su expresión, los segundos por el concepto que transmiten. Y como también las ideas acusan diversos grados de creencia, la terminología orteguiana no resulta muy acertada. Podríamos llamar ideas cautivas a los memes y, a los antimemes, ideas libres. Suele ocurrir que las ideas cautivas, presas de las necesidades que las hicieron nacer, tienen una lógica que puede ser aplastante en su desarrollo, pero su punto de partida o núcleo duro suele ser un sentimiento irracional: en este sentido podemos hablar de ideología.
            Según predomine un tipo u otro de pensamiento, la razón puede estar libre o vivir en cautividad. En su búsqueda de felicidad el ser humano puede verterse en su interior (totalidad) o hacia el exterior (pluralidad); la pluralidad se escinde en ciencia y política.
Definiremos primero nuestros conceptos. Existen, como sabemos ya, dos formas de sentir: un sentir sensorial, que se alimenta de imágenes (es una ilusión); y un sentir cordial o sentimental que se alimenta de presencias (es el corazón). El corazón vive por contacto, por simpatía, y es la piedad. La piedad es una fuerza con dos vertientes:
a)      Como misericordia, es un sentir compartido. Es sentir la desgracia ajena, sentir con los demás: conmoverse.
b)      Como espíritu o carácter, es fuerza vital: una fuerza esencial si consideramos sus posibilidades, y una fuerza existencial si la miramos desde sus acciones.
La misericordia no debe reprimir nunca las fuerzas contenidas en nuestro espíritu. El sentimiento no tiene que ser un paralizante de la acción, sino un potenciador que guía la acción por dimensiones humanas. No olvidemos que la vida es búsqueda de felicidad, y toda búsqueda es lucha: resistencia frente a los obstáculos. Como búsqueda también, y búsqueda de felicidad, la vida es erotismo. Toda filosofía de la vida es a la vez una erótica y una agonística.
            Tras el origen de la materia, de los elementos, de la vida y de la inteligencia, el mundo se desliza hacia el origen de la historia. Veamos brevemente algunas de sus características.

 
           
          1º. La razón cautiva. Es una forma de pensar ligada a prohibiciones que emanan de la sociedad: esclava, por así decirlo, de la religión y de la política. Puede pensarse todo lo que no sea contrario al poder establecido: el poder es el límite del saber. Cabe distinguir dos fases en el desarrollo del pensamiento cautivo:
a) El pensamiento sintiente (egocentrismo). Las ideas están cargadas de alegrías, esperanzas y temores. El sujeto que piensa es incapaz de objetividad. Es el tiempo de la magia, el tiempo del brujo.
b) El pensamiento extensional imaginativo. Estudia extensiones y se vuelve matemático, a través de una ciencia: la astronomía; y de una técnica: fundamentalmente la hidráulica. Es un pensamiento capaz de identificar extensiones, pero totalmente indefenso a la hora de darles sentido; por eso la abstracción matemática se completa con la imaginación empírica a la hora de interpretar la experiencia. Es tiempo de ciencias formales más que empíricas; pero ciencias aún en formación, aún en fase descriptiva. La experiencia sencilla como saber observacional, que caracterizaba al pensamiento sintiente, se enriquece ahora con la matemática y con la rica floración de las técnicas de subsistencia.
2º. La razón naciente. Es pensamiento suelto porque empieza a liberarse de sus ataduras, sin conseguirlo todavía plenamente. Por eso la libertad aún no ha nacido: está naciendo. En medio de la opresión la razón va consiguiendo zonas de libertad, espacios de expresión.
La técnica afianza su solidez, se vuelve metódica, matemática, y refuerza su eficacia. La cosmovisión es aún amalgama de mitología y cosmología popular, pero entre las clases altas surgen abstracciones de índole filosófica junto con la más filosófica de las actitudes: la duda; de ahí a decir que se había desarrollado una filosofía media un abismo, pero la abstracción destilada por los mitos estaba casi al alcance de la mano (para quien la quisiera agarrar). En cuanto al humanismo, surge sólo en algunas reflexiones pioneras; aún domina, por desgracia, el desprecio a la vida que caracteriza a todos los despotismos.
La razón naciente es ya pensamiento intensional reflexivo, pero en fase inicial. La experiencia no ha dado lugar al experimento, pero coquetea con intuiciones experimentales. Y la religión es un envoltorio que se abre en ocasiones, dejando ver en el inconsciente un contenido metafísico; diríase que las propias estructuras empiezan a imponerse a un pensador que aún no ha aprendido a pensarlas.
Quizá ahora sí podamos hablar de arte. El sentido religioso, comercial o social que ha podido tener el juego artístico abandona por momentos las servidumbres de la existencia y busca perfecciones en el mundo de lo esencial. La experiencia religiosa que caracterizó a la razón cautiva, sobre todo en su primera fase de pensamiento sintiente, es inmanencia de los peligros y solución que los trasciende. Ahora, sin embargo, se vive lo religioso desde la trascendencia: desde la búsqueda de un ideal que no aporta soluciones a problemas inmediatos, pero sí da sentido a la vida. En este contexto el juego estético está transformándose en arte. El arte es gratuito; el juego estético todavía es utilitario (como ofrenda a los dioses, como modo de intercambio y también para disfrutar: por ejemplo bailando y cantando). El juego estético proporciona evasión. La evasión todavía no es trascendencia, pero se sale ya de la inmanencia. La trascendencia es lucha por existir siendo la evasión renuncia a la lucha en un vano afán por existir sin ser, pero gozando. El juego estético camina de la mano del humor, pues la evasión es comedia. Pero también es evasión hacia lo maravilloso, lo inverosímil, las fantasías, las ensoñaciones; es el sueño de una vida sin lucha, cuya existencia queda reducida tan sólo a goce: por lo tanto, una vida irreal. El drama de la existencia es, por el contrario, lo verosímil.
El baile, que aporta sentimientos sensoriales, se transforma en danza, que produce sentimientos cordiales. Lo mismo le pasa a la música: pasa a enlazar, como decía Beethoven, los sentidos con el espíritu. Y el arte es contemplación, trascendencia del goce más allá de los sentidos. La ética por su parte va multiplicando los sentimientos de simpatía, aunque la piedad no se haya hecho vigencia todavía.


3º. La razón nacida. Ni la razón se ha liberado del todo ni se liberará jamás, porque siempre encontrará trabas a la hora de percibir, de explicar series infinitas y de deducir consecuencias inesperadas. Pero se ha liberado del yugo de la política y de la opresión social, inclusive en su forma religiosa; y se erige en guardiana de la libertad, en vigilancia permanente contra el retorno de la tiranía.
El pensamiento libre corresponde a un pensamiento intensional reflexivo. Intensional, porque el estudio de extensiones ya viene acompañado de interpretaciones más fiables de los fenómenos aparentes; interpretaciones que se entregan cada vez menos a la imaginación y más a la reflexión.
Es el tiempo de la filosofía. La ciencia formal, constituyéndose desde lo más remoto de la historia, deja sitio aquí a una ciencia empírica que por fin empieza a constituirse: liberándose poco a poco de las ataduras políticas, y en pugna con los obstáculos epistemológicos de diversa naturaleza que el progreso va venciendo. La filosofía, teñida en un principio de arte, fantasía y mito, pasa a ser actividad contemplativa que admira a la naturaleza cuando la ciencia persigue el ideal de neutralidad. Y la constitución de la piedad como vigencia de pleno derecho da paso a la construcción política de los derechos humanos. La pluralidad por fin es captada por la ciencia. La totalidad también nos abre a una existencia más feliz, desde la plenitud de nuestras potencias realizándose en el mundo.
Así madura lentamente el pensamiento. Existe, empero, una cuarta forma de pensar:
4º. La razón dormida. Cuando el pensador está sujeto al político la razón está atada. Pero si, además, hay gérmenes de razón sembrados en el pasado, la razón está dormida; hablamos entonces de una razón larvada; late, palpita con la plenitud de sus fuerzas, pero ha entrado en letargia.
Eso es lo que sucedió en la Edad Media, cuando Europa se sumió en los tiempos oscuros. Las guerras lo habían devastado todo, se sucedían una tras otra las invasiones, y ya nadie podía pensar sin el permiso del señor. Pero el germen de la cultura pasada había quedado en las bibliotecas, en los scriptorium de los monasterios, y si había desaparecido el pensar no había desaparecido el pensamiento.
Los tiempos homéricos (y, más allá, la edad oscura de Grecia), son época de pensamiento cautivo. El siglo –VII debió conocer alguna forma de razón naciente; con Tales de Mileto ya podemos hablar de los inicios de la razón nacida. La caída del imperio romano supuso la entrada en latencia de una razón aletargada. Desde entonces no parece que hayamos salido de la razón nacida, a pesar de la inquisición o del tercer reich; pues fueron episodios sobre una ola más amplia, contracciones coyunturales, de ningún modo hecatombes durables: no fueron mutaciones de estructura.
 
 

4. Conclusión.

La noosfera es el mundo del conocimiento. El conocimiento se aísla del mundo hasta lograr que cada vez sea menos necesario adaptarse, preocupado por el desarrollo de las propias potencias antes que por defenderse de las potencias del mundo exterior. Es la televida. La noosfera completa la existencia con tres dimensiones nuevas: el humor, la ciencia y la técnica.
Recordemos: la historia es una erótica de los tiempos; la patética se escinde en tragedia (erótica del anacronismo) y mística (erótica de la eternidad); la agoniatría se escinde en juego (erótica de la repetición) y arte (erótica de la permanencia, de la esencia); por último, la ética es una erótica de la totalidad.
Como mundo de las representaciones, es también el mundo de la distancia; la vida es orden dentro de unos límites y desorden fuera de ellos. Frente a la erótica del presente que encontrábamos en la anataxia, la semiosfera es erótica de la duración. La semiosfera se escinde, ya lo hemos visto, en biosfera y noosfera.
Los seres darwinianos, skinnerianos y popperianos son el despliegue de la naturaleza. Pero con los seres lamarckianos (gregorianos) se despliega la cultura. Y con ellos empieza la trascendencia; es el eón faneronoico, la lucha por el conocimiento, la aventura del saber: noodisea. Después de que los heildelbergenses conquistaran el fuego, los sapiens enfilan la conquista de la trascendencia: que pasa sucesivamente por tres etapas (razón cautiva, razón naciente y razón nacida); y la última es salpicada por espasmos de razón dormida que vuelven, inevitablemente, a ser razón nacida.
También hemos visto que la razón es dualidad; y que el mundo es la emergencia cronológica de la razón: su despliegue pasa por formas sucesivamente más completas hasta encarnarse en la mente del homo sapiens. Y surge una pregunta de cara al futuro: ¿podrán los sucesores del homo sapiens encarnar formas más completas de razón? ¿Más atinadas, más delicadas y sutiles? ¿Podremos pensar un día con una razón muda? ¿Podrá la razón discursiva perfeccionarse algún día en formas racionales inefables, donde la palabra no sea un obstáculo para el pensar? 
 
 



[1] Arsuaga y Martínez, Amalur, p. 229.
[2] Museo Nacional de Ciencias Naturales, p. 98.
[3] Arsuaga, L.L. y Martínez, I. Amalur, p. 341.

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