CANTARES
SOLEÁ
Bandidos, sólo hay dos:
como José María
y como Napoleón.
LIRAS
Y si una dama viera
al bandido tomarle el dedo, tiernos
serían sus ojos y ella
sonreiría al bandolero,
que le quita el anillo besando el dedo.
COPLAS
1.
Si no quieres que te roben,
lleva una bolsa,
que vienen los bandoleros
y te la roban.
2.
Si en dinero estás escaso,
los bandoleros
te darán una paliza
si estás en cueros.
3.
Y si no tienes reloj
será una maña,
pues dirán los bandoleros
que los engañas.
¡Un reloj para robártelo,
por favor!
ROMANCE
Buscando a José María
vino Richard Ford, un inglés;
y un pintor; vivió cuatro años
en España para ver
dónde estaban los ladrones.
“Señor”, dijo una voz,
“no los busque en los caminos
de España, sino en los bufetes
de abogados, verá usted;
también en las oficinas
del gobierno, le diré”.
Richard Ford
no
le hizo caso
y
encontró a José María,
le
hizo un retrato, le habló,
estuvo
un rato y se fue.
Y
dejó la serranía.
COPLA
Benjamín Disraelí
la
serranía de Ronda
buscó
a los veintiséis años,
lanzando
piedras con honda.
SOLEÁ
Buscaba bandoleros
y
no los encontró,
pues
no se encontró con ellos.
COPLAS
1.
Los encontró Richard Ford.
Y
miraba al cielo azul
cuando
vio en José María
la
sombra de Robin Hood.
2.
También vino Mérimée
a
buscarlo entre la luz,
y
Teófilo Gautier,
y
Lewis, y Ford, y Cook.
3.
Leer un libro sobre España
sin
bandidos
es
como tener una olla
sin
tocino.
(Lo
dijo Richard Ford; lo dijo).
ROMANCE
HEROICO
Lewis hizo un retrato ecuestre
de
José María. Tenía
el
pelo negro, los ojos negros,
los
negros ojos llenos de vida.
Era
de mediana estatura.
Era
robusto. Su voz decía:
“acaso
el rey mande en España,
pero
yo mando en la serranía”.
Sentado
en una buena pelliza,
sobre
el caballo, tal vez tenía
silencios
en la voz, extraviada;
y
si un trabuco iba en la mano,
otro
boca abajo pendía,
atrás,
en el caballo bayo,
y
un sombrero de bolas finas.
Miradlo:
es noble su mirada,
su
cara, poblada de patillas,
su
pelo, apretado y en desorden,
como
en Napoleón, se movía.
El
viento soplaba. Y Lewis
sentíalo
gemir: lo sentía.
MANRIQUEÑAS
1.
Los ladrones españoles
tienen
trabuco
y
en el arzón de la silla
llevan
el luto.
2.
Cómo envidiaban sus trajes
las
pobres gentes,
los
miraban con deseo
sus
negras frentes.
3.
Pero era su indumentaria
contrabandista
o
de majos y toreros
de
buena vista:
que
para la pobre gente
era
la envidia
y
eran majos y elegantes,
y
eran codicia.
Un fresco aire poético querida Lechuza.
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