sábado, 21 de marzo de 2015

FRANCISCO MIRÓ QUESADA, FILÓSOFO DEL PERÚ




FRANCISCO MIRÓ QUESADA, FILÓSOFO DEL PERÚ.




Semblanza biográfica.

            Francisco Miró Quesada Cantuarias nació en Lima en 1918. Ha sido profesor en las principales universidades del país, y fundó en 1980 el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad de Lima. Como político fue ministro de educación y embajador del Perú en Francia y ante la UNESCO. Filósofo internacional de reconocido prestigio, tiene por maestros a Platón, Aristóteles, Russell y Camus (entre otros), y todo su pensamiento arranca del programa crítico de Kant. “Pertenezco a una generación”, dice, “que comienza a manifestarse pocos años después de la Segunda Guerra Mundial”. “Apenas ingresé a la universidad, Bergson había pasado de moda. Dominaban el panorama latinoamericano Husserl, Heidegger y los filósofos de los valores: Scheler y Hartmann. Descubrió al viejo Russell”. Pero la fenomenología y el existencialismo conducen (según sus propias palabras) a vaguedades inaceptables, y los empiristas lógicos decían cosas deleznables sobre la lógica: decidió entonces seguir su propio camino, en el que convivían en perfecta simbiosis el criticismo y la filosofía analítica. Consciente de que el problema de la ética sólo puede abordarse después de terminar la investigación teórica, estableció el siguiente programa: primero, esclarecer la naturaleza de la lógica; después, la de la matemática; luego pasaría a las ciencias empíricas por este orden: física, biología y ciencias sociales (centrándose en el derecho y la política); por último “pasó a abordar la fundamentación racional de la ética”. Es doctor en filosofía, licenciado en derecho y ha cursado el doctorado de matemáticas. Su principal maestro en lógica es el filósofo brasileño Newton C.A. da Costa. En relación al platonismo hay cierto entusiasmo subyacente, aunque no una adhesión explícita.
            Su obra de juventud arranca con La fenomenología. La madurez empieza con el proyecto filosófico que él mismo esbozó en “Outline of my philosophical position”, cuya primera realización fue Apuntes para una teoría de la razón (1963). Si dejamos de lado Lógica I. Filosofía de las matemáticas, ha publicado menos libros de filosofía que artículos en los que poco a poco ha ido madurando su pensamiento. He aquí algunos de los títulos: “Crítica de la razón impura” (1988), “Las lógicas heterodoxas y el problema de la unidad de la lógica” (1976), “El problema de la intuición intelectual” (1968), “Sobre los juicios sintéticos a priori” (1973), “Conocimiento científico, dialéctica e ideología” (1978). Después de los Apuntes de 1963 el primer bosquejo de su teoría aparece en “Hombre, naturaleza, historia” (1987).
            Su filosofía política va, como en Platón, unida a la acción, encarnando un particular ideal de filósofo-rey en el siglo XX. Militante del Partido de Acción Popular, se convierte en su ideólogo: esta responsabilidad cuaja en el Manual ideológico de 1967, donde decide axiomatizar la ideología que profesa; partiendo del principio autotélico que toma de Kant (humanismo), consistente en que los seres humanos tenemos valor pero no tenemos precio, y aplicándolo al Perú (su situación, su circunstancia), deduce los derechos humanos, la ideología y el programa: humanismo situacional. El planteamiento de 1961 (Las estructuras sociales) concebía la revolución como un cambio de estructuras; ahora, con el planteamiento populista, la ve como un cambio de vigencias (es decir, de mentalidades). El giro decisivo lo da en 1969 con Humanismo y revolución, y posteriormente (1973) Miró Quesada descubrirá las paradojas praxeológicas. Recientemente ha publicado en el Perú Ratio interpretandi (2000), un revolucionario ensayo de hermenéutica jurídica. En estos momentos trabaja sobre epistemología y sobre la fundamentación racional de la ética.
            Alberto Cordero ha dicho de él que “es el último renacentista que queda en Perú”; “un omnívoro del saber”, en palabras de uno de sus hijos, el conocido politólogo Francisco Miró Quesada Rada. Para Luis Felipe Alarco es “el pensador más completo y enterado del Perú, y el de mayor prestigio en el ámbito internacional”, y David Sobrevilla concluye: es “el más importante de los filósofos peruanos de cualquier época”. Recordemos, more kantiano, cuál es lo esencial de su filosofía.



1. RAZÓN IMPURA.

Se hace un uso impuro de la razón cuando se quiere demostrar racionalmente que no existe la razón: de ahí la imposibilidad de que la razón se destruya a sí misma, como pretende el escepticismo. De manera similar los teoremas de limitación de Gödel (que niegan la posibilidad de que la matemática se justifique a sí misma) tienen valor absoluto. “Al demostrar que el edificio de la matemática clásica no tiene valor absoluto se han utilizado métodos que tienen valor absoluto (...) En el propio derrumbe está el renacer”.


2. RELATIVIDAD DE LA LÓGICA.

            Miró Quesada admite, junto con la lógica de la no contradicción, no una sino varias lógicas contradictoriales, además de las lógicas paraconsistentes y dialécticas. Semejante variedad lógica no permite segregar categorías a priori que sean universales para la ciencia.


3. LA CIENCIA EMPÍRICA NO ES RAZÓN PURA.

            A diferencia de lo que pasa con las ciencias exactas, las ciencias empíricas no proceden por aplicación de principios, sino por contrastación de hipótesis; lo que vale aquí es el método hipotético-deductivo. Y no se trata, por tanto, de proposiciones sintéticas a priori; son sintéticas, pero a posteriori; los conceptos empíricos tienen junto a un núcleo de nitidez una estela de borrosidad. [i]
            También las evidencias matemáticas, lejos de ser evidencias, han resultado ser vigencias (es decir, “evidencias” históricas), y muchas han dejado de serlo ya: por ejemplo el principio del tercio excluso o el postulado de las paralelas.


4. LA METAFÍSICA NO ES UNA CIENCIA.

“El estado actual de la filosofía de la lógica puede compararse a un viaje marino. En ciertas latitudes el mar es claro y no muy profundo, se puede contemplar con admiración el hermoso paisaje del fondo. Pero conforme el barco se adentra en la inmensa masa de agua, se descubren profundidades abismales. Y todavía no se ha podido construir un batiscafo que pueda tocar piso en la máxima profundidad. A partir de Gödel se van descubriendo (...) limitaciones”.

1.      La realidad física es observable: es el dominio de la nitidez, la claridad y el rigor. Pero todo concepto empírico contiene, junto a un núcleo de nitidez, también un margen de borrosidad: esta es la senda por la que se desliza hacia la metafísica.

2.      La realidad metafísica no se puede observar: “rebasa el mundo de los sentidos y, en último término, sólo puede ser pensada”. Es el dominio de la vaguedad, pero la imprecisión no deja de aletear sobre lo que es verdaderamente importante. He aquí dos elocuentes observaciones de Miró Quesada sobre este territorio resbaladizo:
a)      “Un error en lo profundo está más cerca de la verdad que una exactitud en la superficie”.
b)      “La intuición intelectual puede ser al mismo tiempo muy clara y muy profunda”. Claridad y oscuridad no tienen por qué corresponder respectivamente a superficie y profundidad: hay zonas de lo profundo que están abiertas a la luz, porque son diáfanas. Es como si fueran a la vez sintéticas y a priori.

Una teoría es ideológica cuando responde a mecanismos externos a la razón: por ejemplo la posición de clase de quien elabora la teoría. Si ya las ideas empíricas son rebasadas por la experiencia y las metafísicas escapan a ella,  lo mejor que puede hacer una ideología es:
1º. Escapar al rebasamiento de clase.
2º. Escapar al rebasamiento metafísico (el empírico es ineludible).

Hay que distinguir, por supuesto, entre teorías ideologizadas (que el autor rechaza) e ideologías críticas (que defiende); toda ideología crítica, es decir racionalmente fundada, debe ser:
      1º. Axiomática: que deduzca consecuencias a partir de algún principio.
      2º. Timética: que ese principio sea valorativo, y no verdad metafísica.
Podríamos ir más allá de las intenciones de Miró Quesada afirmando que las personas caminamos por una senda flanqueada por dos precipicios. A un lado está la razón impura, que aborrecen. Al otro la razón cordial, de horizonte diáfano pero camino ciego, abocado al vértigo. Entre ambos abismos discurre la razón teórica, que se orienta continuamente gracias a sus formidables sistemas de navegación; y gracias, también, a los dos abismos que la limitan, despertando su sentido del equilibrio para no caer. Entre estos riesgos permanentes la razón es, ante todo, una razón fronteriza.



5. ATEÍSMO NOSTÁLGICO.

            Ateísmo, porque Dios no existe. Nostálgico, porque querría que existiera. Confiesa que su ateísmo no deriva de razones teóricas, sino éticas: no se puede reconciliar la infinita bondad de Dios con el mal en el mundo. No se puede concebir un Dios que ha sido incapaz de evitar la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. Al contraargumento de que Dios no ha creado el mal, replica que un Dios semejante no es omnipotente, y un Dios que no es omnipotente no es interesante. Como Camus, tras considerar que este mundo es un torbellino absurdo descubre la solidaridad humana como el valor supremo; un valor que ha sido elegido sin respaldo racional. Lo que no deja de ser un sinsentido para un autor empeñado en lograr una ética que no repose sobre los afectos, sino sobre la razón. Porque la autotelia (es decir, el convencimiento de que no somos objetos, sino personas) es el punto de partida de todas las cosas en el pensamiento y la praxis de Miró Quesada.


6. LA ÉTICA ES NO ARBITRARIEDAD Y SIMETRÍA.

            Puede que haya principios evidentes (lógicos y matemáticos) en la teoría, pero no existen principios evidentes de la praxis política; “no existe una racionalidad a priori de la normatividad”. Lo que creemos evidencias de la razón práctica no son, según Miró Quesada, sino reflejos adquiridos en la educación; evidencias a posteriori; en suma, condicionamientos de la sociedad. Se puede sentir que unos valores socialmente aceptados no son valores éticos, pero “no hay manera de demostrar que lo son (...) En cambio, siempre es posible demostrar un teorema en matemáticas”.
            Miró Quesada es sensible, no obstante, a una situación paradójica. “Es”, dice, “como si los fines más valiosos se impusieran por sí mismos, algo semejante a lo que sucede con las verdades evidentes”.
a)      Porque de un lado somos libres frente a estos fines, sentimos que podríamos haber elegido otros”.
b)      Mas, por otra parte, sentimos también como una especie de necesidad, sentimos que si no los aceptamos hacemos mal, somos culpables de proceder inmoralmente.
            La intuición práctica es una estimativa a priori y universal: es la intuición (quizá no evidencia) de que todos tenemos derecho a decidir.


7. EL RACIONALISMO ES UN HUMANISMO.

Como la teoría es rebasada por la experiencia, ninguna teoría puede abarcar la complejidad de la vida; pero toda teoría que pretende encauzar la acción acaba negando este rebasamiento, y pretende encorsetar a la vida: por eso es peligrosa; no digamos si, además, esta teoría es de naturaleza metafísica, porque aquí la realidad ni siquiera puede ser percibida.
La praxis debe prescindir de la teoría: sólo nos queda el sentimiento. “Así como hay hombres capaces de matar y torturar por mantener una teoría, hay otros incapaces de hacerlo, a pesar de todas las teorías”. La humanidad, a través de la historia, se escinde así en dos grandes grupos: “hay hombres que luchan contra el hombre, hay hombres que luchan por el hombre”. Hemos sustituido la teoría por el sentimiento. ¿Dónde queda la razón?
            Como la metafísica no es ciencia, Miró Quesada condena las ideologías metafísicas: de ahí su rechazo del marxismo y del aprismo. El humanismo, llega a decir, no es una teoría, sino una pasión. Quiere distinguir entre una teoría de la razón y la tesis de la razón como ideal, y constata que no se puede demostrar racionalmente que se deba ser racional. La autotelia desemboca en humanismo (primero abstracto, luego situacional: y este último, transitando por los caminos de la filosofía inculturada, desemboca en filosofía de la liberación: Miró Quesada fue, junto a Leopoldo Zea y Enrique Dussel entre otros, uno de los firmantes de la declaración de Morelia).  
Pero no quiere caer en el escepticismo,  porque también ha criticado la razón impura; tiene bien presente a Hume en su dogmático despertar. En “El hombre sin teoría” aparecen estas vacilaciones, en las que Salazar Bondy ha creído ver un eco de la rebeldía metafísica de Camus.


8. EL RACIONALISMO NUNCA PUEDE LLEVAR A LA SINRAZÓN.

Ya vamos viendo que la esencia de la razón consiste en simetría y en no arbitrariedad. Otra cosa es su existencia en la mente humana, y aquí la razón se nos revela como una facultad que tiene dos caras:
1.      Una es algorítmica o mecánica. El ideal algorítmico es un producto del ideal platónico del conocimiento.
2.      Otra es poética o creadora. Gödel (con sus teoremas de limitación) y Church (mostrando que la lógica de primer orden es indecidible) hacen ver que el ideal platónico es irrealizable. “La razón puede encontrar soluciones aunque no existan algoritmos que conduzcan a ellas. La única vía es la inspiración individual. La razón se torna poética”.
(1)   “Llega a conclusiones creando el camino conforme lo va recorriendo, lo crea ex nihilo” (de la nada).
(2)   Pero, desde luego, sigue siendo razón, “porque una vez encontrado el camino, la conclusión se impone de manera necesaria, universal y comunicable. La razón poética inventa el camino, pero obliga a todos a recorrerlo”.
“La razón es así la facultad de la creatividad, en la que interviene el talento, el genio del creador. Creación en los planos más altos del conocimiento”:
(1)   “En los niveles más elementales la razón es algorítmica, puede ser reemplazada por una máquina”.
(2)   Pero cuando los teoremas y los problemas exigen sistemas simbólicos complicados, la razón es poética, no puede ser reemplazada por ninguna máquina porque no puede programarse”.
            Según Miró Quesada “la sociedad industrial está transformando la razón humana en razón algorítmica, impidiendo el ejercicio de la razón poética. Está atentando contra el ideal de vida racional”. Con ello nuestro autor introduce el concepto de paradoja praxeológica, que aparece con él por primera vez en filosofía.
            Pero una facultad que se funda en la inspiración ¿puede llamarse igual que la facultad de deducir? ¿Ambas son formas de la razón? ¿O es acaso la primera una de las caras de lo irracional? La otra cara es, para Miró Quesada, el mito.



Conclusión.

            “Kant reconoce que no puede realizar el ideal de la unidad de la razón teórica con la razón práctica”. Entonces Miró Quesada se lanza a la aventura: “decidí”, confirma, “hacer el ensayo de unificarlas”. Hacia 1965 cree encontrar el nexo entre ambas en el principio de no arbitrariedad. Pero en 1988 encuentra que es insuficiente, y descubre el principio de simetría.
Podríamos avanzar más en la estela de Miró Quesada. El camino de la razón tiene dos vías yuxtapuestas y paralelas. Una es la razón teórica, flanqueada por la razón impura, pero adosada a la realidad (aunque ésta no sea accesible). Otro es la razón cordial, flanqueada por el posmodernismo: pero adosada también a la realidad, aunque esta realidad tampoco sea accesible. Los dos pilares de la razón son, pues, el conocer y el sentir.
Si toda esta estructura racional no tocara fondo y flotara, por así decirlo, por encima de la realidad, cabría hablar de irracionalismo; un irracionalismo metafísico, distinto de los dos irracionalismos anteriores (el de la razón impura y el del posmodernismo). ¿Son Nietzsche y Bergson exponentes de este tercer irracionalismo? ¿O son pensadores marginales de la razón? Así se quiebra la paradójica meditación miroquesadiana sobre una razón escurridiza de perfiles inabarcables.








[i] Véase, en este mismo blog, el texto titulado “El pis de los angelitos”.

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