LA FALACIA NATURALISTA
Primero:
empiezo diciendo que un perro es un animal carnívoro y acabo diciendo que lo que
tiene que hacer un perro es comer carne; porque siempre ha sido así y he deducido
que siempre tiene que seguir siéndolo, y si un día lo veo comer hierba me
empeñaré en quitársela y lo obligaré a comer carne, que es lo suyo.
Segundo
ejemplo: las mujeres siempre se han ocupado de las labores del hogar, y si
alguna se empeña en trabajar fuera de casa yo estoy en mi derecho de
prohibírselo; una mujer está para ser mujer de su casa, no para estar en
oficinas y fábricas y dejar el hogar desatendido.
Tercer
ejemplo: La balada de Narayama es una
película de Shohei Imamura. En ella se ve cómo, en una aldea japonesa, a la
gente se le caen los dientes cuando se hace vieja, más o menos en torno a los
sesenta años. Hay una mujer que, llegada a esa edad, todavía conserva sus
dientes en perfecto estado; pero su deber es quedarse desdentada porque siempre
ha sido así, y así tiene que seguir siendo para siempre; entonces la mujer,
para no ser rechazada, se rompe los dientes contra una piedra; es la única
forma que tiene de seguir siendo aceptada dentro de la aldea.
Cuarto
ejemplo: el agua hierve a cien grados. He calentado un litro de agua y he
observado que a esa temperatura no ha arrancado a hervir; entonces pienso que
hay un error en algún sitio, repito numerosas veces la experiencia y varío las
circunstancias para que el agua se comporte como debe comportarse.
En
el primer y último ejemplo vemos que si la naturaleza es de una manera, no
puede ser de otra; un perro debe comer carne o de lo contrario no es un perro; el
agua debe hervir a cien grados o de lo contrario, o no es agua, o hay algún
error en alguna parte. Este deber comportarse como esperamos que se comporten
las cosas es una necesidad física,
no una necesidad moral; los perros
deben comer carne porque ésa es su naturaleza, no porque sea su obligación; y
como la naturaleza no puede violarse nunca porque nunca admite excepciones, es
imposible que podamos ver tragar hierba a ningún perro; de hecho descubriremos
algún día que el perro no traga hierba para alimentarse, sino para purgarse.
Lo
mismo pasa con la ebullición. Hemos observado que el agua siempre ha hervido a
cien grados, pero después hemos descubierto que la relación entre la
temperatura, la presión y el volumen debe mantenerse constante: de modo que si
comprimimos el agua por encima de la presión atmosférica disminuirá el volumen
o aumentará la temperatura. Si calentamos agua en una cumbre montañosa a dos
mil metros de altitud disminuirá la presión atmosférica, y por lo tanto deberá
bajar también la temperatura de ebullición: eso es lo que sucede. La
observación espontánea debe ser completada con la ley de los gases perfectos.
Pero
el segundo y tercer ejemplos no enuncian leyes de la naturaleza: si las mujeres
se han ocupado hasta ahora del hogar no es porque hayan nacido para ello, sino
porque nos hemos acostumbrado a ello y muy bien podremos, si queremos, empezar
a cambiar de costumbre; de modo que si yo pienso en una mujer no estoy pensando
necesariamente en un ama de casa, porque ésa no es su naturaleza; como tampoco
está en la naturaleza del hombre trabajar fuera de casa no más que trabajar en
ella; que una mujer haya sido hasta ahora ama de casa no quiere decir que tenga
que serlo siempre, y a esa confusión del
ser con el deber moral es a lo que llama Hume falacia naturalista. El deber corresponde aquí a un “ought”.
Lo
mismo pasa con los dientes de los viejos: la naturaleza que hace que se les
caiga no los condena a rompérselos si a alguno, llegado a los sesenta, no se le
han caído.
Ése
es el gran descubrimiento de Hume.
La falacia naturalista nos avisa de que no debemos confundir todo lo que pasa
con fenómenos naturales, porque hay fenómenos sociales que nada tienen que ver
con la naturaleza: muchas veces se repiten situaciones de opresión que, no por
haber sido siempre así, van siempre a tener que serlo; denunciarlas como
ejemplos de falacia naturalista es el primer paso para salir de la opresión; y
liberarse las mujeres del peso que las oprime; y los viejos.
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