MEDITACIONES PEDAGÓGICAS
- LA VOLUNTAD.
En mis tiempos
jugábamos al futbolín; a la máquina; a veces al billar. Pero ibas a la sala de
juegos, llevabas unas pesetas, te las gastabas y luego te ibas de paseo por
ahí. Entonces el límite lo ponía el juego. Hoy ya no hay límites. Los chicos se
compran unos videojuegos, se ponen con ellos y pueden estarse jugando horas
enteras sin acordarse de parar. Con la televisión pasaba lo mismo. En mis
tiempos no había programación de mañana ni de noche; antes del parte ponían la
carta de ajuste, y a las doce de la noche (a la una como mucho) el himno
nacional, la despedida y el cierre. Hoy la programación televisiva ocupa las
veinticuatro horas del día. Y un chico puede pasarse horas delante de la
pantalla volviéndose tonto. Hoy no hay máquinas que funcionan con dinero, ni
carta de ajuste, ni despedida ni cierre. Hoy los límites los pones tú. Para
apagar la tele necesitas tu fuerza de voluntad. Para desarrollar la voluntad
necesitas un criterio, y ese criterio no lo tienes tú solo; lo tienes que
aprender. Ahí está el papel de la escuela: formar la voluntad de los chicos y
darles criterios para que sepan cuándo deben enchufar los aparatos y cuándo
apagarlos. Sólo de una manera pueden conseguirlo: aprendiendo a pensar.
La voluntad es el corazón templado en la
cabeza.
2. EL ALUMNO.
¿Qué
piensa? ¿Qué siente? ¿Dónde vive?
¿Quiénes son sus padres? Y sus padres ¿qué piensan y sienten? ¿Qué libros
leen? ¿Leen, quizá? ¿En qué mundo se han
criado? De su mundo ¿qué herencia le han dado? ¿Le han dado naturaleza? ¿Le han
dado cultura? ¿Le han dado sociedad? ¿En qué cosas cree? ¿Cuáles le gustan?
¿Cuáles son sus fobias? ¿Las tiene? ¿Cuáles son sus amigos? ¿Los ha elegido él?
¿Habría elegido otros si viviera en otro sitio? ¿Por qué? ¿Cuál es la fuerza de
su carácter? ¿Cuál es el mundo que le atrae? ¿Acaso siente curiosidad? ¿Le
parece todo indiferente? ¿Le interesa algo? ¿Sabría esforzarse por ello? ¿Le
interesan los demás? ¿Él es él, o es sólo una copia del mundo en el que vive?
¡Es terrible! Yo soy su maestro y no conozco a mi discípulo. No sé enseñarle:
tendré que empezar por aprender.
El alumno es un mundo de niebla en el que
queremos penetrar.
2. BUSCANDO EL HILO.
Su
mente es un enigma. Sus pensamientos, sus deseos, sus ilusiones, sus éxitos,
sus fracasos, la gente en quien ha confiado, las traiciones, las ayudas, las
barreras, los favores, el cúmulo insoslayable de los obstáculos. Todo eso se
extiende delante de mí: pero está revuelto; es un caos sin faro para navegar; su
mente es para mí una noche tenebrosa, su espíritu es un enigma; sus
sensaciones, sus deseos, las hondas vibraciones de su cuerpo, donde se extienden
las raíces del alma. ¿Cómo es mi discípulo? ¿Quién es él? Es un campo de
arbustos y los espinos están enredados. ¿Por dónde empiezo, por su
inteligencia, por lo que le gusta, por lo que sabe? Si le pregunto por sus
gustos me dirá: “¿y a ti qué te importa?” Si indago en lo que sabe callará por
vergüenza: pues seguro que sabe muchas cosas, pero se tendrá por ignorante. ¿Le
haré razonar? A lo mejor se cansa. ¿Le pregunto por sus padres? Lo tomará como
una ofensa. ¿Por dónde empiezo, si quiero llegar a él? ¿Cuál es la fibra más sensible
de su espíritu? ¿Ésa a la que puedo llegar? El caos de su mente tiene muchos
cabos sueltos, pero ¿cuál es el que puedo coger? ¿Cuál de esos hilos es
receptivo a mi llamada? ¿De qué hilos puedo tirar? ¿Cuál me conducirá de la
madeja al ovillo? ¿Cómo puedo hacer para que sienta que soy su amigo y se abra
a mis enseñanzas? Mi misión no es hablar, sino lograr que me escuche. Si mi
palabra es la semilla, ¿cómo hacer que caiga en terreno abonado? Lo tengo que
abonar yo, pero ¿cómo? ¿Cómo saber dónde está el hilo? ¿A qué parte de su ser
debo dirigirme para que escuche? ¿Por dónde empiezo?
Dentro de cada uno hay un laberinto; y no
tenemos un hilo de Ariadna.
Teseo
tuvo que entrar en el laberinto. Ariadna le dio un hilo que ella desenrollaba a
la entrada de la cueva; para salir sólo tenía que pasar por donde estaba el
hilo, como Pulgarcito cuando buscaba las migas que iba dejando en el suelo.
4. INAUTENTICIDAD.
El
discípulo quiere jugar con el móvil. Está con su gente pero habla con otra
gente que hay al otro lado del móvil. No come con los suyos porque atiende a
los que salen por televisión. Luego, después del postre, se va al ordenador:
estar de sobremesa le aburre. Y en clase mira furtivamente para saber a quiénes
han emparejado para la champions. El profesor explica filosofía. ¿Es el
profesor, que no pone interés en lo que dice, o es el discípulo que no quiere
ponerlo en lo que escucha? En clase de filosofía hace las tareas de inglés; en
clase de inglés hace las de biología; en biología estudia matemáticas; y en
matemáticas estudia filosofía, que le parece difícil; sobre todo porque cuando
tocaba no escuchó.
Luego lo
suspende todo. El sábado sale para ir de botellón a emborracharse. El vino ya no
es una ayuda para divertirse, la diversión es el alcohol; antes bebías para
entonarte y, accidentalmente, te emborrachabas; hoy bebes para emborracharte y,
accidentalmente, te diviertes. Antes la sexualidad servía para el placer; hoy
presumes de ella aunque no disfrutes. Presumes de mayor cuando cumples
dieciocho años y eres un crío al que crecen años donde le falta cabeza. En
suma, que el tiempo no es, para ti, la sustancia de la vida, sino un trámite
muy aburrido por el que tienes que pasar; tú no vives llenándolo de contenido,
sino que lo dejas pasar porque no sabes con qué llenarlo; y así, tus
diversiones se llaman pasatiempos, entretenimientos, matarratos, cosas entre
las que estás mientras miras para otro lado.
El mundo se te
hace más aburrido. Lo sientes todo vacío, no crees en nada, te ahoga la
angustia, te puede la borrachera del alma, el vino de la nada, el nihilismo te
ahoga. Ya no sabes ni lo que eres ni lo que quieres ser: estás, simplemente;
pero no sabes dónde ni cómo ni por qué. Estás. Estás ahí, en un mundo ajeno, te
lo han regalado pero no sabes qué hacer con él, ni sabes cómo hacerlo tuyo y
estás, porque lo tuyo es pasar. Por eso pasas cuando estás más vacío.
Y esas ganas
de existir te pesan porque no sabes qué hacer con tu existencia. Llevas una
existencia falsa y no sabes si un día habrá alegría en tu aburrido corazón. Aburrirse
viene de burro; y tú, como un burro, eres un gruyère lleno de agujeros; el
agujero es la pereza y no sabes si en ti hay más de ti o hay más de agujero.
Porque, tú lo sabes bien: el gruyère está hueco y con más agujeros hace más
queso; pero cuanto más queso, menos queso, cuanto más has querido menos has
sido y ahora no eres nada por ser un vago. Te ha faltado sustancia. Te ha
faltado energía. Te has llenado de agujeros y en esos huecos llenos de nada has
cifrado todo el contenido de tu ser.
Bríos de ser, y de estar vivo; pero no de
vivir en contra de los bríos de tu esencia.
Bríos por existir,
pero no en contra de tu ser.
Bríos para dejar de
ser lo que eres en una existencia no esencial, para llegar a ser en tu
existencia verdadera.
5. ESTRATAGEMA.
El
alumno no quiere estudiar. El profesor le pregunta todos los días. Para
obligarle, va a hacer nota media con el examen. Pero pasa el tiempo y el
estudiante no estudia; el profesor se ve obligado a suspender a todo el mundo.
Eso no puede ser. Entonces cambia de estrategia.
El
alumno se sabe los conceptos pero no aprende las palabras. Para obligarle, el
profesor valora lo mismo la comprensión que el vocabulario. Pero el alumno
sigue sin aprenderse la terminología. El profesor tiene que suspender a todo el
mundo: entonces, para no hacerlo, cambia de estrategia.
El
alumno aprende las cosas de memoria. El profesor, para obligarle a pensar,
cambia las frases del libro. Pero el alumno cae invariablemente en todas las
trampas; entonces el profesor, para evitar una escabechina, cambia de estrategia.
Pero
hay maestros que preguntan para suspender, ponen palabras para que no se
entiendan y abusan de las trampas para que el alumno caiga. Esos profesores
tienen asumido que el alumno es su enemigo: y en vez de poner amor, ponen
zancadillas; en vez de estimular con dificultades, ponen dificultades que
desaniman.
Lo llaman estrategia y no pasa de ser
estratagema.