ALMA DE ACERO (4)
INTERMEDIO LÍRICO
LA LOCURA
Hay tres
tipos de locura.
La
inspiración poética,
que se representa el mundo y es
al mismo tiempo
presencia
misma del sentir.
Un mundo de
imágenes
y padecimientos,
pero ¡cuántos sentimientos
hay en la pasión!
La
inspiración mística,
que despliega energía en el
mundo
y
es nuestro brío,
nuestra
fuerza,
nuestro
vigor:
ora la mar en
calma, ora tempestad.
La
inspiración amorosa,
cuando los corazones se atraen y
sienten
que son uno
siendo dos.
Y no
confundamos tampoco
la poesía con
la ciencia:
que la
ciencia contempla el mundo
y la poesía se mira a sí misma,
como presencia del sentimiento,
en el mundo que quiere
contemplar.
I. INSPIRACIÓN POÉTICA
1.
Un aliento sopla sobre mí:
yo aspiro su soplo
y aspiro a llenarme del viento,
lo inspiro, me inspira, me ahoga, me llena,
un
aliento que me llama.
El espíritu que flota sobre el aire
me
emborracha.
Yo no quiero pensar, no quiero mandar,
abandonarme es salir fuera del tiempo;
y bañarme en él es un placer tan grande
que por él no más olvido mi existencia.
2.
Inspiramos
aire.
Y es que el cielo es un mar de aire.
Inspiramos
voces,
alientos,
y es como si la poesía lo llenara todo,
y las palabras,
y
el viento.
Inspirar
figuras,
colores,
y es como si el cielo estuviera lleno
de
pintura.
Inspiramos formas
y es como si el cielo nos llenara de cinceles
y
esculturas.
Respiramos
bríos
y es como si el cielo nos llevara fuerzas,
tormentas, vorágines,
como el viento.
Respiramos
sueños
y es como si el cielo estuviera lleno
de
una intimidad embriagadora,
nostálgica,
melancólica,
contemplativa
y serena.
Respiramos
amor
y es como si el cielo estuviera lleno
de
imanes.
Para
que puedan atraerse los corazones,
para
que se animen,
se
penetren,
se
alimenten al unísono,
y
se contemplen.
Respiramos
voces
y es como si el cielo estuviera lleno
de
sonidos.
Y
de música,
respiramos
gestos:
y es como si el cielo estuviera lleno
de
movimiento,
de
ritmo
y
de danza.
El cielo fluye
y es un mar de voces, palabras, figuras,
sonidos, sueños, atracciones y bríos,
con
la danza,
con
la música,
con
las olas,
con
el viento.
3.
El cielo es un flujo que a la vez que llena
nos
atrapa.
Estamos en su aliento.
No
somos cautivos
y
nos cautiva.
Nos abandonamos al cielo, nos empapamos
del sublime deleite que nos transforma.
Un tránsito fuera de la conciencia
hacia ninguna parte,
gozar es estar
viajando sin que el barco se mueva,
quedar suspendidos en el tiempo,
dejar
que fluya el olvido
de
la inteligencia.
Flotamos en espacios de pasiones
y de flujos que nos llaman y atraviesan;
océanos de voces, mares de gestos,
espacios vacíos de territorios llenos.
El mar donde flotamos está lleno
de
aire para respirar,
palabras
para escribir,
voces
para cantar,
gestos
para bailar,
colores
para pintar,
silencios
para soñar.
Bogar entre silencio y frenesí,
nos mueven la pasión y el pensamiento,
y esos mares donde estamos, donde boga
nuestro barco, se nos meten dentro y
los respiramos; eso es
la locura de perderse, la nostalgia,
el frenesí, la embriaguez, todo eso es
inspiración.
Por eso al pensar en el mundo no vemos
lo que la inteligencia no puede captar,
que no es nada el capitán que dirige
si no hay marinos que se quieran embarcar.
La mente es un capitán y el corazón,
pasión
que vive,
pasivo
rostro,
voz
que obedece
y manda de verdad,
el corazón es en el fondo la guía de la razón.
La razón manda en la superficie
(porque nunca manda si no se lo mandan)
pero el barco
no boga
si no hay un faro en alta mar.
Aunque haya inteligencias que lo muevan.
Pero la guía, la única guía verdadera
es
el corazón.
Y el corazón se mueve
no entre las razones de la ciencia,
sino en placeres y dolor.
II. INSPIRACIÓN MÍSTICA
1.
En la inspiración
el mundo se hace presencia
y se nos representa.
En el vigor
nosotros somos presencia
sin representación.
El vigor es latido, ritmo, fuerza,
Reposo, empuje:
puede ser delicadeza
o puede ser explosión.
Estar
inspirado, estar locos, poseídos,
sometidos a
una fuerza
que escapa a
la voluntad.
Así era, entre
los antiguos,
la
inspiración poética.
Así también la
inspiración mística
es
una lógica sin control.
Mística por
misteriosa.
Porque nace
en las
oscuridades del alma
y allí nos
buscan los dioses
para
quitarnos la lógica,
para insuflar
el aliento,
para llenar el
cuerpo de viento,
para que el
cuerpo se deje llevar.
Nos llevan los
demonios, así dice
del cuerpo arrastrado
por la euforia
la gente
ignorante.
Pero Platón
en cambio dice:
nos llevarán
los dioses.
No es la
perversión del alma
(posesión
diabólica)
lo mismo que
el alma liberada
(y es la
posesión de dios).
Las danzarinas
entraban en trance
a fuerza de
bailar y bailar,
como el
arrebato que la euforia a los derviches
les hace oír,
del entusiasmo,
la voz del
destino que llamaba,
la voz
misteriosa y desbordada,
una voz
mística, la voz de dios.
También de los
amantes es el trance
cuando,
perdida la conciencia,
flotan como
posesos,
alejándose del
mundo, metidos en sí mismos,
sintiendo,
fuera de sí, el arrebato,
los fogonazos
del placer.
¡Qué paradoja,
estar fuera de sí
quienes entran
en sí mismos para gozar!
El delirio
íntimo del cuerpo
que hurga en
el fondo del alma
en ella
encuentra lo místico,
y lo místico
es misterioso:
brota de
nosotros, y echa a volar.
2.
El
poeta inspirado
vierte
la voz del alma
en la
representación del mundo,
donde el mundo
se hace presente
vertiendo
sentimientos,
sembrando
ardores
que en nuestro
ser se vuelven ansias,
y son
emociones intensas
que no se
pueden sujetar.
Y
gozar
hasta acabar
perdiendo la razón.
El
místico inspirado
siente
las voces del alma
y el cuerpo
en un arrebato,
como si una
fuerza misteriosa
se le metiera
dentro y le atara
(nublándole
la razón)
los controles
mismos de su fuerza y lo encadenara
a una noria
donde pierde la conciencia
a fuerza de
girar, girar y girar.
Furor báquico
lo llama Platón:
fuerza de los
dioses que viaja,
arrastrada por
la euforia en la cabeza,
transportada
por el vino al corazón.
3.
La
inspiración.
La inspiración
mística es borrachera
cuando el alma
se comporta como el vino,
cuando el
vino, del estómago al cerebro,
cierra la
conciencia y nos abre
las puertas de
la razón dormida:
entonces el
pensamiento ya no viaja
tirado, como
un carro, por los corceles
de
la lógica,
sino
arrastrado como un saco
(pero
un saco muerto)
por los
vendavales de la pasión.
Respirar es un
ritmo de dos tiempos:
inspirar
(y es la
llegada de los dioses)
y
espirar
(y es suspiro
liberador).
Latir también es ritmo de dos:
sístole que absorbe la sangre del cuerpo,
diástole que la reparte en el cuerpo otra
vez.
Los pulmones
respiran.
El corazón
palpita.
El corazón,
que aspira y sopla sangre,
está en un
órgano más grande (el torso),
sede
de todo movimiento,
y el torso es un remolino y lo aspira
y el vientre
sopla y sopla en su expulsión.
El corazón es
delicado:
las tripas,
estallido sin control.
En las tripas
viaja el furor báquico
pero
la melancolía,
el
dulce adormecimiento,
los
arrebatos íntimos
de
las entrañas, ésas,
ésas
son cosas del corazón.
La
melancolía,
lo mismo que
sale de las tripas (furia
que
labra la desgracia),
también es
sentir dulce, entrañable y loco
cuando sale
del mayor de los misterios.
Entre el
corazón y las tripas
hay una membrana.
El
arrebato tranquilo
sale
del corazón,
silencio
contenido,
visiones
que puebla el sueño,
furia
domesticada,
melancólica
pasión.
Y
el arrebato explosivo,
que
es un grito de furia,
fuerza
desatada,
fuerza
sin control,
desencadenada
y sin verbo,
fiera
primitiva,
el gesto, el grito, la patada,
los ingredientes nobles de la vida,
el
hálito en las tripas,
que
sólo se vuelve perverso
si no se abraza al corazón.
El grito de victoria , la fuerza
del atleta
explosiones
son de vida;
la violencia en la furia, el
ardor guerrero,
el
grito que mata,
la
ceguera dolorosa,
explosiones que no están para vivir:
que no son corazón junto a las
tripas,
sino tripas que se alejan del
corazón.
4.
El
furor báquico,
el ánimo puro, embriagado y
libre,
no
puede ser ardor guerrero:
que
el ardor guerrero
sólo es fuerza sin ánimo,
violencia retorcida,
borrachera y droga que, a la par
que vuela,
mata;
sirenas que en su canto
llevan pócimas de destrucción:
y no pasiones que, como un acto
amoroso,
elevan
nuestros ánimos
hasta
hacerlos explotar,
y en esa explosión no destruye,
sino
descansa,
en las dulces sensaciones del
cuerpo henchido,
hasta
que otra vez se cargan
para que otra vez vuelvan a explotar.
5.
Las pasiones oscuras explotan y
matan
Porque
están ciegas.
Las pasiones luminosas reviven
aunque tengan los ojos cerrados
a veces para
no ver.
6.
Libertad que rompe las cadenas
´ de la lógica.
Cautividad que rompe las cadenas
del corazón.
7.
En la
inspiración poética
se hace
presencia el sentimiento,
se hace
presencia el movimiento
(placeres del
ensueño,
placeres
delicados,
furor báquico
que estalla
liberándose
en la explosión:
pérdida de la razón en el
ensueño
o razón que aturde la fortaleza,
rotunda, entusiasta, primitiva y
sana
de
la liberación).
Ésa es la presencia poética.
Contemplar
esencias
y
describirlas,
contemplar
historias
y
relatarlas,
representar
el mundo
y
que el mundo sea un decorado
de la mística melancólica,
embelesada y triste,
bucólica y
alegre,
del corazón;
(o la alegría fuerte, enérgica y
honda, de las tripas,
que
en su furor místico
también
mana del corazón).
8.
La fuerza bruta nunca será
misterio
ni
poesía,
ni
antesala del furor báquico,
sino sólo ardor de Marte;
destrucción.
Tampoco será mística la
melancolía
si
no viene del alma sana,
y entonces no podrá temblar, no
será entrañable,
será
visceral:
será, como la barca perdida
lejos del puerto,
un vientre sin aliento,
músculo sin
energía, sin alegría,
un navegar perdido en la
zozobra, una desgracia:
lo zarandearán las tempestades
y sólo será
un despojo
en
su desolación.
III. INSPIRACIÓN AMOROSA
1.
Amar es
sentirse atraído por una presencia
(en el arte
nos atrae la representación).
Dos
corazones, un flujo magnético entre ellos:
el instinto
que los une es el flujo de pasión.
Es amor, dice
Platón, un deseo,
pero un deseo
del alma: del cuerpo, no.
El cuerpo
busca sensaciones
y las sensaciones
no obedecen a la razón;
quiere poseer
apariencias bellas,
no cosas bellas
que no son
apariencias, no;
su apetito
las consume, las destruye,
igual quela comida
cuando comemos;
y saciando el apetito
desaparece el deseo
y al tiempo desaparece
lo que se deseó;
o cuando dos cuerpos se unen
hasta que el
deseo se borra,
sólo buscamos
lo efímero, que no dura,
y cuando desaparece
el deseo se
trueca en ira y la ira
nos lleva al dolor.
2.
El cuerpo que
mira, oye, gusta, toca y huele
hace que el alma se pierda
como si estuviese ebria
y, lejos de encontrar el goce,
nos lleva a la perdición.
El alma desea
que el amor dure
y no lo
consume, lo venera,
amar de
verdad es cuidar a quien se ama,
no permitir
que muera con el amor.
Si desea lo placentero
pero ama lo bello
y todo lo bello es bueno
y en lo bello
se encuentra la verdad,
amar, por eso,
es deseo del
cielo más que del cuerpo;
pero si amas
–pensaba doña Juana-
no puedes buscar el alma
olvidándote del cuerpo,
que el alma
se pierde en él como si estuviera ebria
aei gozando de la carne
no gozáramos del amor.
Sí: Platón se pierde.
Es imposible
que el alma se pierda
cuando acaricia
(en la
caricia el cuerpo es la puerta del alma);
y es ella
misma la que, dejando de extraviarse
lejos de las caricias,
se extravía
en realidad cada vez que olvida
que las cosas de la tierra
son las cosas del cielo
y que la llave del alma
sólo la tiene el cuerpo:
aunque le pese a Platón.
3.
El cuerpo produce placeres
y el alma, felicidad.
¿No es el
placer del alma
felicidad del cuerpo?
¿No es el
placer del cuerpo el camino,
para el alma, de la felicidad?
¿Puede un
cuerpo ser feliz si pierde el alma?
¿Puede serlo
el alma si al cuerpo olvidó?
Quiso doña
Juana olvidarse de sí misma,
quiso volver a Platón.
El amor, dijo Platón,
es una especie de deseo,
no un deseo del cuerpo:
un deseo celestial.
Extraviarse
en el cuerpo es no estar enamorado
(doña Juana creía que sí)
y el amor extravía
el alma y produce
visiones
felices, por eso está loco.
Pero ¿dónde está?
¿Dónde se pierde
el alma cuando ama?
Se pierde en el otro.
Se pierde en el ser que ama.
Y estar en otra persona,
fuera de sí,
es perderse,
y en el mismo sitio en que se pierde,
encontrarse.
Estar en otro es estar
alienado. Loco.
El amor es
una de locura,
dice Platón,
pero no la
producen enfermedades
(sigue diciendo),
enfermedades del cuerpo,
sino la divinidad.
Estar
enamorado es estar loco y estar loco
es estar inspirado.
Invadido, dominado,
poblado por un dios.
El control de los dioses
no es bueno
porque venga de los dioses,
sino que los
dioses son dioses porque vienen
de la bondad.
Hay dioses en el cielo.
La locura de los dioses
es un deseo celestial.
4.
Ser feliz, estar
inspirado, poblado
de dioses, habitado
por los dioses y sabemos
que eso y no otra cosa
es la inspiración.
La
inspiración profética viene de Apolo.
De Dionysos viene
la inspiración mística.
La
inspiración poética estaba de las musas
y Eros y
Afrodita nos inspiran el amor.
Cuatro formas divinas de locura.
(Las locuras
humanas, las del cuerpo,
Son las que terminan en dolor).
Por eso, si
desear es ser atraídos por cosas
que queremos poseer,
y amar ser
atraídos por espíritus
que nos poseen
(siempre que
sean buenos, siempre que vengan de dios):
estar poseído
por los dioses
es entusiasmo,
estar poseído
por los genios
es felicidad.
Los genios
están en el camino
entre lo divino y lo humano
y transmiten,
por eso, cosas divinas
a quienes no somos dioses,
y por eso ser sabio
es ser genial
y no ser razonable,
como pensaba Platón.
Platón contra Platón,
que antes
dijo que el alma
se perdía en el cuerpo
y el ojo del alma
es nuestra razón.
Hay muchos
genios intermediarios
entre los dioses y nosotros,
y uno de ellos es el amor.
Los griegos,
a los genios, los llamaron demonios,
genios que
duermen dentro del alma.
Estamos
llenos de buenos demonios y somos
felices,
eudemonios:
felicidad.
También
estamos (theos) todos llenos de dioses,
los dioses
están en nosotros,
entusiasmo, estamos
endiosados, somos alegría,
alegría que desborda:
felicidad.
5.
Poseemos los
placeres pero la felicidad
nos posee,
y entonces
nos estremece si nos atraviesa
el flujo de la pasión.
Flujo de pasión.
Corriente
irresistible que mana del amor.
Es un escalofrío,
temblamos,
algo tiembla dentro de nosotros.
Luego acaloramiento:
El alma que
se ha enfriado ahora se llena
de calor.
Luego viene la corriente,
el flujo de pasión,
un frío del
alma que alegra las penas,
rapto sublime.
El alma
raptada ya no puede ver. Es ciega.
El enamorado
no puede dar razón.
Razón del
estado en que se encuentra.
Sólo sabe que
puede ver su corazón
reflejándose
en el corazón amado:
como en un espejo.
Y por eso nos
enamoramos de quienes son
como nosotros.
Y descubrimos
la naturaleza del otro
En nuestra propia naturaleza,
la naturaleza
de nuestro dios,
¿Eros,
Afrodita, las musas, Dionysos, Apolo?
Así llegamos a estar de acuerdo
con nuestra manera de ser,
con nuestro carácter,
que es el carácter de nuestro dios.
6.
¡Cuántas
historias de amor hubo en la historia,
cuánto amor!
Helena y
Paris se enamoraron y eso
destruyó Troya,
¡cuánto, por
amor, sacrificó Helena!
¡A cuántos
sacrificó Paris en el fuego,
desgraciada, qué feliz odisea!
Y Ulises, y
el mar, la historia de Eloísa,
admiraba la
constancia de Penélope,
el doloroso
amor de Jimena,
y el Cid,
en el momento
de separarse, vientos
que primero fueron brisa,
huracán luego; los lamentos
de Abelardo hscia Eloísa,
ahora los
recordaba, frente al Duero,
y el llanto
de Krimilda cuando murió
Sigfrido, y
de Cleopatra y Marco Antonio,
¡cuántas
lágrimas derramó, cuánta pena!
Ése es el
amor, ésa es la lucha. Vientos
en el flujo
de pasión, la joven Elsa,
prendada de
Lohengrin, ausente, lejos
ya del
caballero del cisne, sus lágrimas
transparentes
elevándose al cielo…
Tristán e
Isolda, Ginebra, Lancelot,
y hasta
siento que se clava en mi cerebro
la hermosura
de Felipe, corazón
disuelto en
mi corazón disuelto en celos,
yo, triste
Juana, perdida en esta vida,
perdida en
este espacio, ausente del tiempo,
la reina de
Saba, como Salomón,
extravíos del
alma en la locura,
la ceguera
del amor y del deseo.
¿Por qué tuve
yo que sufrir, desgraciada,
de la falta
de amor del hombre a quien quiero?
Que me duele,
me duele su ausencia, yo,
que necesito
la presencia del fuego
para sentir cómo me quema
el suave
temblor en el amor más tierno.
7.
Sí: amar es
sentir la atracción de las presencias
que se atraen
con el flujo de un imán, instinto
poseído, cautivo, ciego y loco,
y arrastra
las corrientes del alma con las del cuerpo,
sí: y el arte nos atrae
con la representación.
Oír relatos y
no sufrir con ellos,
disfrutar sufriendo.
La guerra de
Troya. El viaje de Eneas
en busca de
otras tierras, Fernán González,
las tierras del Cid, hace mucho,
cuando vino
la traición a turbar el Duero.
Las aguas del
Rhin, entre dragón y gruta,
presagios,
traiciones, los heraldos negros;
y el oro
maldito de los nibelungos,
el cantar de
Roldán (Calomagno, viejo).
La Edda, el
libro donde la vieja cuenta
las historias
del principio de los tiempos,
Balder y
Freya, Odín, el Ragnarrok,
los dioses
infernales, la luz, el fuego,
Heimdall y
Hela, el martillo de Thor,
las tierras
de la frontera, Guzmán el Bueno.
Guillermo
Tell y los siete infantes de Lara,
Almería,
Toledo y Alfonso décimo
y el diluvio,
Ifigenia, Menelao,
dios, y Adán
y Eva, Prometeo:
historias que fascinaron
tantas veces nuestro hogar,
historias y cuentos.
El mundo no
sería nada sin amor,
sin la
presencia que enturbia las pasiones,
sin el álgido
crepitar del sentimiento;
mas si no
existieran los poetas,
si no hubiera juglares
capaces de
poner distancia en las presencias
para
volverlas representaciones, si no fuera
porque el
arte es capaz de sentir la vida
en lo que representa,
el viento de
la pasión no me agitaría:
y no habría
vibraciones en el tiempo.
LOS TRES CHORROS
La vida surge
por la tierra
de una fuente
con tres chorros:
la fuerza, el
arte y el amor,
y el río donde
se juntaron todos.